EL EFECTO BRONCANO
David Broncano durante la presentación de la nueva
programación de RTVE para la próxima temporada, en Madrid. José Oliva / Europa
Press
Si el éxito de una película estuviera asegurado antes de su estreno, el cine lo harían los bancos. Nadie supo predecir triunfos tan rotundos como Casablanca o El Padrino, por ejemplo, y puede que algo parecido esté sucediendo con el programa de David Broncano, el revulsivo de mayor impacto en muchos años vivido en el mundo de la televisión de nuestro país. Si la empresa que produce "La Revuelta" hubiera sido capaz de predecir lo que iba a suceder, seguro que habría pedido bastante más dinero antes de cerrar un contrato cuya firma se llevó por delante al director de contenidos generales y a la presidenta de rtve. Un 9 ó un 10 por ciento de audiencia media habría sido considerado un dato excelente por los directivos supervivientes, que aún no salen de su asombro mientras estudian cómo gestionar tamaño pelotazo.
Incluso
a día de hoy, cuando ya han pasado tres semanas desde su estreno, sé de
expertos que sostienen que se trata de una burbuja, de un globo que pinchará
más pronto que tarde. También conozco avezados críticos a quienes cuesta
digerir la sorpresa y continúan sin entender que una oferta que rompe con la
ortodoxia de los programas del género, que transgrede el abc de la mayoría de
los códigos del entretenimiento se haya cargado en un plis plas a uno de los
programas de la competencia, le haya quitado casi la mitad de la audiencia a
otro y tenga en un sinvivir al que nadie, durante dieciocho años, ha sido capaz
de disputarle la hegemonía en su franja horaria.
Lo
mejor de todo esto es el descoloque de las derechas y sus palmeros mediáticos
ante el fenómeno, incapaces de meterle mano a pesar de intentarlo desde todos
los ángulos posibles. Cada día mueren en el intento mientras aguardan el primer
desliz, el primer traspiés, con el cuchillo entre los dientes. Sostiene mi
amiga Pilar Eyre que lo de Broncano, más que hacer televisión es crear
ambiente, y puede que esta sea la clave de lo que está sucediendo porque el
ambiente es vida, naturalidad, es la atmósfera donde nos reconocemos con
nuestras imperfecciones, nuestras veleidades transgresoras y nuestras ganas, o
nuestra necesidad, de reírnos de todo empezando por nosotros mismos.
Así
lo hacían ya Broncano y compañía en su anterior etapa y así lo continúan
haciendo ahora en la televisión pública, en horario de máxima audiencia, sin
haber retocado apenas ninguno de los ingredientes que hicieron popular el
formato. Ya se burlaban de todo lo que siguen burlándose, ya hablaban de todo
lo que hablan ahora. Y eso significa que un día exhibes y mantienes la bandera
gitana en la mesa del presentador, que otro te lanzan al escenario una camiseta
donde se defiende la educación pública y el actor al que estás entrevistando en
ese momento va y la enseña, que otro una espectadora habla del pasado
estudiantil de la reina Letizia contando que bebía, era de izquierdas y
no quería casarse...
Eso
significa también que dejas clara tu apuesta por combatir el machismo, el
racismo y la visibilidad de los cuerpos no normativos, que cuando tienes que
decir que la vivienda o la sanidad son el problema más importante que tenemos
lo dices, que darle voz a personas anónimas es instructivo y elocuente y que se
puede mantener el interés sin necesidad de recurrir a nombres o caras
conocidas. ¿Es esto hacer política? No veo dónde está el problema en el caso de
que lo fuera. ¿Hacen acaso menos política aquellos medios, aquellos programas,
aquellos presentadores y presentadoras que acusan a "La Revuelta"
de hacer política?
Como
decía más arriba, Broncano y su equipo se dedican a hacer lo mismo que llevan
haciendo desde hace años, "no sabemos hacer otra cosa",
sostienen en sus cuentas de redes sociales. Aunque puede que exista algo que sí
haya cambiado, según resumía el jueves pasado Jorge Ponce con la
retranca que le caracteriza: "Ahora mi mente es pública, universal y
gratuita -decía quien resulta ser uno de los codirectores del programa-
ahora mis pensamientos, mis deseos y mis anhelos son públicos, incluso la
información de mi teléfono es pública". No se me ocurre mejor resumen
cáustico como réplica a tanto defensor de la crispación, a tanto manipulador, a
tantos demagogos y demagogas como andan por los periódicos, las radios y las
teles destilando bilis y vendiendo odio.
Es
higiénico que "La Revuelta" se emita en la televisión pública,
como lo es el estreno de "Las abogadas", serie que recuerda la
vida de cuatro jóvenes letradas, compañeras de los abogados asesinados el año
1977 por la ultraderecha en un despacho de la calle Atocha; como lo es también
la labor de Silvia Intxaurrondo en el programa matinal. Ahora solo falta
que la información nacional de los telediarios esté por fin elaborada con la
misma competencia profesional que la de sus compañeros de Internacional, donde
estos días complicados para las relaciones entre España y México destaca el trabajo
de José Antonio Guardiola, corresponsal en aquel país.
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