BLAS DE OTERO, EL VERSO ATORMENTADO
POR IÑAKI URDANIBIA
Hace cien años que
nació el poeta bilbaíno.
« Yo doy
todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis,
en carne y hueso,
mi última voluntad,
Bilbao, a once,
de abril, cincuenta
y tantos »
Fue un 15 de
marzo, el de 1916, cuando nació quien, en Bilbao, con el paso del tiempo se
convertiría en gran poeta. Y tanto su vida como su paralela poesía pudiera
haber nacido bajo el signo del poema de Miguel Hernández: Llegó con tres
heridas, la del amor, la de la muerte, la de la vida…:ya que a pesar de haber
nacido en una familia acomodada los avatares de la vida le rozaron desde
temprano; como él mismo poetizaba fue en un colegio de lo jesuitas en donde se
sintió cercado, acorralado por las normas estrictas y por quienes las aplicaban
con celo.. Una vida agitada: de Bilbao a Madrid, donde cursó estudios de
Filosofía Letras, comenzando luego la carrera de Derecho, que finalizó en
Zaragoza, de allí al psiquiátrico de Usurbil ( Gipuzkoa), o al frente de
Levante en la guerra (in)civil, más tarde vendría su afiliación al partido
comunista, captado por Jorge Semprún en una visita parisina…..
La pista de su vida puede vislumbrarse con, casi, meridiana
claridad en sus poemas, a través de los que se observan las diferentes etapas
de este irredento humanista, al que nada de lo humano le era ajeno, como al
clásico ( « creo en el hombre. He visto / espaldas trilladas a trallazos…»),
siempre, eso sí, guiándose por los humanos sufrientes, por los de abajo, y no
se tome tal término meramente en su sentido sociológico, ya que la herida de
los hombres ( y de las mujeres, claro) viene de fábrica, al ser arrojados al
mundo desde la primigenia inocencia; el mayor delito del hombre es haber nacido
que dijese Calderón de la Barca. Si sus comienzos poéticos se dieron en la onda
de claros tintes religiosos se abrieron más tarde a los pagos de la poesía
social, pasando por una etapa existencialista ( « Antes fui –dicen-
“existencialista”. / Digo que soy coexistencialista ») . El espíritu del
desasosiego fue permanente a lo largo de su vida, y así queda reflejado en su
poemas , hasta en los últimos, editados post mortem. En la búsqueda de reposo y
sanación buscó la felicidad depositándola en la ayuda de Dios, con la
consiguiente salvación de su alma que tal compañía supondría; salida solitaria
que luego amplió a la salvación colectiva del mundo y la de sus habitantes: «
Si no os hicierais como niños / no entraréis en el cielo de los reinos: / la
tierra »..
Toda una vida y una obra atravesada por la desazón, por el dolor
del mundo, y ante el silencio de Dios frente a todos los sufrimientos, de los
cuales el poeta fue testigo, y en algún caso protagonista, alza su voz,
reivindicando la palabra, como propiedad exclusiva de los humanos; prestando su
verbo a mostrar su dolor por España, por su Bilbao, por el rumbo desbrujulado
que seguía la humanidad hacia el desastre como si éste fuese su inevitable
centro de gravedad. Los muertos han sido el telón de fondo desde su nacimiento
en tiempos de la primera guerra mundial. Luego llegaría la guerra del 36 en la
que le tocó combatir –contra su voluntad en los dos bandos- primero en los
batallones vascos y posteriormente tras ser detenido en las filas de los
nacionales. Acabada esta, llegó la segunda guerra mundial. En su voz la
rebeldía se subleva y aumenta a grandes pasos en aras de una transformación de
los humanos, prestando la voz a los sin voz, y detectando , como poeta, los
males del siglo, el abismo al que se asomaba la humanidad, transformándose su
yo en un nosotros como en el cogito de Albert Camus: « me rebelo, luego somos
». Llega así la voz del poeta hasta el pringue con asuntos bien concretos,
humanos, demasiado humanos, como su apoyo alborozado a la revolución cubana («
Cuba valiente, invulnerable, / dueña / de tu tierra, y tu aire y tu alegría »),
o su denuncia de la guerra de Vietnam y otras expresiones de la solidaridad con
distintas causas perdidas.
Hace tres años que se publicó su «Obra Completa( 1935-1977) » ( Galaxia
Gutenberg,) 2013), lo cual supuso un verdadero acontecimiento editorial ya que
era la primera vez que se publicaba reunida toda la obra del poeta bilbaíno (
1916-1979) No cabe duda de que tal edición supuso un verdadero acontecimiento
editorial: la publicación por primera vez de la Obra completa del poeta
bilbaíno ( 1916-1979); no está de más señalar que se publicó en tal volumen
todo lo que se salvó de la compulsión destructora del poeta que quemó en
repetidas ocasiones sus creaciones. En el libro se reúnen sus textos en verso y
en prosa publicados en vida, incluyendo también algún texto póstumo y hasta alguno que aún permanecía inédito.
Una cuidada edición a cargo de quien fuese cónyuge del poeta Sabina de la Cruz,
y albacea de su obra, y un colaborador y estudioso , Mario Hernández; ambos
presentan en unos muy ubicadores textos la creación poética de Otero. La tarea
no estuvo exenta de dificultades ya que en vida el poeta se negaba, una y otra
vez, a que se reuniesen sus poemas, y prosas, con la dificultad añadida de que
algunos fueron prohibidos por la autoridad (in)competente ( « no dejan ver lo
que escribo / porque escribo lo que veo »); sin obviar los, ya mencionados,
intentos de deshacerse de sus obras en algunos de sus episodios depresivos. «
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre / aquel que amó , vivió, murió por
dentro / y un buen día bajó la calle : entonces / comprendió; y rompió toos sus
versos ».
No hay manera más certera para acercarse a la vida y obra del
poeta que este necesario volumen, y si digo “necesario” es debido a que hace
justicia a una gran obra que andaba desparramada o publicada de manera
desordenada y desigual, pueden observarse de manera explícita las distintas
etapas o variaciones de rumbo que he indicado . Pueden verse así cantos al amor, a la esperanza, y también a
la desesperanza que alcanzan tonalidades francamente oscuras, junto a destellos
que apuntan al valor de la paz y la palabra, esta segunda como artificio para
lograr la primera. La paz no la consiguió mas le quedaba la palabra( a pesar
del hambre, la sed y otros sufrimientos), que queda presentada en toda su
extensión, la palabra de ese ser del que dijese su colega en versos y
militancia, Gabriel Celaya : « Tú sabes. No perdonas. Estás ardiendo vivo … /
Tú también, Blas de Otero, chocas con las fronteras, / con la crueldad del tiempo,
con límites absurdos, …».
Y leyendo a Blas de Otero iremos al centro del poeta, al corazón
de los hombres y de las mujeres que habitan este valle de lágrimas, dolores y
…esperanzas.
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