miércoles, 30 de abril de 2014

EL FÚTBOL NO MATA EL HAMBRE



EL FÚTBOL NO MATA EL HAMBRE
ANGHEL MORALES

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Las vacaciones son esos días donde perdemos de vista las personas que nos dan la lata.

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Dos semanas para repararme la tele... y se siguen viendo las mismas porquerías que antes.

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La mayoría de los matrimonios solo se ponen de acuerdo en una cosa: en el divorcio.

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Cuando Dios dijo : ¡Hágase la luz!, ENDESA-UNELCO ya estaba cobrando los recibos.

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Es una excavación muy profunda, ¿no cree usted? ¡hombre...! tengan en cuenta que no buscamos petróleo, sino el juego del Bayern.

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Adquiere tu propia sabiduría no camines con la sabiduría de los demás.

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Con toda seguridad, el extranjero es mucho mas grande que España.

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Desmentido: No es verdad que PP
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De los remedios caseros que tampoco curan la gripe el mejor es el whisky.

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De pequeño no me entraban las letras... ahora las devuelvo.

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Se supo: en el principio fue el caos.

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Hay políticos que no dicen mas tonterías porque no pueden.

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Algunas veces se llega al divorcio por hastío, otras veces pos has-tías.





Adán y Eva no tenían ombligo ni suegra.

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Los políticos no se crean ni se destruyen, solamente se transforman.

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Prohibido deprimirse los psiquiatras están cobran precios de locura.

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¿El ósculo es un beso que se da por la espalda?



LO QUE HAY QUE DECIR, pòema de Günter Grass



LO  QUE  HAY  QUE  DECIR
Günter Grass

Por qué guardo silencio, demasiado tiempo,
sobre lo que es manifiesto y se utilizaba
en juegos de guerra a cuyo final, supervivientes,
solo acabamos como notas a pie de página.

Es el supuesto derecho a un ataque preventivo
el que podría exterminar al pueblo iraní,
subyugado y conducido al júbilo organizado
por un fanfarrón,
porque en su jurisdicción se sospecha
la fabricación de una bomba atómica.

Pero ¿por qué me prohíbo nombrar
a ese otro país en el que
desde hace años —aunque mantenido en secreto—
se dispone de un creciente potencial nuclear,
fuera de control, ya que
es inaccesible a toda inspección?

El silencio general sobre ese hecho,
al que se ha sometido mi propio silencio,
lo siento como gravosa mentira
y coacción que amenaza castigar
en cuanto no se respeta;
“antisemitismo” se llama la condena.

Ahora, sin embargo, porque mi país,
alcanzado y llamado a capítulo una y otra vez
por crímenes muy propios
sin parangón alguno,
de nuevo y de forma rutinaria, aunque
enseguida calificada de reparación,
va a entregar a Israel otro submarino cuya especialidad
es dirigir ojivas aniquiladoras
hacia donde no se ha probado
la existencia de una sola bomba,
aunque se quiera aportar como prueba el temor...
digo lo que hay que decir.

¿Por qué he callado hasta ahora?
Porque creía que mi origen,
marcado por un estigma imborrable,
me prohibía atribuir ese hecho, como evidente,
al país de Israel, al que estoy unido
y quiero seguir estándolo.

¿Por qué solo ahora lo digo,
envejecido y con mi última tinta:
Israel, potencia nuclear, pone en peligro
una paz mundial ya de por sí quebradiza?

Porque hay que decir
lo que mañana podría ser demasiado tarde,
y porque —suficientemente incriminados como alemanes—
podríamos ser cómplices de un crimen
que es previsible, por lo que nuestra parte de culpa
no podría extinguirse
con ninguna de las excusas habituales.

Lo admito: no sigo callando
porque estoy harto
de la hipocresía de Occidente; cabe esperar además
que muchos se liberen del silencio, exijan
al causante de ese peligro visible que renuncie
al uso de la fuerza e insistan también
en que los gobiernos de ambos países permitan
el control permanente y sin trabas
por una instancia internacional
del potencial nuclear israelí
y de las instalaciones nucleares iraníes.

Solo así podremos ayudar a todos, israelíes y palestinos,
más aún, a todos los seres humanos que en esa región
ocupada por la demencia
viven enemistados codo con codo,
odiándose mutuamente,
y en definitiva también ayudarnos.
                                                                    Günter Grass