LA MEMORIA QUE HABITO 13(NARRATIVA)
DUNIA SANCHEZ PADRON
La noche cabalga con Pegasus como antesala a lo maravilloso de estos instantes donde el roce de mis manos con otras manos es yermo. Las explosiones aún se sienten, lo malo de nuestra especie se consagra en su más macabra faceta. Una tenue brisa me inspira, me sumerge en este escondrijo donde una latente esperanza reverdece por momentos, algunos. Otros, me alojo en la negra máscara que nos seduce y pienso que esto no tendrá fin. Y ese vagabundear en la razón me lleva a qué será de mí. Si vuelvo a la capital seré sentenciada o no una más en una fosa que se alarga por las carreteras de la oscuridad. Las constelaciones bosquejan una telaraña ramificada en el infinito y ese infinito lo temo. Temo que esta guerra descomunal , impredecible no acabe. En mi prolifera acelerados cavilaciones que me hace dividirme Una dualidad de que me convence de que si…de que si hay un fin. Un fin donde todos saldremos malheridos, trastornados. Un fin donde el labio a labio sea rosas de los vientos de la concordia. Una dualidad de que me convence de que no…de que no habrá termino. Lo grotesco venciendo la debilidad de nuestros sueños en el hoy, en el mañana. Cada jornada más frágil. Ojos blancos columpiándose alrededor de nuestras desgracias, de nuestras penas. Y yo aquí, con el universo como amante, con este Monteverde de escudo a cualquier infiltración traidora. Seccionada me escurro barranco arriba y atisbo con mis ojos tristes .
Sí, porque tengo ojos tristes, no hace mirarme
en un espejo. Cada lágrima se ahoga cuando siento el estruendo indefinido de
una explosión. Es como si me clavasen agujas ardientes que me han ido tejiendo
mi desgana. Y tengo desgana. Y tengo fatiga. Y tengo aún vida. No me lo explico
pero entiendo que el poder de la mente humana suma un gran desafío a la muerte,
esa muerte que amuralla a Nor. Ay, Nor. Nor del alma mía. Cuando regrese besará
tus ruinas y juntos reactivaremos, edificaremos en armonía los sonidos de la
libertad, la fraternidad, la esperanza. Ahora, me encuentro cansada, el ruido
sórdido me distancia de ti, la amenaza odiosa me lleva a ser ausencia. Y para
que estar allí, ya no seria parte de esta tierra. Un escuadrón de aviones
arruina el firmamento con sus gases mortales. Ay, Nor. Nor del alma mía ,
pienso en ti. Pienso en mis seres amados, todos en tumbas anónima. Tú, Nor, que
me viste nacer. Tú, Nor, cierro los ojos mientras lo perfecto y lo bello me
protege y escucho cada llanto prolongado de tu gente, de la gente que te quiero
y no desea el mal. Pero el mal baila frenéticamente , desquiciado a tu rededor,
en el núcleo de tu existencia donde todos carecen ya de fuerzas para detener el
horror de los horrores. La música del cosmos la siento, una balada que me llega
en estos instantes como bonancible vientecillo que me sostiene. Ay, la isla.
Esta isla del alma mía. Su decadencia es tan profunda que no se puede saber a
ciencia cierta cual será su escapatoria, esa salida del mal. Cambiamos tanto,
lo que hoy es negro, mañana es blanco. Hoy te quiero y mañana te odio. Así
somos, no se puede pronosticar nuestro futuro , todo cae en lo incierto, en la
incertidumbre. Las palabras son una bola de plastilina que se modifican según
la visión, según nuestras mutaciones. Todo cambia. Sí, todo cambia. Pero hay
una ilusión, un halito donde muchos corazones se congregan en su manera de las
ideas. Tendemos pañuelos blancos en las azoteas sin el temor de desaparecer y
somos tangentes al respirar y respiramos. Me parece ver los ancianos en una de
las plazas, charlando entre ellos, conversaciones que se dirigen al ayer. Y ese
ayer de ello es nuestro hoy. Desencajado se seguirán sentando hasta que la
muerte los lleve…hasta la muerte los lleve con la desilusión en un puño de sus
manos haciendo tic-tac, tic-tac. La brisa de hace más fuerte, yo , observando a
Pegasus. La brisa tira de mi y me tiendo sobre ella con toda la plenitud que me
queda y me agarro a ella. Está humedad, mis ojos observando a Pegasus.
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