¿QUÉ SERÁ LO SIGUIENTE? ¿REPARTIR
BENEFICIOS?
ANA PARDO DE
VERA
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda
Díaz, y el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi.- EUROPA PRESS / Eduardo
Parra
La CEOE y Cepyme han confirmado oficialmente este martes que no apoyarán la propuesta del Ministerio de Trabajo para reducir la jornada laboral de 40 hasta 37,5 horas semanales en 2025. Sorpresa para nadie, en realidad, pese al optimismo que mostraba (o "trataba de") la vicepresidenta Yolanda Díaz en las negociaciones con la patronal hace unas semanas. La noticia se ha conocido en plena emergencia por la catástrofe de València y Albacete y, precisamente, cuando se ha hecho pública la situación de tantos y tantas trabajadoras a los que no se interrumpió su jornada laboral en plena tromba de agua hace una semana; o cuando se descubren casos como el del electricista residente en Alfafar al que su jefe amenaza con represalias por llegar tarde a trabajar tras caminar varias horas hasta su puesto y denunciarlo. Sin coche, sin transporte público y en condiciones muy complicadas por los efectos de las inundaciones, Fabián Leal contó en La hora de la 1 (TVE) que tuvo que ir a trabajar por imperativo empresarial. Lo hizo, además, el mismo día que el Gobierno activó los ERTE para tratar de proteger a trabajadores y empresas de los efectos del temporal más destructivo de este siglo, al menos.
Denunciar los
abusos laborales sigue siendo muy complicado cuando planea el fantasma del
despido y, pese a que la CEOE apela a una debilitación de la negociación
colectiva si se aprueba la reducción de jornada por ley, la realidad es tozuda:
actualmente, el 41% de trabajadores no cobran ni cotizan por las horas extra
que hacen, es decir, según la Encuesta de Población Activa, cuatro de cada
diez trabajadores que echan horas extra no cobran ni un euro más por ellas. El
problema no es que la jornada sea larga; el problema es que se hace tan larga
como sea necesario para el empleador en demasiados casos y sin remunerar,
lo que genera que España sea uno de los países de la UE con mayor
insatisfacción laboral, por los bajos salarios y los problemas de conciliación,
a los que se añade el problema del acceso a una vivienda de precios obscenos.
La reducción de
la jornada laboral solo es una de las patas de la reforma estructural
pendiente del Gobierno de coalición para mejorar las condiciones de vida de los
y las trabajadoras: mejores salarios, horas extras remuneradas, derechos
básicos e igualitarios de conciliación entre el trabajo y la vida personal y
otras aportaciones más novedosas, como que las empresas repartan sus
beneficios entre los trabajadores y que esto se garantice por ley, a imagen
y semejanza de Francia, que la aprobó en 2023. El país vecino, por cierto, tiene una jornada laboral de 35
horas. La propuesta del reparto de beneficios todavía es
solo una propuesta del PSOE para sacar adelante junto a otras 229 en su 41º
Congreso Federal, tal y como adelantaron Palomera y Monrosi en ElDiario.es,
pero si a la patronal le da urticaria la reducción de la jornada laboral por
ley, imagino lo que pueden pensar del reparto de sus beneficios,
teniendo en cuenta que no es lo mismo una extra que un reparto. Ojalá me
equivoque.
Al Gobierno se
le complica la aprobación parlamentaria de una reducción de jornada que ahora
deberá pactar con los sindicatos, que van más fuertes que la patronal, aunque
en sentido contrario, y ya han advertido de que habrá movilizaciones si no se
aceptan sus condiciones. De llegar al acuerdo con CC.OO. y UGT, PSOE y Sumar
cuentan en el Congreso con los apoyos de sus socios de investidura de
izquierdas y previsiblemente, dicen, con el del PNV, aunque seguirían
necesitando sí o sí los votos de Junts o el PP para que salga adelante. La
sombra de la patronal, sin embargo, es tan alargada como los 40 años que
llevamos con la jornada laboral vigente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario