LA MADRE 6....NARRATIVA
DUNIA SANCHEZ
Uhm…tengo miedo hija. Cómo puede ser esto…tengo miedo, mucho miedo. A veces todo se desborda. A veces el ser humano se vuelve arisco, nefasto ante lo que no asciende del. Un verdadero temor que me convierte en un pájaro invisible tras los espejos que te reflejas. Tu no decaigas, ya has sufrido y penado bastante. Ahora, en el amanecer, me fijo en ese anciano quieto y el perro canelo y flaco en sus pies. No se mueven, no se tambalean, aunque la amenaza sea real, existente a su alrededor. Tengo miedo hija que todo esto se expanda. Ustedes, seres de la nada estáis derivados a la nada, a precipicios donde lo irracional los abraza. Uhm…hija mía, sigue lo que dice tu corazón y tus ideas. Que nadie te dañe. Que nadie te martirice con el canto de pájaros sin alas. Todos somos uno, una atmosfera donde se balancea nuestra entereza enraizada a un epicentro, la vida. Tengo miedo hija…mucho miedo. Medito, examino y los sueños se vuelven pesadillas, delirios. No por ti ni tu niño, sino por la fealdad de espíritu de unos. Te meces entre tus sentimientos, te meces en tu yo, te meces en tu persona. Te perdono todo hija. No fuiste mala hija en el ayer solo, tu condición de ser, tu condición en el amor. No fuiste mala. Ahora, aquí, en la oscuridad del espacio determino tus preocupaciones, tu malestar, tu desconfianza, tu tristeza, tus ansias. Yo lo sabía hija. Toda la vida lo he sabido. Una opacidad amargaba tu verticalidad. La condición de ser atraída por el mismo sexo no es mala hija.
Nunca lo ha sido. Son solo una opción más en esta existencia. Perdóname, hija, mi daño no era por ti, todo estaba involucrado al ritmo de nuestra manera de sociedad. Detente y medita, qué hubiera ocurrido. No eres mala hija solo, una quise protegerte. Ante la vociferación, ante la muerte y aun tengo miedo. Sí, mucho miedo. Sé que no me escuchas, pero algo te hace presentirme. Me piensas, sospechas algo y sin embargo sigues con la esperanza de volverme a ver. No hija, el anciano quieto y el perro canelo y flaco en sus pies esta ante el adiós perpetuo. Pero tu has llegado, con tu niño. Ay, hija mía, que este nuevo aroma no te entregue a riscos donde ortigas rajen tus deseos, tus propósitos. Tengo miedo hija de que un martillo hiriente te agarre y te escupa su mal aliento…sí, mucho miedo. Se tú, erguida como los pájaros al encuentro de su ruta ¿Cómo hacer? ¿Cómo decirte? Perdón, que los pájaros cantan en mi espíritu de encontrarte así, has llegado hija….El crepúsculo de la mañana viene con nuevas expectativas para ti, para tu niño. Lo sé. El crepúsculo de la mañana será de nuevas experiencias que te harán más fuerte, más alta, más tu. Míralo, ese cielo entre dorado y celeste construyendo un cielo donde los sueños avanzan, donde todo se va recomponiendo hasta la victoria de nuestras pisadas...CONTINUARÁ
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