domingo, 6 de mayo de 2018

UN AMOR SIN BARRERAS


UN AMOR SIN BARRERAS
Rafael ZAMORA MÉNDEZ
A ser madre se aprende cada día. Pero nunca se asimila de un modo definitivo ¡Ella, debe de colocar en lo alto la luz de su amor, para que ilumine a todos y, no es lo mismo, vivir con los hijos que vivir para los hijos.
Siguiendo la practicada costumbre popular, cada primer domingo del floreciente mes de mayo, por lo menos, en España, se lleva a cabo el entrañable día consagrado por entero a las bienhechoras madres del ocupado mundo.
Vamos, pues, anticipándonos a la señalada fecha,  a dedicarles a todas ellas, esta insólita leyenda, puro fruto e invención de un añejo cuento que, en plena juventud, en el transcurso de una imperecedera clase, nos relatara mi siempre recordadísimo y perfecto ungido sacerdote salesiano, D.FLORENCIO SÁNCHEZ GARCÍA, un sin par ejemplar hijo de San Juan Bosco, eximio orador sagrado, con un corazón más grande que todas las infinitas arenas que pudieran existir en las insondables dilatadas arenas del extenso mar.
Más o menos, esto es lo que, en el fondo de la cuestión, en la mente, vagamente recuerdo, aún retengo y puedo transcribirles:
"Se iba a morir y se inclinaba sobre la cuna en la que dormía su hijo.
Demasiado sabía que, aquella, sería la última y fatídica noche de su menesterosa existencia.
La total enfermedad que hace tiempo minaba su consumido cuerpo, a pasos agigantados, se iba degenerando y, el socavado muro que la sostenía, estaba próximo a derrumbarse.
La infortunada madre, plañideramente, pensaba:
-.- ¡HIJO MÍO! ¿QUÉ SERÁ DE TI SIN MÍ?
¿PODRÁS CONSEGUIR LA DICHA O...POR EL CONTRARIO, VIVIRÁS DESDICHADAMENTE, RECIBIENDO EN TU CÁNDIDO CUERPO LOS BRUSCOS BATACAZAZOS DE LA SANGUINARIA TRIBULACIÓN?
De pronto, el cuarto en el que se encontraban, con un incomprensible halo de cegadora luz, se iluminó por completo.
Un presuroso ser, especie de ángel, desconocido ente o prodigiosa entidad de otra desconocida naturaleza, así le habló
-.- ¡EN TUS MANOS ESTÁ, BUENA MUJER!
¡EL SEÑOR CONSIENTE, EL QUE TÚ MISMA, LIBREMENTE, PUEDAS OTORGARLE LA BENÉVOLA DICHA O, POR EL CONTRARIO, EL MENESTEROSO INFORTUNIO!
-.- ¡LA DICHA! LA DICHA!
Gritó, desesperadamente, la aciaga matrona.
-.- OYÉME BIEN: SI TU HIJO ES FELIZ... ARROPADO POR LAS GLORIAS, RIQUEZAS, ADULACIONES Y VANIDADES DEL MUNDO... ¡SE OLVIDARÁ DE TI PARA SIEMPRE! JAMÁS, PARA NADA, PRONUNCIARÁ TU NOMBRE!,
-.- ¡AY, DIJO LA MADRE!, (SINTIENDO DE VERAS POR PRIMERA VEZ LA MUERTE)
-.- POR EL CONTRARIO, SI ES DESDICHADO, CADA NOCHE, CUANDO CIEGAMENTE VAGUE DE UN LADO A OTRO, COMO NÓMADA VAGABUNDO, A LO MEJOR, ABATIDO SOBRE CUALQUIER OSCURO CALLEJÓN, SECO CESPED O VERDE PRADERA, MIRANDO AL AZUL DEL REMOTO CIELO Y VISLUMBRANDO EN LO ALTO A LAS SOLITARIAS ESTRELLAS, ENTRE ACONGOJADOS LAMENTOS, MUSITARÁ:
-.- ¡MADRE MÍA! MADRE MÍA! ¿POR QUÉ ME HAS DEJADO TAN SOLO?
ELLA... NO INDICÓ NADA.
PERO... POCO A POCO, SOLEMNEMENTE, SE FUE INCLINANDO SOBRE LA CUNA EN LA QUE DORMÍA SU TIERNO RETOÑO Y, BESÁNDOLE LA FRENTE, RESUELTA Y VALIENTEMENTE, EXCLAMÓ:
-.- ¡QUE SEAS DICHOSO, HIJO MÍO!
¡UNA AMPLIA SONRISA DE ESPERANZADO FUTURO, SE DIBUJÓ EN LOS LABIOS DE LA ADORMECIDA CRIATURA, MIENTRAS, LA MUJER, FUERTEMENTE ASIDA A LA MANO DEL BENDITO SER ALADO, PAULATINAMENTE, MUY SIGILOSAMENTE, JUNTO A ÉL, A TODO TRANCE, SE DIRIGIA HACIA ESOS LÓBREGOS RUMBOS, SECRETAMENTE UBICADOS EN LA RECÓNDITA OTRA ORILLA DEL TENEBROSO MÁS ALLÁ!"

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