DEL PAPEL DE CALCO A LA
IMPRESORA 3D
QUICOPURRIÑOS
Me paro a pensar y veo que empecé a trabajar cuando todavía se usaban las máquinas de escribir manuales y se ponía papel de calco para las copias. Hoy proliferan portátiles, tablets, mil aplicaciones, móviles de última generación y multitud de redes sociales en las que cualquiera sienta cátedra, establece normas, opiniones y hasta reglas de comportamiento. De las primeras cosas aprendidas en la facultad de derecho fue que las normas jurídicas han de interpretarse conforme a la realidad social del momento en que deben ser aplicadas. Así lo dice al menos el artículo 3 del Código Civil. Era eso una previsión del legislador para no tener que estar modificando la norma cada vez que la sociedad cambiara, porque las costumbres variarían con los tiempos, de generación en generación. Ello se suponía que era así, pero ya no. Antes que padres, hijos y abuelos pensaran de forma distinta, era lo habitual, lo corriente aunque esa diferencia a la hora de ver las cosas no fuera tan distante, distinta sí, pero no tan distante. En cambio ahora sí. Hoy la distancia se convierte en insalvable.
Me
pongo a pensar y veo que la humanidad, tomando la era cristiana como punto de
partida, no cambió tanto desde Roma hasta casi la llegada del siglo XX. La
revolución industrial ya fue un primer motor del cambio social, de la manera de
pensar, con la llegada de las máquinas como las entendemos hoy. Pero el salto,
el gran salto se ha producido en los últimos 20/30 años, donde cada año, cada mes, surge un
programa informático nuevo, una nueva aplicación. Y lo que nos trae ya la inteligencia
artificial. Son, los cambios a la velocidad del sonido, los que distancian
ahora tanto a una generación de otra. Si tomamos 25 años por generación vemos
que todavía en las últimas décadas del siglo XX en 25 años casi no variaba nada
o los cambios eran lentos o asimilables. Sin embargo, ahora, en el tiempo que
vivimos, en cinco lustros a la Tierra no la reconoce ni la madre que la parió,
pues todo se transforma, anual, semestral o mensualmente , casi semana por
semana y en ocasiones a diario.
Pero es
lo que hay, te guste, me guste, nos guste o no.
Y vuelvo a
pensar y me digo:
Y mañana, qué?
Quicopurriños
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