EL EDIFICIO
ESPAÑA, AGUIRRE
Y CARMENA
VICENTE
CLAVERO
Con
la reforma del edificio España –uno de los emblemas arquitectónicos de Madrid–
se está haciendo política de la peor especie. Desde que salió a la luz pública
la velada amenaza de su actual propietario de tirar la toalla y poner a la
venta el rascacielos, sobre el Ayuntamiento de la capital han caído chuzos de
punta. La derecha y su coro mediático habitual reprochan a la corporación que
sus trabas al proyecto comprometen la fuerte inversión prevista y más de seis
mil empleos directos. Sin embargo, esas acusaciones están trufadas de
oportunismo, medias verdades y descaradas mentiras.
Vayamos
por partes.
El
dueño del edificio España es Dalian Wanda Group, controlado por el
multimillonario chino Wang Jianli, a quien Forbes considera el décimo octavo
hombre más rico del mundo, con una fortuna estimada de 26.000 millones de
dólares. Wanda compró el inmueble en 2014 al Banco Santander, con el propósito
de rehabilitarlo y construir en su interior un gran centro comercial, un hotel
de cinco estrellas y apartamentos de lujo. Para valorar la viabilidad del
proyecto, el grupo chino contrató a varias consultoras internacionales y al
estudio del arquitecto británico Norman Foster.
Una
de sus primeras conclusiones fue la conveniencia, por motivos técnicos y
económicos, de proceder a una demolición completa del edificio y a la posterior
reconstrucción de la fachada principal y de las dos laterales, que están
protegidas. La Comisión Local de Urbanismo –como seguramente habría hecho
cualquier otro organismo análogo con dos dedos de frente– rechazó de plano esa
pretensión. ¿O es que alguien puede creerse que la ciudad de Nueva York
permitiría, por ejemplo, que una empresa derribara el Empire State, por más que
jurase y rejurase que luego lo levantaría de nuevo?
A
Wanda o a algunos de sus colaboradores en España les faltó tiempo para filtrar
que, si no se les hacía caso, los chinos se irían con la música a otra parte. Y
ni que decir tiene que Esperanza Aguirre aprovechó la ocasión, no para defender
la integridad del edificio, sino para arremeter contra el gobierno municipal de
Ahora Madrid y, en particular, contra Manuela Carmena. Los medios de la caverna
–y otros de forma más insospechada– se sumaron enseguida a los ataques a la
alcaldesa, acusándola de poner en peligro la inversión extranjera, no ya de
Madrid, sino de España entera.
Lo
que la lideresa (de la oposición) y sus corifeos se cuidaron mucho de decir fue
que la Comisión Local de Urbanismo, aunque cuenta con representantes del
consistorio, está presidida por la Comunidad de Madrid, que lleva más de veinte
años en manos del PP. Tampoco tuvo la decencia de reconocer que el Ayuntamiento
había hecho al proyecto de Wanda objeciones similares bajo el mandato de Ana
Botella, por la sencilla razón de que la idea de echar abajo entero el edificio
España –se mire como se mire– no tenía un pase.
Quizás
por sentido de la responsabilidad, quizás por ese pánico que a ella y a su
equipo a veces les entra ante las arremetidas de la derecha (recuérdese, sin ir
más lejos, el caso de los titiriteros), Carmena se propuso retener a los chinos
y da la impresión de que, al final, lo ha conseguido. Al menos, de momento. En
una reunión mantenida esta semana, Wanda se ha comprometido a presentar en
breve un nuevo proyecto, respetando las fachadas, y la Concejalía de Desarrollo
Urbano Sostenible a dar sin demora una respuesta.
¿Han
oído ustedes alguna palabra de reconocimiento de Esperanza Aguirre hacia la
alcaldesa? En los periódicos, las emisoras de radio o las cadenas de
televisión, ¿han visto alguna rectificación de los pronósticos de una
inevitable estampida de empresarios, después del trato recibido por Jianli? Ni
lo han visto, ni lo verán. Eso sí: si finalmente el grupo Wanda decide poner
sus huevos en otras cestas, todos ellos volverán a caer incansables sobre su
presa.
.
Puedes
seguirme en Twitter: @vicente_clavero
No hay comentarios:
Publicar un comentario