DIVAGACIONES DE UNA NOCHE DE ENERO...
DUNIA SÁNCHEZ
Estaba. Sí, estaba. Por qué no estar soñando. Admirando los
senderos de la noche con los astros alumbrando mis ojos tras una lágrima que se
fuga por la cierta puerta del adiós. El tiempo se detenía y con los ecos de las
aves que se dirigen al océano quedaba hechizada en ese sueño. Estaba. Sí,
estaba. Por qué no estar soñando. Volaba. Sí, volaba a través de un arco iris
donde me mostraba cada callejuela inmersa en rosas rojas. Mis pasos se perdían y un deseo se incrustaba
en mis sentidos. Quería cantar. Sí, cantar. Cantar bien alto. Y canté hasta que
el viento vino hacia mí y me pregunto “Qué haces”. Yo respondí “Cantar a la
vida”. Esta vida que nos hace andar por retorcidos túneles que a veces no
vislumbran un resquicio de luz Pero llegaré. Llegaré con mi canto. Por qué las
alegrías de vivir despiertan la sangre que fluye por mis venas y lamento se va.
Se va. Estaba. Sí, estaba. Por qué no estar soñando. Encantada por el brío de
la madre naturaleza cuando con sus cascadas y verde piel acarician mis manos. Alejada
del malestar de este mundo donde todo parece descompensado, distorsionado No.
No penar. Ahora no. Ahora que el sueño me lleve por la alegría en mayúscula.
Queda el resto. El resto de las estaciones para ser pensamiento de esos seres
abatidos por tantas cosas. Tantas…
Anghel!! Que bello, lleno sentimientos encontrados un relato profundo lleno de encantó y vas desgarrando precioso, u n abrazo desde mi brillo del mar
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