LOS CLAVELES TAMBIÉN SE MARCHITAN
LUIS RIVERO
AFONSO
El 25 de abril de 1974 el Movimiento de las Fuerzas Armadas
derribó el régimen fascista, coronando la larga resistencia del pueblo
portugués e interpretando sus sentimiento profundos". Así se expresa el
inicio del preámbulo de la Constitución portuguesa del 2 de abril de 1976.
La revolución de abril del 74 puso fin a la dictadura más
longeva de Europa. El régimen salazarista, instituido en 1933, se perpetuó en
el poder durante más de cuarenta años. A pesar del fallecimiento de Salazar, la
dictadura se prolongó cuatro años más de la mano de su sucesor, Marcelo
Caetano, último jefe de gobierno del régimen.
En la madrugada del 25 de abril de 1974, los tanques ocuparon
las calles de Lisboa. Y desde primeras horas de la mañana, la población salió a
la calle en apoyo de la insurrección, mientras a través de las ondas de Radio
Renascença sonaba el Grândola Vila Morena de José Afonso que se convirtió en
santo y seña de la revolución.
Apenas transcurridas doce horas desde el inicio de la rebelión,
Caetano entregó el poder al general Antonio Spínola, alto mando de confianza de
los sublevados. El pueblo aupó a los jóvenes capitanes que protagonizaron esta
revolución singular, y celebró en las calles el final de la dictadura y el
triunfo de la democracia en medio de un mar de claveles rojos.
Aquella revolución que floreció en abril fue una revolución
hermosa. Porque puso fin a cuarenta y ocho años de dictadura cruel y despiadada
que había sometido a Portugal y sus colonias. Y lo más importante, lo hizo sin
que se derramara ni una gota de sangre.
El artífice de aquella rebelión fue el entonces teniente coronel
Otelo Saraiva de Carvalho. Era el jefe del puesto de mando que dirigía, desde
un lugar secreto de Lisboa, el levantamiento militar-popular. Los periodistas
portugueses llamaron a aquellos hombres que se encerraron durante casi dos
días, sin dormir y prácticamente sin comer, "los hombres sin sueño".
Paradójicamente, todos ellos perseguían un sueño, algunos no han dejado de
hacerlo durante toda la vida, como Otelo Saraiva. Pero aquel sueño le salió
caro. Otelo ingresó varias veces en prisión donde se pasó unos cuantos años. Se
le acusó, entre otros delitos, de ser el cerebro en la sombra de una
organización armada de "extrema izquierda" (las Fuerzas Populares 25
de abril). Que él atribuyó a un montaje desde la dirección del Partido
Comunista de Alvaro Cunhal al objeto de impedir que participara en la campaña
electoral de 1984.
La Revolución de los Claveles fue un bonito sueño, y seguramente
por eso acabó como acaban todos los sueños bonitos, con un despertar
decepcionante al comprobar que todo había sido un sueño. Así y todo, la
revolución de abril dio a la luz una de las constituciones más progresistas del
mundo. Al menos, el texto que fue aprobado por la Asamblea Constituyente, tras
un auténtico proceso constituyente democrático (a diferencia de España) que se
puso en marcha en 1975.
Las sucesivas reformas constitucionales que se han sucedido
desde entonces han restringido los principios de corte social y democrático de
la carta magna. Algunas de ellas a causa de los desmanes de eso que llaman
ahora "neoliberalismo", y que no es más que una nueva forma de
totalitarismo enmascarado y dirigido desde los "ambiguos mercados".
Pero mirando hacia atrás en el tiempo, uno se da cuenta de que
la revolución portuguesa estaba llena de presagios.... De malos presagios,
diría yo. El primero de ellos fue cuando el 25 de noviembre de 1975, la facción
más entusiastas y revolucionaria de las Fuerzas Armadas que pretendía seguir
profundizando en el proceso de democracia participativa y conquistas sociales,
fue descabezada definitivamente.
La segunda premonición fue el encarcelamiento del icono de la
Revolución de los Claveles, el general Otelo Saraiva de Carvalho. Que para él
supuso el despertar brusco de aquel romántico sueño juvenil.
El tercero y definitivo fue la muerte, tras una larga
enfermedad, de José Afonso (el autor de la Grândola Vila Morena), la voz de la
revolución. Con su desaparición la revolución pareció guardar silencio
definitivamente, y Portugal dejó de ser "terra da fraternidade". Del
espíritu de abril sólo parecen haber quedado algunos lamentos.
Dicen que en las protestas de septiembre de 2012 contra las
medidas de austeridad del gobierno de Pedro Passos Coelho, los manifestantes
entonaban en las calles el Grândola Vila Morena.
El 25 de abril del mismo año, los capitanes de abril boicotearon
los actos institucionales en conmemoración de la Revolución de los Claveles.
Apelando, precisamente, al espíritu de abril, protestaban contra los
sacrificios impuestos a la población y el rumbo político que está tomando el
país.
El 15 de febrero de 2013, cuando el primer ministro Passos
Coelho empezaba su intervención en una sesión de control al Gobierno en el
parlamento, fue interrumpido por la gente apostadas en las tribunas con el
canto del Grândola Vila Morena.
Recientemente, en marzo de 2014, los antidisturbios lusos se
enfrentaban a sus colegas de la policía, sublevados por sufrir severos recortes
en los sueldos. Otro muestra de torpeza de las políticas de austeridad
comandadas desde "el centro de Europa". Como mismo la dictadura de
Caetano descuidó el descontento creciente entre los miembros de la Fuerzas
Armadas, los políticos-autómatas de la Troika quizás estén olvidando un
principio fundamental (en defensa de sus propios intereses): que para tener
sometida a una población descontenta, los guardianes tienen que estar bien
pagados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario