jueves, 8 de febrero de 2018

ESTUDIOS SOBRE FETASA


ESTUDIOS SOBRE FETASA
Estudios sobre Fetasa
por Estefanía G. Cruz
(un trabajo dirigido por Anna Caballé Masforroll.
 Universidad de Barcelona) parte 1
Introducción

Rafael Arozarena es un joven escritor nacido en Tenerife en el año 1923. En una entrevista  que concedió le preguntaron sobre qué es ser fetasiano, a lo que él respondió “Pues no lo sé y el día que lo sepa dejo de ser fetasiano”. Bajo esta premisa enunciada por el propio motor de la generación fetasiana, esta monografía se presenta como una madeja de hilo que poco a poco hay que ir desenredando. Muchos son los que han intentado acercarse a Fetasa y diversas son las opiniones que tenemos al respecto. Para acercarme a este movimiento he tenido que leer los testimonios de muchos que tuvieron la oportunidad de conocer a este grupo de escritores e incluso, ponerme en contacto con ellos para que me cuenten la experiencia de conocer a Fetasa de cerca. Entendemos por Fetasa ese mundo que aún parece abstracto, pero que a medida que avancen las páginas de esta monografía, se irá esclareciendo. Los propios miembros de esta generación fueron dejando a lo largo de su vida ideas, que después de un trabajo de investigación, se pueden sintetizar para el posterior análisis de Mararía. Considero que es importante señalar que cada miembro de la generación tiene una forma diferente de mostrar un mismo sentimiento. Lo que les une a estos autores no es una cuestión formal y literaria, sino un mismo sentimiento existencial marcado por las experiencias y posibilidades que ofrecía la isla por ese entonces.












Antes de que Francisco Franco se hiciera con el poder, fue destinado a Tenerife en marzo de 1936. Desde el monte de la Esperanza, en el municipio de El Rosario, el militar organiza la conspiración militar que acabaría con una guerra civil y la caída de la II República. Canarias, como el resto de la península, entraron en un estado de catástrofe, donde la represión y las aniquilaciones fueron las protagonistas. En julio de 1936, Canarias cayó bajo el poder del bando nacional. En los años 50 el estado deplorable del archipiélago hizo que muchos canarios emigraran, sobre todo a Cuba y Venezuela. Los valientes que se quedaron en las islas tuvieron que convivir con una situación de desasosiego y lucha contra una carencia de oportunidades que se ve agudizada por la situación insular. Esta condición en la que se vieron inmiscuidos los escritores canarios derivó en lo que se conoce como “La generación del bache” a la que pertenecía Rafael Arozarena. La preocupación de esta generación fue representar la realidad en su estado más puro e inocente.
La creación literaria de Rafael Arozarena se ha centrado sobre todo en la poesía, sin embargo, en los años 50' comienza a escribir prosa en revistas y páginas literarias. Solo escribió dos novelas destinadas a público adulto: Mararía (escrita en los años 50' durante su estancia en Lanzarote y publicada en 1973) y Cerveza de grano rojo (publicada en 1984). Es también en los años 50', junto a escritores como Isaac de Vega y Antonio Bermejo, cuando nace el grupo de los fetasianos. El nombre del grupo proviene de una palabra inventada por el propio autor y propuesta a Isaac de Vega para uno de sus libros.
Es importante contextualizar la literatura peninsular para entender la trascendencia del grupo fetasiano. La propuesta de estos jóvenes literarios revolucionó el panorama literario canario y supuso un punto de inflexión en la narrativa del archipiélago. Los fetasianos no tuvieron un precedente igual, ni en las islas ni fuera de ellas, a excepción de un leve y ligero parecido con las características más sensoriales de la vanguardia postista. Para ello viajemos unos cuantos kilómetros sobre el Atlántico y pongamos como punto de partida la narrativa de posguerra peninsular, ¿Qué ocurría en las coordenadas de la península ibérica? Después de la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial, España se vio invadida por un pesimismo exacerbado que se contrapone con la exaltación totalmente opuesta del bando vencedor. La narrativa de los años 50' peninsular se tiñe de crítica,  injusticia y realismo social, claro ejemplo de esta década es La Colmena de Camilo José Cela.
Cuando nos enfrentamos a los fetasianos nos enfrentamos, desde una mirada superficial, a una literatura realista. Pero si nos adentramos en el maravilloso mundo que nos proponen estos escritores, nos damos cuenta, que ese realismo esconde algo mucho más profundo que el mero hecho de ofrecernos una imagen de la realidad. Su mecanismo no es presentarse como un espejo, su verdadera intención es otra mucho más trascendente que pasaré a detallar más adelante.
En el prólogo que escribió Jorge Rodríguez para el libro Fetasa de Isaac de Vega, comenta que este grupo de escritores era consciente de que inauguraban una nueva etapa en la literatura de Canarias. Tanto Rafael como Isaac eran contrarios a la  literatura que había tenido lugar hasta ese momento, esa literatura realista y social que se presentaba en España, parecía enferma y agotada. Mararía y Fetasa, libros de ambos autores, suponen el arranque de la narrativa canaria de vanguardia.


 ¿Qué es Fetasa?













“Fetasa es más que el verdadero Dios, es Dios al infinito, el temblor de estar ante una deidad, no ante una persona. Llegamos a la conclusión después de hablar mucho de Filosofía, porque
queríamos llegar a un punto y nos dimos cuenta de que todas las religiones buscan a un dios y ahí se traban todas. Quisimos ser más humildes, llegar a algo más que ese Dios Todopoderoso, nada, que es nada pero es algo.” Rafael Arozarena (1996).
Los fetasianos rompen con la literatura comprometida del momento y se centran en lo onírico y simbólico. El propio Antonio Padrón, miembro de esta generación, afirma que Fetasa es casi como una religión sin sacralizar, donde paradójicamente el elemento religioso es lo menos relevante. Nunca pretendieron sistematizar una filosofía, pero lo cierto es que trataron conceptos como Dios, la eternidad y el cosmos.
Como comentaba con anterioridad, cada miembro de la generación reflejó de una manera diferente este sentimiento. Se aproximó a Fetasa libremente, uniendo su esencia con ese abismo infinito de lo fetasiano. El propio Antonio Bermejo afirma que sobre Fetasa y lo fetasiano no se puede tener nada claro, así que haremos una humilde aproximación a partir de los testimonios de los propios miembros de la vanguardia. Si nos acercamos desde un punto de vista más superficial, los fetasianos exponen a sus personajes al límite de su condición, el vacío, la soledad, la relación con un mundo fracasado. Pero ya he vaticinado que esto solo es en apariencia, Fetasa es mucho más. El escritor contemporáneo Sabas Martín, afirma que estamos frente a una literatura existencial, excéntrica, marginal y extrañada. Los fetasianos rompen con los muros que separan la realidad y la ficción, la vida y la muerte, lo real y lo onírico, el espacio y el tiempo; Crean el mito insular. Queman los parámetros donde se había asentado los principios literarios hasta el momento y nace de sus cenizas Fetasa.

Nacimiento del grupo

Podríamos relacionar el nacimiento de este grupo a tres motivos fundamentales:
Marco histórico de guerra y posguerra: Como ya he adelantado en la introducción, la situación de posguerra canaria se vio agudizada por pertenecer a un territorio periférico. La sociedad española, después de una etapa de sufrimiento pierde la esperanza en un país incapaz de proporcionarles la estabilidad y la felicidad de años anteriores al golpe franquista. La literatura, siempre fiel reflejo de la sociedad, recogió la frustración del pueblo y se convirtió en un arma de crítica que utiliza el realismo para mostrar la cara más dura de la época. Frente a esta visión de la realidad, aparecen los fetasianos, un grupo de artistas que miraban al mundo de una manera nueva y especial.
Sentimiento de desasosiego frente a la literatura existente hasta ese momento: En los años 50', este grupo de amigos al que pertenecía Rafael Arozarena, tenían una vocación literaria y materializan ese deseo de crear, de renovar e inventar. De cambiar las normas y lo establecido, pretendiendo proporcionar una nueva mirada al mundo que hasta ese momento no había ofrecido la literatura.
Ontología de las islas: Con este término hacemos referencia a cómo se responden muchas de las preguntas tradicionales en el marco isleño. Las islas proporcionan elementos que agudizan cierto sentimiento de infinitud, de no ser nada frente al Atlántico. Lo que conecta directamente con la necesidad de preguntarse quiénes somos, por qué estamos aquí, qué hay más allá o si existe algo más de lo que vemos. Este sentimiento se ve claramente en el escritor Isaac de Vega, quien se refugia en el paisaje isleño para plantearse conceptos como Dios, la soledad o la muerte.

Miembros del grupo fetasiano

Para comprender Fetasa es relevante conocer cómo respondieron los miembros a este sentimiento incipiente que crecía entre ellos. Cada uno nos aportará una cara diferente de ese monstruo gigante y abstracto denominado Fetasa. Lo que sí comparten todos estos escritores es un sentido inédito de las islas. Ser fetasiano es la actitud literaria de buscar a toda costa la voz personal. Podríamos situar como referentes a la literatura de lo absurdo, el existencialismo francés y el propio Franz Kafka. Los miembros de esta generación no tienen otro compromiso con la obra que no sea la honestidad con el acto creador.












Rafael Arozarena

Como explicaba en la introducción, nació en Santa Cruz de Tenerife en 1923. Su contribución en la literatura canaria del siglo XX se considera como una de las más importantes y trascendentes de las letras canarias. Podríamos destacar tres características importantes que desarrollaré más adelante cuando analice Mararía. En primer lugar destaca su dedicación a las artes plásticas ya que es importantísima para definir su literatura. El cromatismo y la capacidad descriptiva tiñen de pinceladas su obra. En segundo lugar, destaca la vocación poética, ya que se refleja continuamente en sus novelas un lirismo extraordinario y una capacidad de abstracción en cuanto fijamos nuestros ojos en sus palabras. Por último, el autor tamiza su creación con un filtro de magicidad que invade la novela. Nos sitúa frente a una realidad bañada de embrujos y tintes de encantamientos. Fue uno de los pilares fundamentales en el desarrollo de Fetasa, cobrando un gran protagonismo dentro de la vanguardia. 




















Isaac  de Vega

     Nació en Granadilla de Abona, Tenerife, en el año 1920. En propias palabras del escritor, la política del momento permitía todo y devaluaba lo social y lo que le rodeaba. Frente a esto, debía de buscarse otra solución. La mirada de Isaac de Vega siempre parte de una situación geográfica concreta de la isla y se expande hacia un concepto universal. Para él, como para el resto de miembros, era necesario eliminar el mundo que carga la memoria para así poder acercarnos a lo real y verdadero. Según afirma Juan Manuel García Ramos, en Isaac siempre hay que buscar el sentido  metafísico de sus ficciones. Su producción literaria cuenta con varios títulos importantes en la trayectoria de la literatura canaria, pero debemos destacar su obra Fetasa publicada en 1957 y reeditada en la década de los 70'. Esta novela se debe leer en clave simbólica, ni describe ni cuenta, sino que sugiere. Mezcla la rutina y lo cotidiano con lo onírico.












Antonio Bermejo

Nació en Santa Cruz de Tenerife en 1926. Su narrativa retrata la angustia de sus personajes cuando se encuentran frente a la monotonía de un contexto social que se les antoja ajeno aún cuando pertenece a su rutina. Su obra literaria ocupa sobre todo el género del cuento, fue un miembro activo de la generación y como dijo el propio Rafael Arozarena en 1996 “Antonio Bermejo era el abogado del diablo, nos iba a la contra y por eso era más fetasiano que nadie. Porque no se puede entrar o salir del fetasianismo, porque Fetasa no es nada y es todo. Al combatir Bermejo a Fetasa, entraba en el fetasianismo.”. Por tanto, observamos en este escritor la necesidad de encontrar respuestas a muchas de las incógnitas que se planteaban en las reuniones que discurrieron entre los miembros de la vanguardia.
Francisco Pimentel
Nació en La Orotova, Tenerife, en 1925. Su trayectoria es sobre todo periodística, aúno parte de sus artículos en el libro  Santa Cruz <>en 1984. Cuentan que Francisco Pimental mostró a sus compañeros fetasianos el argumento de su única obra. Cuando meses después le vuelven a preguntar por ella, él contesta que ya está escrita, aunque sea en su cabeza. Esa obra nunca fue publicada, según narra el periodista Eliseo Izquierdo en Periodistas canarios, siglos XVIII-XX, el propio Pimentel tiró su obra a la basura. Los motivos por los que la obra no fue publicada finalmente pueden ser varios, o bien el respeto que tenía hacia sus compañeros se lo impidió, o bien su carrera como periodista cobró mayor relevancia que como literato.














José Antonio Padrón

Nació en Santa Cruz de Tenerife en 1932. Tras su estancia en Colombia vuelve a la isla y se dedica a la docencia. En apariencia parece un autor secundario del grupo fetasiano, pero según su propio hijo José Celso Padrón, su padre es un autor totalmente desconocido ya que siempre se mantuvo a la sombra de los grandes autores Isaac vega y Rafael Arozarena. Aunque su obra literaria no es extensa, su libro Tubalcaín setenta veces siete, bastaría para retomar el papel que merece. Fue considerado como el teórico de Fetasa por su ensayo titulado Lo fetasiano. Ensayo esclarecedor que nos servirá como punto de referencia para desarrollar más adelante las características del grupo.
Características de la literatura fetasiana
Para realizar una síntesis de lo característicamente fetasiano recurriremos al ensayo de José Antonio Padrón, Lo fetasiano. Partimos de la base que sobre Fetasa y el fetasianismo no podemos tener nada claro. Fetasa comienza y termina en el camino de la búsqueda de lo absoluto. Los jóvenes fetasianos presintieron y sintieron una realidad que superaba al propio yo. Esta sensación, por llamarlo de algún modo, no es un pensamiento, ni siquiera una idea, estamos hablando de un sentimiento que les invadió a todos por igual y que cada uno de ellos intentó reflejar. Esta experiencia metafísica se sitúa en medio de los debates que llevaron a cabo durante sus reuniones y creó un perfil de lo que podríamos denominar hombre fetasiano, aquel que por momentos vislumbra lo infinito.
La filosofía, la religión o la política del momento no respondían a ninguna de las inquietudes que padecían, suponían un lastre en la manera de pensar y de vivir. Todo lo que hasta ese momento ofrecía la razón era inservible, así que indagaron por itinerarios menos racionales como lo onírico, el absurdo, la alucinación o la fantasía. Por otra parte, los fetasianos tendrán una sensibilidad que les llevará a entender la limitación del ser humano y miraban con sorna los esfuerzos del hombre por convertirse en lo que no es. Esto se tradujo en una intención de estos escritores en trascender la condición del ser humano. Podríamos presentar dos caras del sentido fetasiano, por una parte una más agónica y otra que presentó posteriormente Rafael Arozarena con su obra Cerveza de grano rojo, más misteriosa y paradisiaca.  
El interés de Isaac de Vega por la botánica y la pesca nocturna como inmersión en lo abismal y la de Rafael Arozarena por la biología y la geología, no responde a un interés científico, sino a una intención de ruptura con el mundo hegemónico del ser humano. Esto les conduce, por otra parte, a prescindir de lo social e histórico y a tomar distancia de los deseos y sentimientos. La intención de este despojamiento no es otra que la de eliminar los velos de la realidad y las concepciones que se tenían hasta ese momento que servían para calmar al individuo. Se evidencia una analogía con el concepto de “epojé fenomenológica” de Husserl. Husserl afirmaba la necesidad de desprendernos de los conocimientos ya constituidos. De esta manera el acercamiento con el mundo se hace presente con el fin de constituirse como una ciencia descriptiva de las vivencias. Sin embargo, el fin que persiguen los fetasianos es otro, mucho más trascendente. La intención de estos escritores es “perder la vida para volver a encontrarla”. Pretenden purificar la realidad aunque en la práctica esto resulte prácticamente imposible. Para que resulte más esclarecedor, pongamos como ejemplo al personaje Ramón del libro Fetasa. Ramón comienza viviendo su propia muerte, punto de partida de los fetasianos, vivir la muerte de manera imaginaria.
Tanto los fetasianos como el existencialismo francés niegan la máxima de Rouchefoucauld de que el hombre es incapaz de mirar de frente ni al sol ni a la muerte. El dominio de lo intramundano se hace asumiendo la idea de la muerte. Rafael Arozarena responde en una entrevista “Cada día que estamos vivos hemos muerto y nos damos cuenta de la ventaja de seguir vivos (…) Al abrir los ojos hemos de cargarnos de ignorancia, como si no existiera nada, de ahí el sentido de la muerte”. Por otra parte, Isaac de Vega encontraba la muerte como algo terrible, pero seguía reflejándola en su literatura y reconoció en la misma entrevista que hizo junto a Rafael “La muerte me aterroriza, no puedo ser valiente”. La muerte en sí, con el miedo que suscita, emborrona la realidad y supone una de las barreras más difíciles de superar a la hora de liberar la realidad de sus ataduras.
José Antonio Padrón  sintetiza la importancia de la muerte para los fetasianos en tres aspectos:
Encontrar un modo de erradicar el miedo a la muerte y sus implicaciones.
Alejar al “yo” como núcleo central de todo lo que nos rodea.
Construir un mecanismo para iniciar la metamorfosis y la búsqueda de lo absoluto.
Se trata por tanto de eliminar la importancia de la muerte para que la parte más profunda de nuestro ser se eleve, sin olvidarnos, por otra parte, de su trascendencia. Es decir, mirar de frente a la muerte sin miedos que funcionen de intermediarios; Vivir la muerte como una vía iniciática, el punto donde se encuentra lo real y lo imaginario.
Otro punto clave y relacionado con la eliminación del miedo a la muerte es también evitar los condicionantes de la historia y del imperialismo de lo social y lo político. Como he comentado con anterioridad cuando contextualicé el panorama literario de la década de los 50' en la península, el fin literario de los escritores de esta época era crear una narrativa social y de crítica contra la situación que les había tocado vivir. Para los fetasianos, la esencia del hombre es ajena a la política, solo supone un obstáculo que entretiene la existencia.
Para los fetasianos, la isla supone el escenario donde el espectáculo metafísico tiene lugar. Estos escenarios han sido previamente alterados, en el caso de Rafael Arozarena, por ejemplo, por el elemento mágico. La isla se despoja de lo humano y supera los tópicos. Supone el punto de inflexión donde aparece el universo puro. Arozarena lo explica en Altos crecen los cardos “Esta isla vacía de hombres y mujeres, de amigos y enemigos y de humanas pasiones, isla sin argumento limpia de corazón, de volcanes extintos, hecha para el árbol, para el pez, para el ave”. Padrón afirma que Isaac Vega transforma la geografía isleña en un espacio mítico para que cualquier posibilidad tuviera cabida en sus parámetros. Las motivaciones para transformar la isla por tanto es convertirla en espacio mítico, por dos motivos, el primero porque como dijo Isaac, en un espacio de dichas características todo es posible y por otro, para dar verosimilitud a la peripecia metafísica. La concepción de mito responde al ensayo de Freud donde mito es sinónimo de sueño, donde tiene lugar una fantasía que satisface un deseo incumplido. El fin de trascender la isla es encontrarnos con un “yo” despojado, purificado. Este “yo” es espectador de la realidad y receptor de lo que el universo ofrece. Cuando el hombre se encuentra con la conciencia pura y esquiva la vivencia tranquilizadora que le ofrece la cotidianidad, el “yo” se encuentra con la iluminación, así la encuentra el personaje Ramón en Fetasa “El Universo cambió su faz unos solos instantes”.  Para el hombre fetasiano, por tanto, así se presenta la nueva visión del mundo y la isla supone un lugar privilegiado, un lugar abierto al infinito.
Aunque Fetasa no sea una religión si encontramos componentes de una experiencia religiosa y mística. El Universo es centro de poder de lo inaccesible. El hombre es sensible a este poder y siente admiración y a la misma vez terror. No puede huir de esta evidencia y como Juan le advierte a Ramón en Fetasa “aunque consiga marcharse, que es imposible, volverá, fatalmente, atraído por una energía insoslayable. Volverá solo, sin que lo traigan”. El fetasiano se enfrenta a un camino de búsqueda, muere, renace y sufre una metamorfosis.
“Aquí estoy creando nuevos cielos y nueva tierra. Y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón”.
Cerveza de grano rojo, Rafael Arozarena.

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