HARD ROCK: PORQUE YO NO SOY TONTA
ANA
PARDO DE VERA
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el de la Generalitat,
Pere Aragonés, en una reunión en Moncloa. / Alberto Ortega (Europa Press)
El proyecto del grupo Hard Rock para instalar un complejo de casinos y hoteles en Tarragona lleva años incrustado en la política catalana, lo cual, vistos los antecedentes (¿Recuerdan el ídem fallido de Eurovegas en Madrid, con toda la polémica sobre si Sodoma y Gomorra serían Disneyland al lado del plan del difunto magnate Adelson en nuestro país?), no parece la mejor forma de comenzar esa cacareada nueva era de la economía catalana basada en proyectos sostenibles para un modelo productivo del siglo XXI, o eso plantean. No: casinos por todas partes, una piscina más grande que la Diagonal de Barcelona, hoteles llenos de fuentes y vegetación casi tropical en una zona arrasada por la sequera, franquicias de restaurantes de ésos ruidosos y coloridos que imitan a los de Las Vegas ... no son lo que en lenguaje político-progresista se llama "objetivos de la Agenda 2030" para el mundo habitable e, incluso, acogedor que queremos dejar a nuestros hijos y nietas.
Por eso sorprende
el empeño del PSC en sacar adelante un proyecto paralizado desde hace años por
las resistencias que genera -en buena lógica del "pan para hoy, hambre
para mañana" y agua en ningún momento-. Lo mismo que llama la atención que
haya sido aceptado por ERC en sus fallidos presupuestos para 2024 o, incluso, y
puesto que el plan de Hard Rock parece abocado al fracaso sin que nadie lo diga
abiertamente, el rechazo innegociable de els Comuns a los casinos para apoyar
las cuentas. Creo que, sumando incoherencias y pataletas de aquí y allá (si no
me apruebas el Hard Rock, o lo contrario, no respiro), la voladura del proyecto
de presupuestos del Govern, el adelanto electoral autonómico al 12 de mayo o la
negativa de Pedro Sánchez a negociar sus propias cuentas en el Congreso, a los
ciudadanos/as -y veremos a los/as catalanes el 12-M- se nos ha quedado cara de
idiotas.
La sensación de que
alguien, muchos "alguien", nos han tomado el pelo con lo del Hard
Rock de los desvelos de Catalunya va in crescendo inevitablemente, y es normal,
porque tontas tampoco somos y aprender, vamos aprendidas de sobra por este
valle de sombras en que se ha convertido la política española. Un Govern de ERC
más débil que las uñas de un bebé-gato necesita unos últimos presupuestos para
cumplir con el objetivo-obsesión de su president: cumplir cuatro años de legislatura
que no se conocen en Catalunya desde la etapa José Montilla (2006-2010).
Precisamente, por esa debilidad extrema de los de Pere Aragonès, son
imprescindibles los votos del PSC y Els Comuns para dar luz verde a las
cuentas. Los socialistas se niegan a retirar el Hard Rock de estos presupuestos
territoriales y Catalunya en Comú, a aceptarlo. ERC, poco partidaria del
proyecto pero dispuesta a tragar, se debate entre ambos, cuyas marcas estatales
gobiernan en coalición en España y, a su vez, necesitan a los de Esquerra para
sacar adelante los presupuestos generales en Madrid. Todo salta por los aires:
ni presupuestos catalanes, ni generales, ni estabilidad de legislatura: vamos a
elecciones en el mes que queda entre los comicios vascos (21 de abril) y los
europeos (9 de junio), el 12 de mayo.
Es imposible
hacernos creer, con la que está cayendo en Europa y allende los mares (la
sombra de Trump es alargada) que un proyecto abocado al fracaso, más propio del
Gangs of New York de Scorsese que de un país que pretende ser referente de
lucha contra la emergencia climática en Europa y basar su modelo productivo en
ello, ha dinamitado la legislatura catalana y ha puesto en stand-by la
española, ambas lideradas por sendos gobiernos que se dicen progresistas. No
cuela.
A Sánchez en este
momento, a Aragonés en todos desde que se quedó solo en el Govern, a Sumar- Els
Comuns porque necesitan aire para recuperarse y hasta conformarse les
interesaba este adelanto electoral, aunque tampoco sea garantía de nada. Pero "peor
es morirse", que decía aquella niña sobre la incomodidad de las
mascarillas, y PSOE, Sumar, ERC y Catalunya en Comú atraviesan una zona de
indefinición cargada de espinas para cuya salida, los comicios del 12-M parecen
la mejor opción, además, si se confirmara un tripartipo de izquierdas o, al
menos, un bipartito PSC-ERC con presidencia de Salvador Illa y apoyo comú.
Ahí esta, no
obstante, Carles Puigdemont con su séquito de Junts para recordarles que el
otrora muerto está más vivo que nunca y es el líder indiscutible del
independentismo catalán más aguerrido. No se quedará, por tanto, de brazos
cruzados, al revés, y aunque parece mucho decir todavía, torres más altas han
caído: si los planes a Sánchez no le salen bien con la Presidencia de la Generalitat
y la alianza firme con ERC, la legislatura en España empezará a ser el desfile
de The walking dead, ese sí, muy propio para el Hard Rock catalán de las malas
excusas. No descarten, pues y todavía, otras generales en 2025 y el abandono
del oficio de tantos periodistas como esta plumilla.
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