Cristina Fernández vs Clarín: libertad en Argentina
Jorge Saraso
La pasada noche del 8 de noviembre, cientos de miles de argentinos inundaron las mayores avenidas de Buenos Aires y ciudades del interior, en señal de protesta contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Entre numerosas quejas se destacan la restricción para comprar dólares, la inflación actual, la violencia en la sociedad, la nueva ley de medios y la oposición hacia una posible reforma constitucional. Ésta fue una manifestación sin banderas políticas, pero que sí fue apoyada por diferentes partidos de derecha, llevada a cabo bajo el nombre de 8N.
¿Podemos decir que el pueblo argentino se manifestó esa noche? La presidenta, Cristina Fernández, probablemente no lo crea, considerando que denominó a los manifestantes como una minoría oligarca. Este tono irónico y soberbio de la presidenta, en combinación con su falta de disposición para entablar diálogo con los protestantes es otro de los temas que genera una gran antipatía en la sociedad.
La posible reforma constitucional para que la presidenta pueda acceder a una segunda re-elección es un tema muy delicado que está a flor de piel en la oposición. Esto fue reforzado por la aprobación de la decisión de bajar la edad de votación a dieciséis años. Esta es una reforma sumamente controversial de por sí, dejando de lado los posibles intereses políticos. Mientras el oficialismo afirma que esta reforma permite extender el horizonte de los derechos de los ciudadanos, la diputada Elisa Carrió – opositora por la Coalición Cívica Argentina – mostró su aberración ante la decisión con ejemplos que plantean un panorama sombrío: “Los vamos a introducir al mercado del voto y todos sabemos en lo que se ha transformado. ¿Qué van a ofrecer fuera y dentro de la escuela secundaria a cambio del voto? ¿Dinero? ¿Acaso droga?”
De todas formas, las mayores críticas ante esta propuesta se centran en intentar encontrar el interés particular de la presidenta. Las encuestas asegurar que la popularidad de la actual mandataria entre adolescentes y jóvenes es alta. Es válido recordar que las elecciones legislativas en Argentina serán en el 2013, y la composición de ese Congreso será esencial para una posible reforma constitucional que permita una segunda re-elección en el 2015. ¿Es ésta una ampliación de los derechos democráticos en la sociedad o una cortina de humo para reclutar más votantes y perfilarse hacia otra candidatura?
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Renzo Forastiero, estudiante de Economics en St
Andrews, mostró un fuerte sentimiento de oposición al responder a nuestras
preguntas. Su mayor preocupación es la dicotomía en la sociedad argentina que
el actual gobierno está generando: “Lograron dividir a la sociedad, entre un
‘nosotros’ y un ‘ellos’, Kichneristas y Anit-Kirchneristas, Oligarcas y clases
‘populares’”. Según él, las consecuencias de este sentimiento que está
creciendo pueden ser dramáticas: “En este marco, ninguna sociedad puede
progresar, porque dos partes no se pueden sentar a negociar, cuando la
destrucción de una parte es un opción barajada por la otra.”
Renzo coloca el foco de sus críticas en la
nueva Ley de Medios que cobrará vigencia el próximo 7 de Diciembre, obligando
al Grupo Clarín a renunciar a gran parte de sus licencias mediáticas: “[esto]
obligaría al Grupo Clarín (uno de los pocos no adeptos al gobierno) a
des-invertir en el mercado mediático y reducir sus licencias de 240 canales a
24, sin llegar a más del 35% de las provincias.” Según él, esta “[…] pérdida de
la cultura democrática puede tardar décadas en recuperarse.” Mirando la otra
cara de la moneda, el Grupo Clarín posee el monopolio en materia de licencias
mediáticas y ha sido acusado de desdibujar la realidad a causa de su explícita
oposición al gobierno de turno. El filósofo Eduardo Sanguinetti escribe: “El
ciudadano por ende es protegido por esta Ley de Medios, ante la información que
recibe a diario, presentándole la realidad y no ‘una realidad’ dibujada y
creada por la mafia de los dueños de los monopolios y sus vastos intereses
[…]”, haciendo alusión al Grupo Clarín. Aunque no lo transforma en correcto, es
válido mencionar que leyes que limiten la cantidad de licencias mediáticas
rigen en varios países del mundo.
Las palabras “libertad” y “opresión” parecen
estar en boca de ambas partes. Por un lado, el Grupo Clarín y los argentinos
que lo apoyan pueden ver su libertad de expresión y la libertad de prensa
coartada por la presidenta a través de esta ley. Esta opresión a las libertades
cívicas ha incentivado a muchos a establecer paralelismos entre la mandataria
argentina y la etapa inicial del presidente venezolano, Hugo Chávez,
anticipando un peligroso camino antidemocrático. Por otra parte, el monopolio
mediático de Clarín puede leerse como una limitación a la libertad de otros
medios para expresarse, y a la libertad individual del ciudadano que es
constantemente bombardeado por prensa con tendencias políticas. Esta dicotomía
que realicé intenta simplificar un gran área gris de procesos complejos que
abarcan todo tipo de intereses tanto políticos como económicos, y cuya historia
de puede remontar hasta épocas de la dictadura.
Algo que sí podemos estar de acuerdo es que en
caso de que esta nueva Ley de Medios entre en vigencia, debería verse
acompañada por una legislación que limite la cantidad de fondos gubernamentales
que puedan ser utilizados en forma publicitaria, para evitar otro tipo de
monopolio mediático. Un monopolio que puede conducir al pueblo argentino por un
camino sinuoso y oscuro hacia un precipicio donde la libertad no será más que
un vago
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