EL ENTIERRO
DUNIA SÁNCHEZ
Se humeaba una secuencia de una balada que caía a medida que su cuerpo se iba enterrando. Se iba, su materia, donde los bichos se alimentarían para no más ser polvo de esta tierra, raíces que en lo profundo abraza los astros. Una lagrima de emoción , de la sensibilidad que manda se dejaba ver en los rostros. Hasta la mentirosa de su cuidadora, un ser hermético, que asentaba su medicación. Todos los sabíamos y callábamos. Un halo azul nos envolvió entonces, la cuidadora torpemente cayo en la fosa. Su gemido airado, sus gritos desbarataron el entierro. Una risita se oyó detrás de nosotros, sus hijos, sus nietos, sus sobrinos. Y espantada, con el corazón en la boca salió del agujero. Ahora me vienen esos recuerdos, un recorrido que se hace pesado en la vida cuando nos perdemos en su ida. La balada sigue sonando y es difícil esas jornadas donde las prisas de un otoño se lo llevaron. Y ahora me siento y ese halo azul me acoge y esa ira me equilibra para escupir toda esa mala gente. Sí, porque nos movemos en lo cómodo, en lo fácil para rasguñar la riqueza, aunque sea a costa de lo indefenso , de la ignorancia.
Y aquí estoy, cuando la noche me enseña el
reencuentro del pasado a cámara lenta. Me desvisto, escucho esa balada y tomo
un café y este otoño es memoria de aquel que masticaba un chicle, de aquel que
en la lejanía veía como la pala cubría su ataúd, de aquel abrazado a la mano de
un ser querido como iba siendo la despedida, de como aquella que se cayó estaba
hirviendo en un cavilar impreciso, de como sus nietos alumbraba ese tiempo que
ya había terminado, de como su tonada erraba en esa atmósfera y de cómo el
silencio producía el ultimo temblor a esos cipreses que decoraban el
cementerio, de esos rosales que se abrían en cada tumba, de nichos de flores
secas en la dejadez. Y dónde estás ahora, seguro trotando en una persona donde
entregas todo tu yo y que tropezaré a lo largo de las estaciones. No me
recordarás, pero tus maneras abogaran por tu nuevo nacimiento donde la luz de
tus deseos querían. Aunque yo no lo sepa, estarás ahí, donde sombras borrosas
escribirán nuestros pasos por esta existencia. Siento esa balada de aquel día
de la despedida que tanto te gustaba, no te preocupes aun converso con ell
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