LA REBELIÓN DE LOS GOMEROS
MOVIMIENTO
POR LA UNIDAD
DEL PUEBLO CANARIO
EL PRÓXIMO 20 de noviembre celebraremos el 524
aniversario de la heroica rebelión de los gomeros, un aniversario complicado
para los gomeros y gomeras, y para la isla entera, después de haber sido
arrasada por un devastador incendio, cuyo bosque de laurisilva, que pervive
desde la Era Terciaria, no se recuperará hasta dentro de 30 o 40 años, ante la
pasividad de los esbirros al servicio del colonialismo, que ahora quieren hacer
una comisión no para exigir responsabilidades por las negligencias cometidas, sino
para seguir distrayendo a los paisanos con los cantos de sirena del
colonialismo, como la ocurrencia de traer a los herederos de la caduca
monarquía medieval española con no sabemos qué ocultas intenciones, disfrazadas
de promoción turística.
La isla de La Gomera, o más propiamente Wumara,
la isla rebelde (nunca fue sometida por el colonialismo, incapaz de exhibir un
solo documento en el que conste ese sometimiento, por lo que ni siquiera en las
Naciones Unidas figura La Gomera como territorio español), hoy más que nunca se
hace necesario afianzar nuestras señas de identidad y dejarle claro al régimen
monárquico colonial español que a los gomeros y gomeras, en particular, y a los
canarios y canarias, en general, de antes y de ahora, no nos compran con avalorios,
espejitos y espejismos.
Según el ingeniero italiano Torriani, en su
obra "Descripción de las Islas Canarias", los antiguos gomeros fueron
hombres grandes, forzudos, ágiles, guerreros y tan ágiles en tirar las piedras
con la mano y los dardos sin punta de hierro, es decir, con la punta quemada,
que me parece que vencieron con mucho a los mallorquines. En sus ejercicios,
continúa Torriani, desde el principio acostumbraban a los hijos pequeños a
hurtar el cuerpo a ciertas balas de tierra y los adiestraban a que las evitasen
con las manos o con el cuerpo. Después, cuando habían crecido en habilidad, les
tiraban piedras y, últimamente, cuando ya estaban amaestrados, les lanzaban los
dardos exactamente como si hubiesen peleado de verdad.
Entre estos isleños hubo hombres valientes,
según el relato de Torriani, y de grandes fuerzas, como Igalgan, Aguabanahizan,
Agualeche, Hauche, Amuhaici, Aguacoromos, y, por haber fallecido en la guerra,
sus nombres quedaron entre sus descendientes como de personas dignas de ser
imitadas y celebradas.
El año 1384, el gallego Fernando Ormel de
Castro arribó a la isla de La Gomera. Al desembarcar en tierra le ofreció
resistencia un hermano de Amaluige, junto con algunos isleños, los cuales
fueron repentinamente repelidos y heridos por los españoles. Al ruido de la
pelea se reunieron todos los isleños, los cuales hallaron a los cristianos
alejados del mar y en medio de la batalla y los obligaron a retirarse a un
sitio alto, que en la lengua antigua se dice Argodei, que significa
"fortaleza", por estar formada por un risco muy alto, la cual, igual
que la Rocca di San León en la Marca Anconitana, tiene entrada por un solo
lado.
Estando allí los cristianos, gravemente
asediados y sin esperanza de poder salir con vida, con ruegos y piadosas
señales pedían paz a los isleños.
Los valientes y aguerridos gomeros, para
orgullo de todos nosotros, siempre han sido capaces de encontrarle la medida al
colonialismo español, incapaz, como hemos dicho anteriormente, de mostrar, en
esta dilatada historia, ni un solo documento que acredite el sometimiento de
los irreductibles gomeros. Eso no lo perdona el colonialismo, que ha intentado
desprestigiarlos, sin conseguirlo, por todos los medios a su alcance.
Transcurría el año 1477 de la era cristiana,
casi un siglo después de la llegada a La Gomera del invasor Ormel de Castro. El
denominado Hernán Peraza el Joven había recibido de sus padres, Diego García de
Herrera e Inés Peraza, órdenes de someter a los insumisos gomeros. "La
represión practicada por Hernán Peraza en Mulagua (Hermigua)*, fue violenta y
rápida. El negocio de los esclavos gomeros fue empezado por el impulsivo joven
Hernán Pereza: los puños crispados de los prisioneros y los gritos y lágrimas
de los suyos eran señales evidentes de que entre Hernán Peraza y los gomeros se
había sellado un pacto de enemistad". "El número de presos se eleva
entre hombres y mujeres a cien, a los que una tarde del mes de septiembre de
1477 vemos salir maniatados de los calabozos de la Torre, playa adelante,
camino del destierro" (Wölfel, D. J. "Los gomeros vendidos por Pedro
de Vera y Beatriz de Bobadilla").
Según el cronista Abreu Galindo, "Hernán
Peraza se avenía mal con sus vasallos, tratándolos con rigor y aspereza,
deseándole los amigos y enemigos todo mal" (Abreu Galindo: "Historia
de la conquista de las siete islas de Canaria").
Fue al guerrero Autacuperche al que le cupo el
honor de acabar con el sanguinario, cruel y vil Hernán Peraza, en Guahedun.
Hernán Peraza, encandilado por los encantos de la bella Yballa, fue retado por
el valiente Autacuperche cuando intentaba huir vestido con una saya, una prenda
femenina, increpándole los guerreros gomeros, haciéndole notar que lo habían de
prender en hábito de hombre, y no de mujer. Hernán Peraza, poniéndose las
corazas y abrazando la adarga y su espada, se irguió en la puerta de Guahedun.
Autacuperche, con un asta como dardo, con un hierro de dos palmos,
arrojándosela, le atravesó de arriba abajo por entre las corazas y el cuello.
Los gomeros rompieron el gánigo de Guahedun como signo de su victoria y de su
dignidad. Transcurría el 20N de 1488.
Conmemoramos el 524 aniversario de la rebelión
de los gomeros mediante asambleas, actividades culturales, en las que no debe
faltar el ancestral idioma heredado de nuestros antepasados, el silbo, ni deben
faltar la danza y la música, con chácaras y tambores, y también actividades
deportivas, como la lucha canaria, el juego del palo, salto del pastor, salto
de vara, pina, vela, bola canaria, levantamiento de piedras y arados, y también
actividades recreativas, de ocio e intelectuales como el juego de la dama (dama
de 40, carro de 12, tres en raya, chascona, tara... Ver el libro "Juegos
inéditos guanches"), etc., y manifestaciones populares, en particular en
la isla de La Gomera, en la que el sábado 24 o el domingo 25 de noviembre, a
consensuar, todas los patriotas acompañemos a nuestros paisanos gomeros en una
manifestación por la descolonización e independencia de Canarias por las calles
de San Sebastián.
* Mulagua, Agana, Ipalan y Orone, cantones
gomeros que algún autor ha identificado con Hermigua, Vallehermoso, San
Sebastián y Arure
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