ESTUDIOS SOBRE FETASA
Estudios
sobre Fetasa
por Estefanía G. Cruz
(un trabajo dirigido por Anna Caballé Masforroll.
por Estefanía G. Cruz
(un trabajo dirigido por Anna Caballé Masforroll.
Universidad de Barcelona) parte 1
Introducción
Rafael
Arozarena es un joven escritor nacido en Tenerife en el año 1923. En una
entrevista que concedió le preguntaron sobre qué es ser fetasiano, a lo
que él respondió “Pues no lo sé y el día
que lo sepa dejo de ser fetasiano”. Bajo esta premisa enunciada por el
propio motor de la generación fetasiana, esta monografía se presenta como una
madeja de hilo que poco a poco hay que ir desenredando. Muchos son los que han
intentado acercarse a Fetasa y diversas son las opiniones que tenemos al
respecto. Para acercarme a este movimiento he tenido que leer los testimonios
de muchos que tuvieron la oportunidad de conocer a este grupo de escritores e
incluso, ponerme en contacto con ellos para que me cuenten la experiencia de
conocer a Fetasa de cerca. Entendemos por Fetasa ese mundo que aún parece
abstracto, pero que a medida que avancen las páginas de esta monografía, se irá
esclareciendo. Los propios miembros de esta generación fueron dejando a lo
largo de su vida ideas, que después de un trabajo de investigación, se pueden
sintetizar para el posterior análisis de Mararía.
Considero que es importante señalar que cada miembro de la generación tiene una
forma diferente de mostrar un mismo sentimiento. Lo que les une a estos autores
no es una cuestión formal y literaria, sino un mismo sentimiento existencial
marcado por las experiencias y posibilidades que ofrecía la isla por ese
entonces.
Antes
de que Francisco Franco se hiciera con el poder, fue destinado a Tenerife en
marzo de 1936. Desde el monte de la Esperanza, en el municipio de El Rosario,
el militar organiza la conspiración militar que acabaría con una guerra civil y
la caída de la II República. Canarias, como el resto de la península, entraron
en un estado de catástrofe, donde la represión y las aniquilaciones fueron las
protagonistas. En julio de 1936, Canarias cayó bajo el poder del bando
nacional. En los años 50 el estado deplorable del archipiélago hizo que muchos
canarios emigraran, sobre todo a Cuba y Venezuela. Los valientes que se
quedaron en las islas tuvieron que convivir con una situación de desasosiego y
lucha contra una carencia de oportunidades que se ve agudizada por la situación
insular. Esta condición en la que se vieron inmiscuidos los escritores canarios
derivó en lo que se conoce como “La generación del bache” a la que pertenecía
Rafael Arozarena. La preocupación de esta generación fue representar la
realidad en su estado más puro e inocente.
La
creación literaria de Rafael Arozarena se ha centrado sobre todo en la poesía,
sin embargo, en los años 50' comienza a escribir prosa en revistas y páginas
literarias. Solo escribió dos novelas destinadas a público adulto: Mararía (escrita en los años 50' durante
su estancia en Lanzarote y publicada en 1973) y Cerveza de grano rojo (publicada en 1984). Es también en los años
50', junto a escritores como Isaac de Vega y Antonio Bermejo, cuando nace el
grupo de los fetasianos. El nombre del grupo proviene de una palabra inventada
por el propio autor y propuesta a Isaac de Vega para uno de sus libros.
Es
importante contextualizar la literatura peninsular para entender la
trascendencia del grupo fetasiano. La propuesta de estos jóvenes literarios
revolucionó el panorama literario canario y supuso un punto de inflexión en la
narrativa del archipiélago. Los fetasianos no tuvieron un precedente igual, ni
en las islas ni fuera de ellas, a excepción de un leve y ligero parecido con
las características más sensoriales de la vanguardia postista. Para ello
viajemos unos cuantos kilómetros sobre el Atlántico y pongamos como punto de
partida la narrativa de posguerra peninsular, ¿Qué ocurría en las coordenadas
de la península ibérica? Después de la Guerra Civil española y la II Guerra
Mundial, España se vio invadida por un pesimismo exacerbado que se contrapone
con la exaltación totalmente opuesta del bando vencedor. La narrativa de los
años 50' peninsular se tiñe de crítica, injusticia y realismo social,
claro ejemplo de esta década es La
Colmena de Camilo José Cela.
Cuando
nos enfrentamos a los fetasianos nos enfrentamos, desde una mirada superficial,
a una literatura realista. Pero si nos adentramos en el maravilloso mundo que
nos proponen estos escritores, nos damos cuenta, que ese realismo esconde algo
mucho más profundo que el mero hecho de ofrecernos una imagen de la realidad.
Su mecanismo no es presentarse como un espejo, su verdadera intención es otra
mucho más trascendente que pasaré a detallar más adelante.
En
el prólogo que escribió Jorge Rodríguez para el libro Fetasa de Isaac de Vega, comenta que este grupo de escritores era
consciente de que inauguraban una nueva etapa en la literatura de Canarias.
Tanto Rafael como Isaac eran contrarios a la literatura que había tenido
lugar hasta ese momento, esa literatura realista y social que se presentaba en
España, parecía enferma y agotada. Mararía
y Fetasa, libros de ambos autores,
suponen el arranque de la narrativa canaria de vanguardia.
¿Qué es Fetasa?
“Fetasa es más que el verdadero Dios, es Dios al infinito, el
temblor de estar ante una deidad, no ante una persona. Llegamos a la conclusión
después de hablar mucho de Filosofía, porque
queríamos llegar a un punto y nos dimos cuenta de que todas las
religiones buscan a un dios y ahí se traban todas. Quisimos ser más humildes,
llegar a algo más que ese Dios Todopoderoso, nada, que es nada pero es algo.” Rafael Arozarena (1996).
Los
fetasianos rompen con la literatura comprometida del momento y se centran en lo
onírico y simbólico. El propio Antonio Padrón, miembro de esta generación,
afirma que Fetasa es casi como una religión sin sacralizar, donde
paradójicamente el elemento religioso es lo menos relevante. Nunca pretendieron
sistematizar una filosofía, pero lo cierto es que trataron conceptos como Dios,
la eternidad y el cosmos.
Como
comentaba con anterioridad, cada miembro de la generación reflejó de una manera
diferente este sentimiento. Se aproximó a Fetasa libremente, uniendo su esencia
con ese abismo infinito de lo fetasiano. El propio Antonio Bermejo afirma que
sobre Fetasa y lo fetasiano no se puede tener nada claro, así que haremos una
humilde aproximación a partir de los testimonios de los propios miembros de la
vanguardia. Si nos acercamos desde un punto de vista más superficial, los
fetasianos exponen a sus personajes al límite de su condición, el vacío, la
soledad, la relación con un mundo fracasado. Pero ya he vaticinado que esto
solo es en apariencia, Fetasa es mucho más. El escritor contemporáneo Sabas
Martín, afirma que estamos frente a una
literatura existencial, excéntrica, marginal y extrañada. Los fetasianos
rompen con los muros que separan la realidad y la ficción, la vida y la muerte,
lo real y lo onírico, el espacio y el tiempo; Crean el mito insular. Queman los
parámetros donde se había asentado los principios literarios hasta el momento y
nace de sus cenizas Fetasa.
Nacimiento del grupo
Podríamos
relacionar el nacimiento de este grupo a tres motivos fundamentales:
Marco
histórico de guerra y posguerra:
Como ya he adelantado en la introducción, la situación de posguerra canaria se vio
agudizada por pertenecer a un territorio periférico. La sociedad española,
después de una etapa de sufrimiento pierde la esperanza en un país incapaz de
proporcionarles la estabilidad y la felicidad de años anteriores al golpe
franquista. La literatura, siempre fiel reflejo de la sociedad, recogió la
frustración del pueblo y se convirtió en un arma de crítica que utiliza el
realismo para mostrar la cara más dura de la época. Frente a esta visión de la
realidad, aparecen los fetasianos, un grupo de artistas que miraban al mundo de
una manera nueva y especial.
Sentimiento
de desasosiego frente a la literatura existente hasta ese momento: En los años 50', este grupo de amigos al que pertenecía Rafael
Arozarena, tenían una vocación literaria y materializan ese deseo de crear, de
renovar e inventar. De cambiar las normas y lo establecido, pretendiendo
proporcionar una nueva mirada al mundo que hasta ese momento no había ofrecido
la literatura.
Ontología
de las islas: Con este término
hacemos referencia a cómo se responden muchas de las preguntas tradicionales en
el marco isleño. Las islas proporcionan elementos que agudizan cierto
sentimiento de infinitud, de no ser nada frente al Atlántico. Lo que conecta
directamente con la necesidad de preguntarse quiénes somos, por qué estamos
aquí, qué hay más allá o si existe algo más de lo que vemos. Este sentimiento
se ve claramente en el escritor Isaac de Vega, quien se refugia en el paisaje
isleño para plantearse conceptos como Dios, la soledad o la muerte.
Miembros del grupo fetasiano
Para
comprender Fetasa es relevante conocer cómo respondieron los miembros a este
sentimiento incipiente que crecía entre ellos. Cada uno nos aportará una cara
diferente de ese monstruo gigante y abstracto denominado Fetasa. Lo que sí
comparten todos estos escritores es un sentido inédito de las islas. Ser
fetasiano es la actitud literaria de buscar a toda costa la voz personal.
Podríamos situar como referentes a la literatura de lo absurdo, el
existencialismo francés y el propio Franz Kafka. Los miembros de esta
generación no tienen otro compromiso con la obra que no sea la honestidad con
el acto creador.
Rafael
Arozarena
Como
explicaba en la introducción, nació en Santa Cruz de Tenerife en 1923. Su
contribución en la literatura canaria del siglo XX se considera como una de las
más importantes y trascendentes de las letras canarias. Podríamos destacar tres
características importantes que desarrollaré más adelante cuando analice
Mararía. En primer lugar destaca su dedicación a las artes plásticas ya que es
importantísima para definir su literatura. El cromatismo y la capacidad
descriptiva tiñen de pinceladas su obra. En segundo lugar, destaca la vocación
poética, ya que se refleja continuamente en sus novelas un lirismo
extraordinario y una capacidad de abstracción en cuanto fijamos nuestros ojos
en sus palabras. Por último, el autor tamiza su creación con un filtro de magicidad
que invade la novela. Nos sitúa frente a una realidad bañada de embrujos y
tintes de encantamientos. Fue uno de los pilares fundamentales en el desarrollo
de Fetasa, cobrando un gran protagonismo dentro de la vanguardia.
Isaac de Vega
Nació en Granadilla de
Abona, Tenerife, en el año 1920. En propias palabras del escritor, la política
del momento permitía todo y devaluaba lo social y lo que le rodeaba. Frente a
esto, debía de buscarse otra solución. La mirada de Isaac de Vega siempre parte
de una situación geográfica concreta de la isla y se expande hacia un concepto
universal. Para él, como para el resto de miembros, era necesario eliminar el
mundo que carga la memoria para así poder acercarnos a lo real y verdadero.
Según afirma Juan Manuel García Ramos, en Isaac siempre hay que buscar el
sentido metafísico de sus ficciones. Su
producción literaria cuenta con varios títulos importantes en la trayectoria de
la literatura canaria, pero debemos destacar su obra Fetasa publicada en 1957 y reeditada en la década de los 70'. Esta
novela se debe leer en clave simbólica, ni describe ni cuenta, sino que
sugiere. Mezcla la rutina y lo cotidiano con lo onírico.
Antonio Bermejo
Nació
en Santa Cruz de Tenerife en 1926. Su narrativa retrata la angustia de sus
personajes cuando se encuentran frente a la monotonía de un contexto social que
se les antoja ajeno aún cuando pertenece a su rutina. Su obra literaria ocupa
sobre todo el género del cuento, fue un miembro activo de la generación y como
dijo el propio Rafael Arozarena en 1996 “Antonio
Bermejo era el abogado del diablo, nos iba a la contra y por eso era más
fetasiano que nadie. Porque no se puede entrar o salir del fetasianismo, porque
Fetasa no es nada y es todo. Al combatir Bermejo a Fetasa, entraba en el
fetasianismo.”. Por tanto, observamos en este escritor la necesidad de
encontrar respuestas a muchas de las incógnitas que se planteaban en las
reuniones que discurrieron entre los miembros de la vanguardia.
Francisco Pimentel
Nació
en La Orotova, Tenerife, en 1925. Su trayectoria es sobre todo periodística,
aúno parte de sus artículos en el libro Santa Cruz <> en 1984. Cuentan que Francisco
Pimental mostró a sus compañeros fetasianos el argumento de su única obra.
Cuando meses después le vuelven a preguntar por ella, él contesta que ya está
escrita, aunque sea en su cabeza. Esa obra nunca fue publicada, según narra el
periodista Eliseo Izquierdo en Periodistas
canarios, siglos XVIII-XX, el propio Pimentel tiró su obra a la basura. Los
motivos por los que la obra no fue publicada finalmente pueden ser varios, o
bien el respeto que tenía hacia sus compañeros se lo impidió, o bien su carrera
como periodista cobró mayor relevancia que como literato.
José Antonio Padrón
Nació
en Santa Cruz de Tenerife en 1932. Tras su estancia en Colombia vuelve a la
isla y se dedica a la docencia. En apariencia parece un autor secundario del
grupo fetasiano, pero según su propio hijo José Celso Padrón, su padre es un
autor totalmente desconocido ya que siempre se mantuvo a la sombra de los
grandes autores Isaac vega y Rafael Arozarena. Aunque su obra literaria no es
extensa, su libro Tubalcaín setenta veces
siete, bastaría para retomar el papel que merece. Fue considerado como el
teórico de Fetasa por su ensayo titulado Lo
fetasiano. Ensayo esclarecedor que nos servirá como punto de referencia
para desarrollar más adelante las características del grupo.
Características de la literatura fetasiana
Para
realizar una síntesis de lo característicamente fetasiano recurriremos al
ensayo de José Antonio Padrón, Lo
fetasiano. Partimos de la base que sobre Fetasa y el fetasianismo no
podemos tener nada claro. Fetasa comienza y termina en el camino de la búsqueda
de lo absoluto. Los jóvenes fetasianos presintieron y sintieron una realidad
que superaba al propio yo. Esta sensación, por llamarlo de algún modo, no es un
pensamiento, ni siquiera una idea, estamos hablando de un sentimiento que les
invadió a todos por igual y que cada uno de ellos intentó reflejar. Esta
experiencia metafísica se sitúa en medio de los debates que llevaron a cabo
durante sus reuniones y creó un perfil de lo que podríamos denominar hombre
fetasiano, aquel que por momentos vislumbra lo infinito.
La
filosofía, la religión o la política del momento no respondían a ninguna de las
inquietudes que padecían, suponían un lastre en la manera de pensar y de vivir.
Todo lo que hasta ese momento ofrecía la razón era inservible, así que
indagaron por itinerarios menos racionales como lo onírico, el absurdo, la alucinación
o la fantasía. Por otra parte, los fetasianos tendrán una sensibilidad que les
llevará a entender la limitación del ser humano y miraban con sorna los
esfuerzos del hombre por convertirse en lo que no es. Esto se tradujo en una
intención de estos escritores en trascender la condición del ser humano.
Podríamos presentar dos caras del sentido fetasiano, por una parte una más
agónica y otra que presentó posteriormente Rafael Arozarena con su obra Cerveza de grano rojo, más misteriosa y
paradisiaca.
El
interés de Isaac de Vega por la botánica y la pesca nocturna como inmersión en
lo abismal y la de Rafael Arozarena por la biología y la geología, no responde
a un interés científico, sino a una intención de ruptura con el mundo
hegemónico del ser humano. Esto les conduce, por otra parte, a prescindir de lo
social e histórico y a tomar distancia de los deseos y sentimientos. La
intención de este despojamiento no es otra que la de eliminar los velos de la
realidad y las concepciones que se tenían hasta ese momento que servían para
calmar al individuo. Se evidencia una analogía con el concepto de “epojé
fenomenológica” de Husserl. Husserl afirmaba la necesidad de desprendernos de
los conocimientos ya constituidos. De esta manera el acercamiento con el mundo
se hace presente con el fin de constituirse como una ciencia descriptiva de las
vivencias. Sin embargo, el fin que persiguen los fetasianos es otro, mucho más
trascendente. La intención de estos escritores es “perder la vida para volver a
encontrarla”. Pretenden purificar la realidad aunque en la práctica esto
resulte prácticamente imposible. Para que resulte más esclarecedor, pongamos
como ejemplo al personaje Ramón del libro Fetasa.
Ramón comienza viviendo su propia muerte, punto de partida de los fetasianos,
vivir la muerte de manera imaginaria.
Tanto
los fetasianos como el existencialismo francés niegan la máxima de
Rouchefoucauld de que el hombre es incapaz de mirar de frente ni al sol ni a la
muerte. El dominio de lo intramundano se hace asumiendo la idea de la muerte.
Rafael Arozarena responde en una entrevista “Cada
día que estamos vivos hemos muerto y nos damos cuenta de la ventaja de seguir
vivos (…) Al abrir los ojos hemos de cargarnos de ignorancia, como si no
existiera nada, de ahí el sentido de la muerte”. Por otra parte, Isaac de
Vega encontraba la muerte como algo terrible, pero seguía reflejándola en su
literatura y reconoció en la misma entrevista que hizo junto a Rafael “La muerte me aterroriza, no puedo ser
valiente”. La muerte en sí, con el miedo que suscita, emborrona la realidad
y supone una de las barreras más difíciles de superar a la hora de liberar la
realidad de sus ataduras.
José
Antonio Padrón sintetiza la importancia de la muerte para los fetasianos
en tres aspectos:
Encontrar
un modo de erradicar el miedo a la muerte y sus implicaciones.
Alejar
al “yo” como núcleo central de todo lo que nos rodea.
Construir
un mecanismo para iniciar la metamorfosis y la búsqueda de lo absoluto.
Se
trata por tanto de eliminar la importancia de la muerte para que la parte más
profunda de nuestro ser se eleve, sin olvidarnos, por otra parte, de su
trascendencia. Es decir, mirar de frente a la muerte sin miedos que funcionen
de intermediarios; Vivir la muerte como una vía iniciática, el punto donde se
encuentra lo real y lo imaginario.
Otro
punto clave y relacionado con la eliminación del miedo a la muerte es también
evitar los condicionantes de la historia y del imperialismo de lo social y lo
político. Como he comentado con anterioridad cuando contextualicé el panorama
literario de la década de los 50' en la península, el fin literario de los
escritores de esta época era crear una narrativa social y de crítica contra la
situación que les había tocado vivir. Para los fetasianos, la esencia del
hombre es ajena a la política, solo supone un obstáculo que entretiene la
existencia.
Para
los fetasianos, la isla supone el escenario donde el espectáculo metafísico
tiene lugar. Estos escenarios han sido previamente alterados, en el caso de
Rafael Arozarena, por ejemplo, por el elemento mágico. La isla se despoja de lo
humano y supera los tópicos. Supone el punto de inflexión donde aparece el
universo puro. Arozarena lo explica en Altos
crecen los cardos “Esta isla vacía de
hombres y mujeres, de amigos y enemigos y de humanas pasiones, isla sin argumento
limpia de corazón, de volcanes extintos, hecha para el árbol, para el pez, para
el ave”. Padrón afirma que Isaac Vega transforma la geografía isleña en un
espacio mítico para que cualquier posibilidad tuviera cabida en sus parámetros.
Las motivaciones para transformar la isla por tanto es convertirla en espacio
mítico, por dos motivos, el primero porque como dijo Isaac, en un espacio de
dichas características todo es posible y por otro, para dar verosimilitud a la
peripecia metafísica. La concepción de mito responde al ensayo de Freud donde
mito es sinónimo de sueño, donde tiene lugar una fantasía que satisface un
deseo incumplido. El fin de trascender la isla es encontrarnos con un “yo”
despojado, purificado. Este “yo” es espectador de la realidad y receptor de lo
que el universo ofrece. Cuando el hombre se encuentra con la conciencia pura y
esquiva la vivencia tranquilizadora que le ofrece la cotidianidad, el “yo” se
encuentra con la iluminación, así la encuentra el personaje Ramón en Fetasa “El Universo cambió su faz unos solos instantes”. Para el
hombre fetasiano, por tanto, así se presenta la nueva visión del mundo y la
isla supone un lugar privilegiado, un lugar abierto al infinito.
Aunque
Fetasa no sea una religión si encontramos componentes de una experiencia
religiosa y mística. El Universo es centro de poder de lo inaccesible. El
hombre es sensible a este poder y siente admiración y a la misma vez terror. No
puede huir de esta evidencia y como Juan le advierte a Ramón en Fetasa “aunque consiga marcharse, que es
imposible, volverá, fatalmente, atraído por una energía insoslayable. Volverá
solo, sin que lo traigan”. El fetasiano se enfrenta a un camino de
búsqueda, muere, renace y sufre una metamorfosis.
“Aquí estoy creando nuevos cielos y nueva tierra. Y las cosas
anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón”.
Cerveza de grano rojo, Rafael
Arozarena.
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