DON GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
JUAN HENRÍQUEZ
No
pertenezco a ése repertorio de privilegiados que han conocido personalmente a
García Márquez, mucho menos al grupo de hipócritas y aprovechados que lo han
utilizado en interés propio. Me sumo a los millones de lectores del gran
maestro que supo escribir sin adulterar la realidad observada para convertirla
en mágica.
Siendo
uno de mis autores favoritos, curiosamente no me acerqué a Gabriel García
Márquez por su genial obra Cien años de soledad,
sino que fue a través de sus Obras Periodísticas recopiladas durante los años
que ejerció el periodismo a través de la información en diferentes medios de
comunicación y episodios de actualidad. Tal vez lo hice pensando en adquirir
ciertas habilidades literarias. Reconozco que cometí un error de bulto, porque
su verdadero estilo, y sin duda, su capacidad para convertir la realidad en
mágicas situaciones, la desarrolló en obras cómo la señalada de Cien años de soledad.
En
mi biblioteca hay un espacio ocupado por al menos cuarenta obras de Gabo,
nombre por el que se le conoció familiarmente, y entre sus amigos. Siempre tuve
un problema para pronunciar el lugar de su nacimiento: Aracataca. A fuerza de
repetirlo una y otra vez, terminé por aprendérmelo. De todas formas, para mí la
pureza y el desnudo literario de García Márquez está en la pequeña obra de El
CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA, al menos es, junto a LA HOJARASCA,
desarrollada en el emblemático mito de Macondo, las novelas que mentalmente me siguen
a cualquier parte.
De
los genios sólo quedan las obras, su vida y actos son el anexo complementario.
A partir de su muerte, Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura en
1.982, pasará a formar parte de los clásicos de la Literatura Universal. Junto
a Don Quijote de la Mancha, La divina comedia, Hamlet, Los Miserables y El
nombre de la rosa, deberá inexcusablemente figurar Cien años de soledad.
Leyendo tu obra literaria, he crecido intelectual y humanamente: ¡Gracias Don Gabriel
García Márquez!
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