¿A QUÉ JUEGA EL PP? EL ESPERPENTO NUNCA
VISTO
FRANCISCO J. CASTRO*
En los medios en los que he trabajado
siempre me ha tocado escribir de política y economía, aparte de otras
muchísimas cosas que a uno le tocan de rebote. No elegí yo esa faceta del
periodismo, me vino así impuesta, pero podía haber pedido ser comentarista
deportivo y alegrarme de los calzoncillos que anuncia Cristiano. Son cerca de
cuarenta años en periodismo y nunca he visto un esperpento como el que se está
viviendo con la crisis de Cataluña. Y, miren que en tantos años he visto cosas
raras.
Recuerdo mis comienzos en La Tarde
junto a mi querido amigo Anghel Morales y mis colaboraciones en la mítica
Gráficas Yurena. Y recuerdo que esos tiempos todavía se hablaba de la
independencia de Canarias con fuerza, o al menos seguían los ecos, y había
publicaciones diversas sobre el tema. Pero, a diferencia de hoy, había gente
con categoría periodística y política. La gente de un lado y de otro tenían las
ideas claras y sabían adónde ir.
Hoy, la política ha quedado degradada
con mediocres que solo saben ir en una dirección: ganar el poder a toda costa,
y dirigir al pueblo como borregos con embustes de toda índole. Comparemos los
debates parlamentarios de hoy con los de las distintas épocas de Aznar y
González, o los anteriores después de la Transición. Observen, por ejemplo, el
currículum de los primeros senadores.
La pregunta, para centrarnos en el
tema es: ¿A qué juega el PP con la crisis de Cataluña? Porque los
independentistas lo tienen claro: seguir adelante con su proyecto, y cada paso
que dan está perfectamente organizado. Pero, el PP, ¿tiene algún paso
organizado? Vemos que al mismo tiempo que aplican el 155, un ministro asegura
que no le desagradaría que Puigdemont se presentara a las elecciones; vemos que
una vicepresidenta baila en un canal de televisión (se conoce que está de
moda); vemos que los ex consejeros catalanes encarcelados han pedido libertad
para hacer campaña electoral, y no hay que descartar que se la concedan; vemos
que Puigdemont se pasea por Bélgica y lo atienden como a un héroe y hace
campaña desde Bélgica; vemos cómo el presidente del Gobierno y una senadora
independentista se intercambian regalos en el Senado en pleno 155, como cuando
dos equipos de fútbol se intercambian los banderines; vemos al vampiro de
Hacienda que tiene un discurso ambiguo sobre sí pero no vamos a intervenir; y
vemos, cómo no, que se han disparado las encuestas de intención de voto y la
guerra de los niveles de audiencia de los canales de televisión. A ver qué
canal ha hecho del culebrón el más atractivo. Porque la guerra, precisamente,
está en los medios. Pero, ¿todo esto qué es?
No me quiero alagar con las
contradicciones del PP, pero una cosa sí es segura: ahora el caos es mayor con
el 155. No es extraño que el PIB catalán se esté desmoronando, y como
consecuencia, también el del resto de España. Pero vayan a saber lo que está
sucediendo por las cloacas del Estado (así se decía desde que empecé en
periodismo) con todo este asunto. Mientras el PP dice que todo va bien, que
todo se ha normalizado en Cataluña, en esa comunidad se suceden las
manifestaciones independentistas; la incertidumbre no para de crecer entre
todos los catalanes; la economía se desmorona por la incertidumbre, y un largo
etcétera que conozco de primera mano, porque tengo amigos catalanes.
Mientras el PP dice que hay
“recuperación económica” en España, no bajan los niveles de desempleo, la
pobreza llega hasta un 40%, según el estudio que se observe; la deuda española
crece cada día; el vampiro de Hacienda acaba de pedir un crédito para pagar las
pensiones; a los autónomos y pequeñas empresas los tienen fundidos a impuestos;
mientras el Gobierno baja en un 25% los impuestos a las grandes empresas,
funden a los autónomos, etcétera, etcétera. Esta es la “recuperación
económica”.
O hay 155, o no lo hay, o se aplica la
ley para todos, o no se aplica, pero esta obra de teatro supera a otras que
hemos tenido en democracia. Y, hablando de democracia, a los partidarios de una
república española les pregunto: ¿Para qué vamos a cambiar de sistema político
si los gobernantes van a seguir con la misma actitud? Miremos a nuestro
alrededor: busquen una república donde no haya corrupción y donde los
ciudadanos no estén hartos.
Si Cataluña ha sido la peor crisis, el
PP significa la mayor lacra para este país. Les doy una idea, aunque sea
excepcional, porque la situación es excepcional: recoger firmas y facilitarle
una puerta giratoria al presidente del Gobierno. Creo que en esta ocasión vale
la pena.
Foto: Alexas. Creative Commons
*Periodista
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