¿Ángela Mena?
Juan Henríquez
Con el permiso de usted, sí me lo permite, lo que realmente
pretendo es fisgonear en los méritos profesionales, políticos o ideológicos de
ésta señora Ángela Mena, de la que se conoce muy poco, o prácticamente
nada, entre la población chicharrera.
Pondré mi caso en particular, y mire que uno intenta estar al loro de lo que
ocurre en nuestro círculo social, sobre todo aquello que está relacionado con
la política institucional y partidista, pero es que del personaje lo único que
conozco es a través de reseñas informativas. Un día intenté conectar con la
señora en cuestión, siendo Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Santa Cruz
de Tenerife, para pedirle apoyo económico para la edición de mi libro sobre la
historia de la Masa Coral Tinerfeña, y todavía estoy esperando la llamada del
personaje.
Al parecer, y aquí no pongo la mano en el fuego, porque
tengo mis dudas de sí los méritos logrados en la política activa son del
esposo, o de la esposa. Quiero decir que no veo demasiadas luces en la
capacidad intelectual del matrimonio Rivero&Mena cómo para conseguir estar
en la primera línea de la política canaria. Otra cosa distinta es que sean unos
listillos, y hayan encontrado un campo abonado para desarrollar sus trapicheos
políticos, en los que deben de ser superdotados, mucho más la esposa, que el
guanajo del marido.
La cualidad más preciada, y la que mejor desempeña la
señora Mena, es el papel de Primera Dama, además de ser un derecho legítimo al
tratarse de la esposa del presidente del Gobierno canario. ¡Con qué maestría
luce la señora el mantón y la peineta!, dan ganas de comérsela. También supongo
que sea fácil adivinar por qué entró en la lista de Bermúdez en puesto de
salida, y además ser liberada para cobrar un suculento sueldo por rascarse los
sobacos, más bien por joder la pavana. El Alcalde le tiene verdadero pánico a
que se vaya de la lengua con su esposo.
Aparte de una inútil concejal que la va liando por donde
pisa, es la intrigante número uno del reino nacionalista. Buenas fuentes me han
dicho que es una alimaña política, que tiene carta blanca para meterse en todo;
temida dentro y fuera del partido, en particular, en las consejerías y asesores
nacionalistas. En pequeños círculos de la política canaria y tinerfeña, se le
conoce por la víbora del paulinato. ¡Menuda pieza, oiga!
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