Ayuso sí paga a
traidores
ANA PARDO DE VERA
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz
Ayuso, junto a su antecesor, Joaquín Leguina..- EFE/Fernando Alvarado
Los últimos buenos recuerdos que tengo del Joaquín Leguina PSOE, antes de que se tranformara en el Joaquín Leguina PP, son buenos y de hace cerca de 25 años: no coincidimos muchas veces, pero las que lo hicimos fueron divertidas e interesantes. Como tantos otros políticos cuya cultura vastísima no casa con algunos giros insospechados de su comportamiento, el expresidente de la Comunidad de Madrid era un tipo de conversación arrolladora, con un ego inmenso, nada nuevo en tantos señores de su gremio y época de brillos. No sé cómo estará ahora, hace mucho que no lo veo, y mejor así, aunque probablemente no recuerde conocerme, yo acababa de llegar a Madrid en 1998 cuando La Voz de Galicia ya había comprado la cabecera de Diario 16, y andaba aprendiendo/trabajando -que en este oficio es siempre-, así que nada mejor que ir conociendo a unos y otras de la pomada política, muchos más que muchas todavía. El Cock madrileño era un buen sitio, allí íbamos los plumillas a buscar fuentes decanas e información; allí iban también quienes siempre tenían algo que contar. El maestro de periodistas y amigo Manuel Sánchez, que recientemente presentó en el Ateneo de Madrid su LIBRO (con mayúsculas) Zapatero, el legado progresista (Ediciones B), ya lo avisó en su primera publicación Las noticias están en los bares (Libros.com): hay que "hablar con la gente y mirarla a la cara".
En El Cock conocí
a Leguina, y aunque andaba desconfiado de primeras, enseguida se soltó y nos
divertimos muchísimos con sus historias. Después, pasado un tiempo, volvimos a
coincidir en el recientemente extinto semanario El Siglo
de Europa, dirigido por Pepe García Abad e Inmaculada Sánchez. Recuerdo, sobre todo, cuando la
exministra de Justicia de Aznar, Margarita Mariscal de Gante,
nos denunció por sacar un reportaje sobre un libro de Leguina en el que raptaba al padre de la ministra para dar cuerpo a
un personaje de su libro Cornudos (Alfaguara).
La verdad, fue un momento surrealista y el juicio -obviamente-no llegó a nada;
así lo contó Leguina en una entrevista en 2005: "He tomado de las memorias
de García-Posada (La Quencia,
Atalaya), transformándolos, algunos pasajes respecto a la Sevilla de entonces
... pero en 'El corazón' , respecto a la represión, tomé referencias muy
cercanas, incluso personales. Fue en Cuernos cuando
tomé a un juez como ejemplo de cornudo ... Tuve que ir a declarar a un juicio
que le planteó Mariscal de Gante [la hija del juez franquista, exministra] a
una revista porque ésta, la revista [El Siglo de Europa],
había publicado que mi juez en Cuernos era un
retrato de Mariscal de Gante. El cuento se titula 'Hold up'".
¿Que fue de aquel Leguina sarcástico y
divertido, que se volvió rencoroso, cascarrabias y derechuzo -de la derecha rancia- por puro interés
personal y acabó cargando contra Zapatero, Sánchez, el PSOE casi en su conjunto
y haciendo campaña y votando a Isabel Díaz Ayuso (PP),
la presidenta trumpista de Madrid, que
ahora lo ha hecho consejero de un organismo, la Cámara
de Cuentas, recién cortado a medida del Gobierno madrileño más de ultraderecha
que se recuerda, con su sueldecito de
más de 100.000 euros al año? Supongo que la transformación era inevitable, al
fin y al cabo, Leguina cumplía todos los requisitos de ser uno de ésos a los
que paradójicamente llamamos "señoros de
izquierdas": suya es la frase, por ejemplo, en el Chester de Risto
Mejide, "Hay que educar a las mujeres
para que no se dejen pegar", pensando, con todo su desparpajo,
en que sean hombres como él quienes las eduquen.
El expresidente madrileño lleva muchos
años desplegando la mejor de las opiniones sobre Ayuso antes, incluso, de que
la entonces aliada de Pablo Casado fuera
presidenta, él sabrá por qué. Lo que es indiscutible es que, pese a sus quejas
contra el PSOE, cuando fue expulsado del partido en 2022 por pedir públicamente
el voto para el PP de Madrid, es posible que se presentara
como un mártir ante la (ultra)derecha y como tal haya sido bendecido.
Seguramente, Leguina ya es el ídolo de Juan Carlos Girauta y algunos
más de idéntica calaña, incapaces de soltar la teta pública
hasta el último día de su vida.
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