BULOS Y DESINFORMACIÓN: LA AMENAZA QUE LA DERECHA PROTEGE
Es crucial que todos tengamos acceso a una información veraz para tomar decisiones
correctas. La democracia depende de ciudadanos y ciudadanas bien informadas, y
no podemos permitir que los bulos sigan corrompiendo nuestra sociedad
Hace unos
días defendí en el Parlamento de Andalucía una Proposición no de Ley para
combatir los bulos y la desinformación. Lamentablemente y como era de esperar,
la derecha y la ultraderecha, es decir, el Partido Popular y Vox, votaron en
contra de esta propuesta.
Como todos sabemos, un bulo es una mentira disfrazada de noticia. Se crean y se difunden con la intención de engañar a la gente. Pueden ser sobre cualquier tema, desde política hasta salud, y tener graves consecuencias. Por ejemplo, durante la pandemia de COVID-19, muchos bulos sobre las vacunas hicieron que algunas personas decidieran no vacunarse, poniendo en riesgo su salud y la de los demás.
La
desinformación corrompe la voluntad popular y debilita la confianza en nuestras
instituciones. Si la gente no puede distinguir entre lo que es verdad y lo que
es mentira, no puede tomar decisiones correctas. Esto es especialmente
peligroso en una democracia, donde el poder está en manos de los ciudadanos y
las ciudadanas.
A menudo,
los bulos son difundidos por personas o grupos con intereses políticos o
económicos. Estos grupos utilizan los bulos para manipular la opinión pública y
conseguir sus objetivos. En algunos casos, incluso se utiliza dinero público
para financiar medios de comunicación que difunden estas mentiras.
Un
ejemplo claro de bulo en España es el que se difundió contra Irene Montero, ex
ministra de Igualdad. Se dijo que había contratado a una niñera con fondos del
ministerio para cuidar a sus hijos. Esta noticia fue completamente falsa, abrió
portadas y tertulias y fue compartida miles de veces, dañando su imagen pública
y desviando la atención de su trabajo en políticas de igualdad. Incluso se
abrió una causa judicial que se dilató más de 15 meses y que fue sobreseída
porque según el propio Juez, “no había ni un solo indicio”.
Otro
ejemplo es el bulo sobre Pablo Iglesias y el falso informe PISA (Pablo Iglesias
Sociedad Anónima). Este informe supuestamente revelaba tramas de corrupción y
delitos cometidos por Iglesias, pero resultó ser completamente inventado por la
conocida como policía política. A pesar de su falsedad, este bulo se difundió
ampliamente, sobre todo, por los platós de televisión, perjudicando en aquel
momento, la reputación de Iglesias y creando desconfianza entre algunos de sus
seguidores. El objetivo era claro, cargarse a un adversario político. Incluso
el hoy presidente del gobierno, Pedro Sánchez, que ahora forma parte de la
diana de la ultraderecha, llegó a utilizar algunos bulos contra Podemos para
obtener réditos políticos.
Otro
ejemplo es el bulo sobre las vacunas contra el COVID-19, donde se decía que
causaban infertilidad o que incluían microchips para controlar a la población.
Estos bulos, sin ninguna base científica, crearon miedo y desconfianza,
afectando la campaña de vacunación.
Por eso,
desde Podemos, hemos propuesto medidas en el Parlamento Andaluz para combatir
los bulos. Queremos que la Junta de Andalucía deje de financiar con dinero
público a medios basuras que difunden mentiras. Además, proponemos que se
retiren las subvenciones a estos medios basuras y que se exija transparencia en
el uso de los fondos públicos.
Es
crucial que todos tengamos acceso a una información veraz para tomar decisiones
correctas. La democracia depende de ciudadanos y ciudadanas bien informadas, y
no podemos permitir que los bulos sigan corrompiendo nuestra sociedad.
La
extrema derecha, representada por el Partido Popular y Vox, votaron en contra
de esta iniciativa. Este rechazo me plantea una pregunta fundamental: ¿por qué
la derecha y la ultraderecha no quieren combatir los bulos? La respuesta la
encontramos en su estrategia política. Estos partidos han utilizado y se
benefician de la desinformación para atacar a sus adversarios y manipular a la
opinión pública. La existencia de una "policía política" y las
campañas de acoso, como las sufridas por líderes de Podemos, demuestran cómo se
utilizan estos mecanismos ilegales para socavar la democracia. Cabe recordar
que la cúpula del que fuera ministro del interior del PP, Jorge Fernández Díaz,
para quien anticorrupción pide 15 años de cárcel, está investigada e imputada
casi al completo, entre otras cosas, por utilizar a policías y medios públicos
para acabar con adversarios políticos a través de los bulos y la
desinformación.
Podría
seguir con cientos de ejemplos de bulos y desinformación, pero, en definitiva,
lo que quiero decir, es que la desinformación y los bulos son una amenaza real
para nuestra democracia y, por ende, para nuestros derechos y nuestras
libertades. Necesitamos medidas claras y efectivas para combatirlos y
garantizar que la información que recibimos sea veraz y objetiva. Solo así
podremos proteger nuestra democracia y asegurar que todos tengamos la capacidad
de tomar decisiones tras haber recibido una información veraz y contrastada. No
podemos permitir que la mentira y la desinformación sigan dañando nuestra sociedad.
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