PODEMOS INVADE
CATALUNYA
ANÍBAL MALVAR
La verdad es que no sé por qué la gente se asusta tanto del 155.
Al fin y al cabo, solo ha derivado en un gobierno democrático en la cárcel.
Peor es lo de Podemos. Así lo titula El Mundo en su portada de hoy: Pablo
Iglesias interviene Podem para entregárselo a Ada Colau. Jolín, jope y jová,
que diría Letizia a sus compiyoguis. Esto sí que es antidemocrático. Que
alguien me traiga las sales.
Ya estoy viendo a Albano Dante Fachín, líder podemita catalán
descabezado por haber votado sí a la secesión, circulando en los furgones
policiales prestados por Maduro hacia una celda de Alcatraz. Sin comida ni ropa
ni agua. Si, por ejemplo, Xavier García Albiol hubiera decidido apoyar los
resultados del 1-O y la DUI estaríamos hablando de otras actitudes mucho más
democráticas que las de Pablo Iglesias: Soraya abriendo una oficina en
Catalunya con psicólogo, Cospedal ofreciéndole un despido en diferido,
Fernández Díaz le pondría micrófonos en el despacho para vigilar si llora por
las noches, Alfredo Urdaci le haría telediarios personalizados… Pero los de
Podemos tienen otra actitud, derivada sin duda de sus erradas lecturas
literarias, y han intervenido Catalunya.
Da una pena horrible la deriva podemita hacia lo dictatorial.
Mira que intervenir el partido en Catalunya. Ahora Dante Fachín es el Leopoldo
López de la prensa nacional. O casi. A ver si el ex líder morado catalán es
capaz de preñar a su novia, como el venezolano, a pesar de estar encerrado en
una celda de aislamiento vigilada por Juan Carlos Monedero vestido de motero
hard-sex, o como se diga eso tan guarro. Lo dudo. Son unos blandos.
Pero, entre razzia y razzia de Pablo Iglesias, en España están
pasando otras cosas de gran importancia que quedan solapadas por el espectáculo
gore que va dejando llena de vísceras amigas a la izquierda española. No sé si
os habéis enterado de que han metido en la cárcel a tres cuartos de gobierno
autonómico legítimo. Eso sí. Como dice el ABC, en la “lujosa” cárcel de
Estremera, donde, ojo al dato, “los reclusos disponen de gimnasio,
polideportivo, piscina, biblioteca, aulas, salas audiovisuales y salón de
actos”. Por eso no se quejan, los hijos de puta. Viven mejor que cualquier
español medio. Y luego dicen que les robamos. Me duele en la bandera tanto
privilegio.
La gente humilde, como Luis Bárcenas o Correa o Granados o
Ignacio González, españoles encarcelados por sus ideas sobre Suiza, jamás
gozaron de tan áureas prebendas. Se encargan de recordárnoslo los periódicos de
papel. El Mundo de este viernes editorializaba así su comparación entre uno y
otro caso: “No constituye una noticia particularmente edificante que nadie
entre en prisión por causa de una ejecutoria fraudulenta, pero ni el ejercicio
de la política está eximido de la vigilancia del código penal, ni es más
apropiado pasar un año en la cárcel sin juicio por robar el dinero de todos los
ciudadanos que por tratar de robarles su soberanía. De hecho es bastante más
grave lo segundo, como bien recogen las penas decididas por el legislador”.
Clarinete, que diría Baudelaire. A los españoles, que nos roben
dinero siempre nos ha parecido hasta relajante. Pero yo, por defender la
soberanía, permito que mis hijos se mueran de tifus. Y mi gesto es aun más
corajudo que el de nadie, pues yo ni siquiera tengo hijos. Buenos somos nosotros
con la soberanía. No he visto a ningún español que no anteponga la soberanía a
cualquier otra circunstancia contingente o incontingente. Yo mismo tengo muchos
amigos catalanes a los que no les dejan hablar español ni en la intimidad que
han perdido su casa, su ahorros, su familia, que se les ha muerto la abuela en
la lista de espera de un hospital público, y sin embargo permanecen en pie y en
dignidad gracias a su fe en la soberanía. Esos son mis héroes. Los españoles.
Bien lo expresa en el mismo periódico el columnista Santiago González, que
llama a Puigdemont “este pobre menguado”. Solo una persona con su soberanía
intacta tendría el valor de describir al president con tal finezza en horario
de lectura infantil.
El País también nos compara a los pérfidos catalanes
encarcelados con las pobres víctimas peperas de la corrupción, injustamente
privados de libertad por defender, de Andorra a las Islas Caimán, su cultura y
sus tradiciones. “Los ocho políticos que la juez ha enviado ahora a prisión no
son los primeros que sufren cárcel en este país. Cabe recordar que muchos de
los que les han precedido pertenecen al partido gobernante, el de Mariano
Rajoy, lo que demuestra la independencia judicial y no lo contrario”.
Quiero dejar un último mensaje de conciliación, en estos tiempos
sediciosos y de intervenciones podemitas sobre la democracia catalana.
Sencillamente tres palabras que resumen el sentir de cualquier amante de la paz
y la esperanza. Tres palabras, nada más: a por ellos, oé (oé no es una palabra,
¿no?).
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