NI UNO DE NOSOTROS EN
LAS CALLES
RUBÉN GONZÁLEZ MARTÍNEZ
Cuando
recibí el borrador: ¿ERES HOMBRE Y QUIERES SUMARTE AL PARO/MARCHA DE
MUJERES
DEL #8M? con una lista de sugerencias sobre lo que los hombres podríamos hacer,
me sorprendió no encontrar ningún punto, entre los doce mencionados, que
llamara a secundar la convocatoria de huelga al hombre, al varón. Contrastando
esta observación con una compañera, comprendí que solo existe un escenario para
este supuesto [hipotético] de acompañamiento: secundar la huelga, en esta
ocasión, significa hacernos cargo de las actividades de cuidados y el trabajo
doméstico. Y lograr que ni uno solo de nosotros acuda a las concentraciones y
manifestaciones ese día, no realice ninguna otra actividad que no sea
reproductiva.
Nuestra
participación debe servir para cuestionar nuestros privilegios cotidianos como
varones: parar para fortalecer el grado de libertad de las mujeres sea cual sea
el tipo de acción que quieran ejercer como respuesta a la represión
heteropatriarcal desarrollada por el sistema, sin límite de violencia. Y en
ningún caso anteponer nuestra participación pública a la de ninguna compañera.
Igual nos queremos plantar este 8 de marzo contra la hegemonía del capital.
Que
los varones asumamos los cuidados secundando el llamamiento a la huelga, supone
una nueva oportunidad para articular nuestro organismo en favor de la lucha por
la emancipación de las clases oprimidas. Detenernos en la organización de los
cuidados infantiles mientras las mamás participan en las actividades que se
organizan (paros, piquetes, manifestaciones) debe poder extenderse a una
cobertura en el cuidado a personas dependientes, mayores, con diversidad
funcional. Cuidemos de todas: abuelas/os, madres, padres y compañeras/os en
situación de dependencia. A más cobertura de cuidados, mejor respuesta ante la
represión y el feminicidio ejercido contra las mujeres. Apoyemos para a que
nuestras compañeras se organicen, estructuren y desarrollen sus formas de
rebeldía.
No
se puede evitar las disputa de poder que plantea una convocatoria de huelga,
aunque algunas agrupaciones, asociaciones, colectivos y movimientos esquiroles
pretendan maquillar su posición al no secundar o limitar su llamamiento a un
paro parcial. Una huelga lo que pone de relieve son los conflictos sobre los
modelos y las relaciones de producción. Parece ridículo que haya planteamientos
que pretendan visibilizar la convocatoria de huelga fortaleciendo el actual
marco de relaciones, en un intento grotesco, extravagante, esperpéntico por
justificar la descompensación productiva que se produce por la falta de un
número determinado de ‘peones’ en la ‘cadena de producción’. Es de un nivel
insoportable lo de este grupito de clerigallos. Como recordaba una pensadora
esto “… es pasar por alto la importancia teórica de la abrumadora evidencia que
documenta la subordinación capitalista de la reproducción a la producción”. Y
es aquí donde debemos situar uno de los ejes vertebrales del conflicto que se
le plantea a los hombres en su histórico estado de sitio.
“La
noción de que bajo el capitalismo, el modo de producción determina el modo de
reproducción y, consecuentemente, relaciones desiguales observables entre
hombres y mujeres, no es una forma de economicismo o un reduccionismo de clase,
sino el reconocimiento de la compleja red de efectos de nivel macro que actúa
sobre las relaciones hombre-mujer, de un modo de producción impulsado por la acumulación
de capital en lugar de por el objetivo de satisfacer las necesidades de la
gente. Sostener lo contrario, postulando la mutua interacción entre la
organización de la producción y la organización de la reproducción, o dando
primacía causal a esta última, es pasar por alto la importancia teórica de la
abrumadora evidencia que documenta la subordinación capitalista de la
reproducción a la producción. [Martha E. Gimenez. 2005]
No
sumarnos, como colectivo de hombres, a la convocatoria de huelga para no asumir
todas las tareas del cuidado y el trabajo domestico, nos sitúa del lado del
actual modelo productivo, una decisión que pasará factura a los hijos de los
pusilánimes padres que se sumen a la tortura social-demagógica del actual
modelo de opresión, que encuentra en la mujer, el principal cuerpo de
explotación sobre el que ejercer y subsumir las funciones y la formas de los
cuidados necesarios; hecho que domestica e impide dar respuestas colectivas a
la violencia que se ejerce sobre ellas como sujetos principales de la opresión,
en un modelo productivo capitalista. La complicidad de los varones, en base a
la asimilación de sus roles en las actuales relaciones de producción, impide
que se organice una respuesta desde el feminismo de clase con los grados de
libertad necesarios para hacer frente a esta barbarie. El hombre que no secunda
la huelga es un esquirol, un maltratante, un agresor o un condescendiente con
ellos, un colaborador necesario, lo que vendría a ser prácticamente lo mismo.
Hombres,
vayamos a la huelga para cubrir el trabajo reproductivo de nuestras compañeras,
madres, hijas, vecinas, aunque nos ahoguemos en la contradicción,
enfrentándonos a nuestra razón de ser, a nuestra ontogenia. Organicemos nuestro
cuidado, cuidando. Solo tenemos una salida, no encontremos recursos racionales
para la manipulación, para estar en un espacio distinto a la logística
doméstica y la cobertura de los cuidados, el hombre que permita que una mujer
no pueda acudir a la huelga por no hacerse cargo de un cuidado, será un hombre
sin porvenir, un parásito social. Pobres parásitos. Las familias que no
permitan que sus empleadas de hogar acudan a la huelga por no hacerse cargo de
las personas dependientes, son familias sin porvenir. Pobres familias.
Hombres,
no asistáis a la manifestación, que no se nos vea. Si no encontramos un espacio
al que acudir, una mujer a la que sustituir en función, si no tenemos alcance
en nuestros barrios, asociaciones, en nuestra ciudad, si no somos capaces de
dejar de ser individuos desarticulados para las funciones reproductivas, si ni
siquiera somos capaces de reclamarnos como seres públicos ejerciendo trabajo
doméstico, de proximidad, acompañando. Si os sentís solos, no acudáis a la
manifestación. No vayáis a las concentraciones. Ni uno de nosotros en las
calles para este 8 de marzo. Quedémonos en casa; pensando; solos. Reflexionemos
sobre cómo afrontarnos a partir de este 8 de marzo. El día en que las mujeres
decidieron materializar un mensaje nítido: si nosotras paramos, se para el mundo.
No
sé si llegaremos a realizar un mapa de coberturas y necesidades para la huelga.
Establecer una red de espacios de acompañamiento, un mapa de casas y hogares
que podamos constituir como bases comunitarias para el acompañamiento y el
cuidado. Veremos a ver hasta donde llegamos. Logística doméstica. Organizar
comidas, meriendas colectivas, coberturas en colegios y escuelas. ¿De verdad no
conoces a ninguna mujer que haya dejado de participar por cuidar, por asistir a
alguien?
Cuidado
machotes, machirulos progres, ecohombres, gays, transexuales, no insistáis en
vuestra condición, ni antepongáis vuestras identidades a la construcción de los
sujetos colectivos feministas. Recuerda, “si quieres una nueva experiencia en
tu vida, cansado de la rutina, planifica y realiza trabajo doméstico,
reproductivo y de cuidados. Una solución a tu abatimiento emocional”. Un
ejercicio de estrategia transformadora para el siglo XXI. Igual el feminismo es
capaz de acabar con el capitalismo persistiendo en la lucha de clases. No olvidemos
nunca nuestra función opresiva, recordando que “nadie en el mundo, nadie en la
historia ha conseguido nunca su libertad apelando al sentido moral de sus
opresores” [Assata Shakur]. ¿Cual es nuestro papel como opresores y oprimidos?
Cuidado,
señores, señoritos, señoritingos y alguna que otra señora, señorita y
señoritinga, con el feminismo de clase. Son suficientes y no están solas. Solo
debemos hacernos cargo de la opresión que hemos depositado sobre ellas. Es
posible que así, nos demos cuenta de que no queramos soportar su condición y
nos integremos a unas propuestas de porvenir, sin clases, sin explotación, sin
feminicidio, junto a todos los animales.
Nota:
Me sugieren que hasta aquí, el texto, parece tener una extensión aceptable para
ser leído y pone énfasis en los elementos fundamentales. De aquí en adelante
corre el riesgo de no ser leído. En consecuencia, este ultimo párrafo, que
sería el cierre del artículo, se ha trasladado hasta aquí. Invito a seguir
leyendo.
Debemos
adquirir condición y conciencia antipatriarcal con independencia de lo
atribuido por derecho a través de un articulado jurídico, sobrepasando a
nuestra forma representativa. Empecemos a construir nuestras relaciones con
aquellas personas que ponen resistencia subjetiva al patriarcado: la mujer
social. Para esto no es necesario esperarlas a todas para sumarnos a un proceso
de transformación que desarrolle el conocimiento necesario para realizar
nuestro nuevo conjunto de acciones y conformar así nuestros hábitos.
Hay
una parte del trabajo que debemos hacer nosotros, varones, en espacios propios
que no contaminen, no usurpen territorios, espacios, que nos permitan definir y
abarcar nuestras contradicciones y establecer nuestro principio de actividad, construir
agendas propias y abarcar un marco de formación colectiva que no evite aquellas
categorías históricas que han articulado el modelo actual de segregación e/o
igualdad, evitando así que nos concedan el premio a la Mujer del Año.
Solo
a través de una práctica acompañadora, una actividad arraigada en compañía, con
la compañía, asociadas de forma comprometida y responsable a una tarea
objetiva, podremos emerger como sujetos transformadores, rompiendo nuestra
estabilidad histórico cultural masculina.
“El
mecanismo de la conducta social y el mecanismo de la conciencia son lo mismo…
Somos conscientes de nosotros mismos porque somos conscientes de los demás y de
la misma manera que conocemos a los demás; y esto es así porque nosotros, en
relación con nosotros mismos, nos encontramos en la misma [posición] en que se
encuentran los demás respecto a nosotros… Sólo soy consciente de mí mismo en la
medida en que soy otro para mí mismo, es decir, sólo en la medida en que puedo
volver a percibir mis propias respuestas como si fueran estímulos nuevos”.
[Vygotsky, 1979, págs. 29-30]
La
única opción que tenemos para desempeñar un papel relevante como varones en el
actual contexto social, es definir un ejercicio de acompañamiento a los motivos
feministas, acompañar para establecer adecuadamente nuestra actividad [un
principio de actividad], que nos permita relacionarnos con el mundo en todas
las dimensiones del conflicto habitado, para desarrollar acciones que consigan
oponerse y minimizar los objetivos que, nosotros mismos, como varones, hemos
adoptado, apartándonos del compromiso social, relegándonos a un espacio
cómplice con lo ocurrido y alejándonos como sujetos transformadores del
metabolismo social. Debemos señalar al acompañamiento como un objetivo
vertebrador para cambiar nuestras acciones como grupo de género y establecer al
feminismo de clase como el espacio de conocimiento que es capaz de movernos a
realizar un objetivo, en resumen: hacer de nuestro motivo el detonante de una
actividad que ha sido fijada por los objetivos feministas de clase.
Aprehendamos.
Ahora,
como apéndices orgánicos de un conjunto de relaciones interdependientes, que se
articulan entorno a los modelos económicos necesarios, establecidos por el
sistema patriarcal-capitalista, realizamos nuestras acciones, compromisos y
actividades adaptados a las formas y funciones legadas y heredadas de la
familia nuclear, escenario principal para las prácticas de privatización,
represión y expoliación de la subjetividad de la mujer. Una articulación consecuente
con la subordinación sobre el conjunto total de actividades y relaciones
necesarias para un mercado; señalando al varón como el representante principal
de este modelo nuclear y motor de la represión de los estados modernos para el
mantenimiento de las actuales simetrías sociales. No solo podemos soportar esta
posición, complacientes, cómplices, sino que como clase trabajadora producimos
las acciones que mantienen y perpetúan la herencia del “sistema de los señores”
que nos expropian y explotan. ¿Seremos, como varones, los productores de un
producto patriarcal para ser expoliados y enajenados?
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