El acantilado
DUNIA SÁNCHEZ
Ya he llegado, estoy en la cima del acantilado. Una cierta bruma
me acoge sin poder conquistar con mis ojos abatidos el más allá. Mis piernas se
detienen, mis manos usurera de caricias se agotan…pero estoy aquí. Me pregunto
de donde vengo, si he nacido o no. Mi vida parece ser agitada por la ceguera,
por el mecer de un oleaje que solo escucho…viene y va, va y viene moldeándose,
muriendo contra las afiladas, deformes y negras rocas. Me detengo, mis pies
creo que están en el filo, noto la ausencia del viento y la pesadez de esta
bruma que a cada instante aumenta ¿Soy yo? O es mi alma la que inspira y espira
en este momento en este acantilado bien alto, bien fuerte, con silueta de alas
resquebrajadas. No, no me doy cuenta, el tiempo pasa. Yo, aquí estática. Seré o
no seré. Apartada de todo la nada me acompaña, me cuestiona el veredicto a
tomar. No sé, se me antoja seguir aquí, en la cima del acantilado. No hallo
solución a los Dioses que pueblan esta esfera llamada tierra. Todos los
escritos es lo mismo. Tomare alguna cuerda en el bolsillo y la decorare con
piedras, piedras de esta tierra, de este acantilado y oraré por no sé quien,
quizás, por mi, por esos dioses que no responden.
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