“CUANDO SE GANA
CON LA DERECHA,
LA DERECHA GANA”
JESÚS M. VIVAS
Radomiro Tomic fue un político chileno de derecha, a quien Salvador Allende le ganó la elección
Presidencial en 1970. Esta afirmación del Sr. Tomic, es absolutamente cierta.
La derecha en ningún momento abandona su principal propósito: proteger al capital,
con todo lo que esto implica. Es por antonomasia anti-socialista y rabiosamente
anticomunista.
Ni
en las ciencias existe “la pureza” cognitiva, ni la objetividad absoluta. Tan
peligrosas son ambas, como la subjetividad total. Tampoco hay la neutralidad;
se vive en una sociedad y de manera consciente tomamos decisiones con
frecuencia inducidas por el aparato sistémico. Toda ciencia debe ser social. Derechas o izquierdas es una carga
ontológica cuya dinámica casi siempre está marcada. Nuestra hominización, está
poblada de controles que representan intereses. La cuestión está en: ¿qué
intereses se defienden?
La
connotación de reaccionario a una persona de la derecha, no es gratuita ni
caprichosa; está referida a su visión
del mundo, a su práctica social conservadora, y a su vida cotidiana. Fetichizada la mercancía,
el objeto codiciado nos individualiza profundizando la fragmentación social. La
persona de derecha (las hay conscientes o inconscientes) le teme a los cambios,
reacciona contra ellos, los tolera cuando son gatopardianos. Opera defensiva y
ofensivamente, siempre defendiendo el sistema en que vive. La lógica y la razón
cuando son armas de la reacción, coloca
las deducciones y conclusiones de su lado. Los surrealistas fueron prolijos en
denuncias contra la manipulación de la razón. “Los poetas malditos” dieron en
el blanco.
No
siempre se es de derecha por tener dinero o privilegios, los ricos son una minoría y defienden lo que tienen y
cómo viven. Lo complejo es, cuando nada o muy poco se tiene y eres conservador
de lo que existe y de su precaria forma de vida. El cantautor Facundo Cabral
decía que esta mayoría de pobre “si que son pendejos, pero son mayoría”, que
generalmente ignoran todo el poder que unidos
desatarían.
El
capital que es un ente real y concreto, sabe cómo llegar y controlarlos
manipulándole los sentimientos a estos pendejos. Despolitizarlo es un asunto
previo, para despoblarlo de lo social. Si se le politiza, es con toda la
superestructura que contiene el capital. La cultura por ejemplo, puede ser un
agente de control social. Cuando esto ocurre, la contracultura está a la vista;
la lucha de clases debe profundizarse. “El penúltimo capitalista vendería la
cuerda con que se colgará al último, no es una prueba de la capacidad de la
burguesía para integrarlo todo, incluidas las armas que la combaten”. Chiste
atribuido a Vladimir Lenin.
La
derecha puede ser demagógica, limitadamente populista y hasta semi-democrática, pero jamás se aparta de su
propósito central, y menos se puede esperar, que favorezca decididamente a los
desechos que construye el capital: la pobreza. Por naturaleza y lógica, el
capital jamás podrá ser justo, ni ecuánime, ni popular, ni democrático. Como es
sabido, el capital no puede solucionar
los problemas sociales; el los causa. Si no explota al hombre y destruye a la
naturaleza perece. Son la banca, los
medios de comunicación, los empresarios, la iglesia y toda la oligarquía junta,
cerrando filas para mantenerse en el poder o para reconquistarlo.
Conocen
a los pobres, mejor que lo que ellos creen conocerse; conocen todos sus hábitos
más cotidianos. De la clase media ni hablar: es una hechura suya. Han estudiado
profundamente la siquis humana y el mercado,
y tienen toda la información científica y vulgar a su disposición, para
usarla en cada caso que le sea
necesario. Saben crear necesidades artificiales y manipular emociones. Han ideologizado a la sociedad,
para tenerla bajo su control. De la misma manera que usan el verbo, usan la
ametralladora, cuando de salvar sus privilegios se trata. Usan a los partidos,
y cuando estos se debilitan (caso Venezuela), salen abiertamente en la defensa
de sus intereses; sus empresarios son candidatos.
Históricamente
ésta derecha de siempre, nació, creció y se fortaleció apropiándose de los
presupuestos públicos, como parte de la tajada que sus amos foráneos le dejan.
Cual zamuros son carroñeros. Su sumisión al imperio es verdaderamente
bochornosa, produce nauseas. Su amo
mayor del norte hace pocos días señaló
que nuestros países: “son países de mierda” ¿Qué opina esta derecha
servil, de este cretinismo del coprófago del norte? Sabemos que estas derechas
opositoras son apátridas (en otros países son gobierno), pero, al menos por gentilicio e hidalguía, deberían dar una respuesta bípeda y humana.
Toda
la institucionalidad del Estado burgués, está diseñado para servir al capital.
La economía política, que es la economía del capital, es su espacio defensivo y
ofensivo. No destruir éste Estado, es un error revolucionario. Carlos Marx
abogó por esta tarea vital. Gobernar con éste Estado es cohabitar con él.
Ocultando su perfidia, los reformistas propalan y defienden la idea de que se
puede mejorar ese Estado burgués y torcerle el brazo al capital hasta hacerlo
social. Mentiras que ni ellos mismos se lo creen. “El problema fundamental de
toda revolución es el del poder del Estado”
Lenin. La derecha no marcha epilépticamente, su objetivo está claramente
direccionado y hacia allá mueven todos
sus tentáculos. Este Estado burgués,
viene siendo restructurado para
mayores garantías al capital. Cuando el Estado-Nación es un obstáculo para el
capital internacional, lo doblegan y
reducen, para ponerlo a su medida. Lo están haciendo
El
problema es ese progresismo
socialdemócrata reformista, que se disfraza de izquierda, pero que practica de
modo furtivo lo que conviene a la derecha. Esta falsa izquierda que funge y
finge como líderes populares, quieren estar bien con el capital y con el
trabajo. Por esto, cuando son gobierno, sus ambigüedades, sus indefiniciones,
confunden al pueblo, abriéndole todas las puertas a la derecha más troglodita
y fascista. Los hay neo reformistas, neo populista, bonapartistas, neo
keynesiano, neo desarrollistas.
Algunos
llegan al colmo de pretender “hacer la revolución sin llegar al poder”. Suelen
ser “evolucionistas” y emocionadamente parlamentaristas. En política no
encuentran las antípodas al capital. Ni
comulgan, menos practican el “todo el poder para el pueblo” de Lenin. Esta “izquierda” pálida, tímida,
pero verdaderamente pérfida, le hace mucho daño a la esperanza de los pueblos.
Hablan de socialismo y practican el capitalismo. “Con las armas melladas del capitalismo”
propalan la justicia social. ¿Cuál será el resultado?
La
derecha tolera a estos tímidos personajillos en tanto no pongan seriamente en peligro los intereses del capital.
Las ambigüedades socialdemócratas
reformistas o progresistas, son en
verdad políticas de Estado. Buscan estar bien con Dios y con el diablo. Si la
derecha les dilata su periodo de gobierno, son capaces de llegar a niveles
antipopulares y represivos abiertos, y de entregar la economía del país, a esa
minoría inmensamente rica, llena de ilimitada avaricia. Dirán que lo hicieron
para salvar al pueblo.
Antonio
Gramsci afirmó, que cuando la izquierda tiene una lectura errada de la
realidad, y una práctica aborreciblemente equivocada, los pueblos pueden llegar
al fascismo. Revolución implica “ir a la
raíz”, erradicar todas las causas que producen la pobreza, enfrentarse abiertamente al capital, y esto
les produce “culillo” a los progresistas. Revolución es tarea humana
permanente, “es sentido del momento histórico”. El revolucionario “es el
escalón más alto de la especie humana”.
En
América Latina la derecha definida y abierta, viene ganando y recuperando
espacios. En Europa ni hablar. Esta década, es de retroceso para la causa
popular. Estas involuciones, mucho tienen que ver con las ambigüedades
reformistas insertas en la izquierda timorata. Miremos rápidamente a Chile,
Brasil, Argentina, Paraguay, Ecuador, Colombia, Panamá, Honduras, Guatemala, y
pongamos en reserva a los restantes países de “nuestra América”. Su práctica
tornasol y su lenguaje indefinido de si pero no, no pero sí, ni lo uno ni lo
otro, sino todo lo contrario, más temprano que tarde los pondrán al descubierto. Todos estos personajillos de
derecha, allá y acá, suelen usar un lenguaje “encantador de serpientes”. Revolución que se detiene, revolución
que retrocede.
A
poco de estar en el gobierno, la verdad va tomando cuerpo. Las medidas de
gobierno viran hacia los intereses del capital. Los más de derecha tardan menos
en aplicar estas implacables medidas, los encubiertos de la “izquierda” rosada,
tardan más en dejar ver su verdadero rostro. Tiene en su espalda el fuerte
aguijón de la derecha que los presiona, pero, con gusto ceden, en fin de
cuenta, son los mismos, con grados de diferencia en el tiempo. La historia está
llena de estas traiciones. Recordemos una que tanto nos duele: No solo Páez,
casi todos los generales traicionaron a Simón Bolívar. Muerto el libertador
exhibieron públicamente su botín de guerra.
Jesús M. Vivas
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