2.020 DÍAS QUE HUELEN A PODRIDO
ANA
PARDO DE VERA
El
presidente del Consejo General del Poder Judicial, Vicente Guilarte (d),
durante el acto de entrega de la XIII Edición de los Premios Puñetas de ACIJUR,
este lunes en Madrid. EFE/ Fernando Alvarado
"Si la justicia emana del pueblo", según la Constitución Española (art. 117), las mayorías del Poder Legislativo -donde reside la soberanía popular, nuestros votos- para elegir a los vocales del Poder Judicial deberían de ser las mismas que para elegir al jefe del Poder Ejecutivo. No lo digo yo, sino el magistrado emérito José Antonio Martín Pallín recientemente: "Que hagan falta más votos para elegir a los vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que al presidente del Gobierno no tiene justificación".
Sin
embargo, teniendo en cuenta cómo respira agónicamente el CGPJ en estos
momentos, intuyendo que tras cinco años y medio (más de 2.000 días) de
ocupación ilegal, se le puede acabar el chollo de cobrar por su jeta de
granito, ni siquiera el cambio de mayorías para elegir a sus vocales parece
imprescindible, salvo que se negaran todas las demás opciones.
El
presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, empeñado -"Esta vez sí",
sostienen en Moncloa- en renovar el órgano de gobierno de los jueces con el
beneplácito de una Bruselas renovada y asediada por fuerzas antidemocráticas,
dejará el jaleo del cambio de mayorías en la recámara, es decir, que tampoco lo
descarta si el PP sigue bloqueando una decisión soberana de las y los
españoles. La Comisión Europea, tal y como están las cosas tras las últimas
elecciones, no puede permitirse un caso Orbán de parálisis y desprestigio de la
Justicia en uno de los países que, entre los damnificados (Francia, Italia,
Alemania, Bélgica o la propia Hungría), ha sido de los que mejor ha resistido
-y aún representando la ultraderecha de Vox y Alvise un siempre excesivo 10% de
los escaños españoles en el Parlamento Europeo-.
Con
la (ultra)derecha y el Poder Judicial ocurre lo que ha ocurrido siempre cuando
gobierna el PSOE, ahora en coalición: el PP y su extremo apéndice se refugian
en las togas para ejercer un poder ilegítimo y en la sombra que permite romper
los equilibrios democráticos de los mandatos progresistas; y ello sin tener en
cuenta su influencia mayoritaria en los medios de comunicación o las
financiaciones ilegales y las cloacas no hace mucho y que aún colean en los
tribunales sin mucho daño para la (ultra)derecha. Ay si fueran partidos de
izquierdas ...
Sánchez
promete que la reforma del CGPJ será respetuosa con la independencia judicial
Sánchez
promete que la reforma del CGPJ será respetuosa con la independencia judicial
Urge
renovar el CGPJ y urge apartarlo de la influencia partidista, lo cual no
significa, como pretende el PP, abstraerlo de la mayoría soberana que sustena a
las democracias: el Parlamento seguiría eligiendo a los vocales del gobierno de
los jueces con la participación de éstos, por supuesto. Los nombramientos que
efectuarían estos vocales (Supremo, tribunales territoriales ...) sí deben de estar
alejados de esa cuota decidida por los partidos que nos representan en las
Cortes Generales para blindar su independencia, como ha propuesto el presidente
en funciones del CGPJ, Vicente Guilarte, juristas como Joaquín Urías en Público
o el propio Sánchez. Así nos evitaremos, entre otros males mayores, bochornos
siderales como el mensaje telefónico de Ignacio Cosidó a su grupo del PP
felicitándose por controlar las puertas trasera y delantera del Supremo con
determinados nombramientos de todopoderosos jueces, éstos que aún deben estar
maldiciendo al exdirector general de la Policía por su locuacidad incontinente.
Con amigos así, quién necesita enemigos
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