GOL AL FASCISMO
Manifestación contra la visita de Milei a España. Mayo de 2024. Madrid — Matias Chiofalo / Europa Press
Me
sorprendieron gratamente las declaraciones de Kylian Mbappé sobre la extrema
derecha de su país. Los futbolistas, y más los de su nivel, son gente con
capacidad para llegar a mucha ciudadanía desencantada, que de otra manera no
llegaría a la política. Por ello adquieren tanta importancia sus palabras, por
eso es plausible que haya sido valiente y se haya mojado. Nuestra Ana Peleteiro
hacía lo mismo unos días después: "parece mentira que la gente no sea
consciente de la situación que estamos viviendo en Europa; que el fascismo coja
tanta fuerza da miedo. Yo veo normal, veo bien que una persona llame a votar,
no está pidiendo el voto para ningún partido, solo llama a votar".
Actualmente es urgente que haya referentes como ellos que den un paso al frente y planten cara a la deriva autoritaria y fascista que se propaga como la pólvora en estos tiempos, aunque mucho me temo que es una minoría la que se atreve a hacer lo posible para frenar al fascismo. Algunos tienen miedo a represalias, otros prefieren vivir en la comodidad que te otorgan los privilegios.
Necesitamos
que los influencers, los artistas, los actores y músicos, la gente que tiene
millones de seguidores alcen la voz y se mojen por una causa justa, si es que
creen en ella. No olvidemos que contamos con cantidad de gente con miles de
seguidores que si no son machistas son racistas o fascistas, que viene a ser lo
mismo, pero estoy segura de que también existe la esperanza en esas redes
sociales y hay gente capaz de tener tirón e influencia y además tener unos
principios y unos valores que puedan hacer de este mundo un mundo mejor.
Generalmente
la lucha antifascista ha sido residual, ha partido de los movimientos sociales,
los centros culturales o asociaciones vecinales. Las manifestaciones
antifascistas no eran las más mayoritarias ni mucho menos. Sabíamos y éramos
conscientes de que existían grupos fascistas y que había que combatirlos, pero
lo hacíamos desde la marginalidad porque hace diez o veinte años no campaban a
sus anchas como lo hacen ahora. El problema además es que en nuestros días el
fascismo es un virus que ha infectado todas las esferas de la sociedad. Las
conversaciones con algunas personas se tornan violentas porque se escuchan
barbaridades que jamás imaginaríamos años atrás. Los fascistas estaban entre
nosotros, solo que ahora se sienten impunes y envalentonados, gozan de
impunidad, mientras que desde la izquierda parece que debemos permanecer
callados. No hay más que mirar a los seis de Zaragoza para entender qué le pasa
a la gente que pone el cuerpo frente al fascismo, si te manifiestas o luchas
contra ellos puedes terminar mal, ese es el mensaje y queda claro.
Qué hacer
ahora desde la sociedad civil es la pregunta, cómo podemos frenar este odio e
intolerancia fascistas, su violencia como hemos podido ver con los ataques al
cómico Jaime Caravaca o al periodista Fonsi Loaiza en la Feria del Libro de
Madrid.
Parece
importante y fundamental desmontar sus bulos, hacer un trabajo de pedagogía
constante sin perder la paciencia, por mucho que cueste. Volver a las calles, a
las redes de apoyo vecinales, hacer barrio, volver a los orígenes, germinar y
desde ahí empezar a florecer.
La
izquierda debe dejar de tirarse los trastos a la cabeza, somos pocos como para
terminar tan mal parados. Por mucho que unas tengan más razón que otras, tengo
mi propia opinión sobre el tema, por mucho que suframos aún ciertas traiciones,
es momento de focalizarse contra el mismo objetivo común. La gente más
vulnerable necesita que estemos centrados en las cosas del comer, en la
vivienda digna, en los derechos sociales. La gente trabajadora necesita
escuchar medidas que puedan hacer su vida vivible. Creo que es una idea para
poder frenar al monstruo de la extrema derecha.
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