ESTUDIOS SOBRE FETASA
Estudios sobre Fetasa
por Estefanía G. Cruz
(un trabajo dirigido por Anna Caballé Masforroll.
por Estefanía G. Cruz
(un trabajo dirigido por Anna Caballé Masforroll.
Universidad de Barcelona) parte 2
Mararía: una novela poética
Mararía fue publicada a principios de la década de los 70' aunque
llevaba oculta más de dos décadas. Rafael cuenta en una entrevista a Emilio
González Déniz que escribe Mararía
durante su estancia en Lanzarote por motivos de trabajo, allí se encontró con
esta historia. El propio autor comenta que no supo que había escrito una novela
hasta 30 años después de redactarla, después de que un amigo encontrara esas
notas en un cajón. Su elaboración
coincide con la gestación del grupo fetasiano en la década de los 50'. Afirma
que fue
fácil de escribir y que de alguna manera esta historia no le
pertenece, le pertenece a cada uno de los personajes de la novela, personajes
reales que conoció y que a cambio de vasos de vino, le ofrecieron esta
historia.
Imaginemos un joven que viaja a Lanzarote desde la isla de
Tenerife. Es importante resaltar el contraste de ambas islas, el verde de la
laurisilva con el negro calcinado de una isla envejecida, casi canosa, que aún
siente en su interior la lava brotar. Una isla árida, seca, llana y dura. De
colores oscuros y extensiones de tierra que terminan en el mar sin nada que
interrumpa nuestra visión a excepción de algunas piedras y cardos. Ambas islas
parecen pertenecer a mundos diferentes, ocupan lados de la balanza contrarios.
Rafael tamizó el paisaje y la realidad majorera a través de un alma puramente
poética. Lanzarote, para cualquier canario, está fijada en nuestra retina. Sin
embargo, Rafael Arozarena nos dibuja una isla, que aunque ya es conocida, se
muestra de nuevo con una apariencia y una magia totalmente nueva.
Mararía es la
historia de una mujer de ojos, pelo y silueta impresionantes. Impresionantes en
el sentido más puro de la palabra, era inevitable fijarte en ella y admirarla,
aunque solo fuera de lejos. El propio Rafael la conoció y menciona, que a pesar
de tropezarse con ella en la vejez, sus ojos seguían escondiendo un fuego y una
belleza sin igual. La novela cuenta las anécdotas de todos aquellos que
compartieron su vida con ella, de alguna manera o de otra, por amor o por
cariño. Mararía fue conocida como una bruja que hechizó todo cuanto le rodeaba,
con un poder de arrebatar la cordura a cualquiera que estuviera a su lado. Para
ella, su belleza se transformó en su maldición y queriendo acabar con su
tormento, se quemó.
Sabas Martín, en su capítulo sobre Mararía en el libro Doce
novelas que hay que leer, afirma que Mararía
es la novela de un poeta. Esta novela fue publicada en 1973, cuando Rafael ya
contaba con una amplia trayectoria poética y era reconocido en el mundo de las
letras por su labor lírica. Sabas sintetiza en tres puntos claves porqué
considera que estamos frente a una novela poética:
•
Destacar, en primer
lugar, el deseo del autor de ahondar en realidades elementales situadas en un
entorno insular.
•
Rafael utiliza una
ingeniería del lenguaje cercana a las técnicas poéticas, como es el uso de las
metáforas y las derivaciones simbólicas y mágicas.
•
Transformación de la
realidad bajo procedimientos poéticos.
Mararía está
precedida por dos de sus poemarios:
Romancero canario y A la sombra de
los cuervos. Ambos libros fueron excluidos por el autor en su Poesía completa. En los años que publica
Mararía, Rafael ya se había adentrado
en una cosmología íntima que se refleja tanto en su poemario El ómnibus pintado con cereza como en su
novela Cerveza de grano rojo. Sus
técnicas habían evolucionado en la búsqueda de encontrar lo absoluto. Sin
embargo, no hay que olvidar que cuando ese grupo de escritores nacidos en torno
a los años 20 comienzan sus debates sobre esa sensación que les invadió a todos
por igual y que refleja ya el núcleo metafísico que sujeta Fetasa, Mararía comienza a escribirse, así que
no es difícil intuir que esta novela ya recoge esas incertidumbres que le
invadían.
En su
poemario A la sombra de los cuervos
publicado en 1984 aparece la semilla de Mararía
en el poema María la de Femés
María la de Femés
ahora por estar vieja
nadie recuerda quién fue.
Los ojos como dos higos
como dos higos tunos
con las pestañas de picos
Era arisca como un cacto
y al hombre que la rozara
le sangrarían las manos.
Tronco torcido de vid,
el tiempo calcó en su cuerpo
arrugas de malpaís.
Secas sus piernas, resecas,
lo mismo que a los camellos
se le volvieron de arena.
Como vemos, este poema describe a Mararía utilizando metáforas
que corresponden con elementos propiamente isleños. Supone por tanto, el
arranque de una historia que se convertiría años después en una de las novelas
más importantes de Canarias, ficcionalizada en el cine y traducida en varios
idiomas. Rafael aún no conocía el poder de su historia, porque si pudiéramos
destacar, lo primero que salta a la vista es la potencia y la fuerza que
irradia este relato casi convertido en el mito canario por excelencia. Saber
que fue real, que el propio autor la conoció y que también vivió su muerte,
consigue que la historia sobrepase los aspectos formales de la novela.
Durante su estancia en Lanzarote, Rafael Arozarena es testigo de
su muerte. Fue encontrada entre cardos y así lo refleja las últimas páginas de
la novela.
La magia de Mararía
Mararía es una
novela que a pesar de ser testimonio de una historia real, la envuelve un
hálito de magia, de misterio y de hechizo. No se trata de que aparezcan
elementos míticos o fantasía, pero si podemos reconocer como algo, especial sin
duda, camina de puntillas entre sus personajes y en la negrura de su isla. Es
difícil definir esa sensación que te invade cuando te acercas a la narración,
sin embargo, es evidente para cualquier lector. Esta experiencia narrativa que
proyecta Mararía, me servirá
posteriormente para abrir el debate que culmine el trabajo: ¿Es Mararía fetasiana?. Pero antes de llegar
a este punto, analizaremos primero, esta magia que eleva a la novela y que no
nos permite encajarla dentro del realismo.
Desde mi punto de vista, y de manera muy personal, considero que
es inevitable trazar una analogía entre esta novela y algunas que pertenecen al
famoso movimiento desarrollando en hispanoamérica a mediados del siglo XX: el
realismo mágico. No afirmo con rotundidad que Mararía encaje dentro de los parámetros
mágicos de estas novelas, sin embargo, si considero que de manera inconsciente,
Rafael abarcó esta historia desde una mirada que nos acerca con ese movimiento
que encabezó genios como Gabriel García Márquez.
El realismo mágico pretende infiltrar extrañeza en la
cotidianidad, pasar por normal algo que evidentemente no lo es, como puede ser
un hechicero o un niño con cola de cerdo en el pueblo de Macondo en la novela Cien años de soledad, así como
personajes que hablan con sus familiares muertos en el mar en Mararía. El realismo mágico es una
actitud frente a la realidad, como también lo fueron los jóvenes de la
generación fetasiana. Rafael Arozarena comenta en una entrevista con Emilio
González Déniz “lo que ves está tamizado
por una especie de gasa y lo que estás viendo no es real. La fantasía está
sobrevolando toda la isla”. Evidentemente, la respuesta no fue igual y entre ambas
vanguardias hay muy poco en común, sin embargo, en Mararía, la cuestión es diferente.
Veamos
los puntos claves que podrían relacionar a Mararía
con el realismo mágico:
•
Aparecen elementos
mágicos que se intuyen, aunque no puedan explicarse como es el hecho de hablar
con los muertos fallecidos en el mar. Mararía y Marcial se dirigen a las rocas
a hablar con las brumas. Las brumas devolvían las voces de aquellos que
perecieron en el océano. Marcial y Mararía no son los únicos que habitúan
pasear por allí, son muchas las mujeres del pueblo que lo hacen. Lo curioso es
que el forastero que es totalmente ajeno a Mararía y que es quien conoce la
historia por parte del resto de los personajes, también escucha esas voces.
Podríamos identificar sin duda a ese forastero con el autor Rafael Arozarena.
•
La realidad en muchas
ocasiones se percibe desde un aspecto sensorial. Podríamos identificar este
hecho a lo que he comentado con anterioridad, Rafael Arozarena era poeta y esto
se refleja durante toda su obra. Esto no quita el hecho de que esa percepción
sensorial de lo que les rodea, no se sume a la niebla mágica que se cuela por
todos las rendijas de la obra.
•
En la obra aparece el
mito canario que he comentado en el primer punto. En la noche de San Juan, las
mujeres de los marineros fallecidos se acercaban a la orilla a hablar con sus
maridos o sus hijos. En el realismo mágico es característico la aparición de
mitos y leyendas hispanoamericanas. En sí, la historia de Mararía a medida que
avanza la novela, se va convirtiendo en mito y tras la publicación de la obra,
queda fijada como uno de los mitos canarios.
•
Aparecen múltiples
narradores, los personajes cuentan desde la primera persona su experiencia con
Mararía. El encargado de hilar las diferentes narraciones es el forastero que
llega a Femés que identificaríamos con Rafael Arozarena. Conocemos de primera
mano las anécdotas, sin intermediarios, como así sucede en el realismo mágico,
que recoge la multiplicidad de narradores.
•
Nos encontramos con un
tiempo cíclico, continuamente viajamos en el tiempo, pasado y presente se
mezclan y parece repetirse la historia desde el principio. El encanto de
Mararía y el dolor posterior de la experiencia junto a ella. El tiempo se
emborrona y el pasado y presente acaban confundiéndose.
Como he dicho, son múltiples los elementos de esta corriente que
se hacen presente durante la novela de Rafael, sin embargo, a pesar de las
similitudes que aparecen, nunca podríamos encajar esta obra dentro del realismo
mágico. Me puse en contacto con un experto para ver qué pensaba sobre esta
analogía. Sabas Martín, el Académico Honorario de la Academia Canaria de la
Lengua, me comentó que no había un acuerdo crítico mayoritario al respecto,
pero que bajo su opinión es que a pesar de que puede haber ciertas
concomitancias, no existe una relación directa. Tal y como él lo ve el realismo
mágico se nutre de lo hiperbólico, del exceso, de una cierta desmesura
generalmente suscitada por un elemento externo que hace que la naturaleza
adquiera esa dimensión mágica desbordante. En el caso de Arozarena y de Isaac
Vega, ese hálito surge de la mirada poética, de una impregnación lírica de la
mirada y de la escritura que hace que la realidad sea contemplada desde una
esencialidad interior. Pero la realidad sigue siendo la misma, solo que
interiorizada y tamizada por lo poético. Esto es: realismo mágico = hipérbole;
fetasianos = lirismo. Por lo tanto, aunque sí aparezca esa magia que envuelve
la novela, es difícil atribuirlo a una intención del autor, más bien podríamos
hablar de una aparición inconsciente producto del alma poética de Rafael.
“Intrahistoria” en Mararía.
El valor intrahistórico
de esta novela es trascendente. A pesar de que como he comentado con
anterioridad, la realidad se tiñe de lirismo y de magia, lo cierto es que la
narración corresponde con hechos concretos acaecidos en la isla de Lanzarote.
No habla de política, de cultura o de aspectos sociales conmemorativos de la
época, responde a la realidad de los pueblos, a la forma de ver y sentir la
vida por aquellas personas aisladas en un medio árido donde lo cotidiano y
banal cobra importancia. Miguel de Unamuno, en 1905 escribió en En torno al catecismo: “Todo lo que cuentan a diario los
periódicos, la historia toda del "presente momento histórico", no es
sino la superficie del mar, una superficie que se hiela y cristaliza en los
libros y registros, y una vez cristalizadas así, una capa dura, no mayor con respecto
a la vida intrahistórica que esta pobre corteza en que vivimos con relación al
inmenso foco ardiente que lleva dentro. Los periódicos nada dicen de la vida
silenciosa de millones de hombres sin historia que a todas horas del día y en
todos los países del globo se levantan a una orden del sol y van a sus campos a
proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna, esa labor que, como
las madréporas suboceánicas, echa las bases sobre las que se alzan los islotes
de la Historia. Sobre el silencio augusto, decía, se apoya y vive el sonido,
sobre la inmensa humanidad silenciosa se levantan los que meten bulla en la
Historia. Esa vida intrahistórica, silenciosa y continua como el fondo mismo
del mar, es la sustancia del progreso, la verdadera tradición, la tradición
eterna, no la tradición mentida que se suele ir a buscar en el pasado enterrado
en libros y papeles y monumentos y piedras”.
Desde una mirada superficial, Unamuno hace referencia a las
anécdotas cotidianas que sirven de telón de fondo a la historia que aparece en
los libros de textos. Las pequeñas historias personales de todos y cada uno de
nosotros. Sin embargo, el concepto de “intrahistoria” va mucho más allá, no es
simple y llanamente dibujar la cotidianidad. Como explica en el texto anterior,
la “intrahistoria” corresponde con el fondo oceánico, identificando esa capa
superficial del mar como la historia textual que estudiamos en el colegio. Esto
quiere decir, que los pilares donde se sostienen las grandes historias que
forman parte de nuestra memoria, se sitúan en el día a día de cualquier
campesino o en el interior de cualquier casa de España. Como defendían los
kraussistas, el alma nacional se esconde en el valor intrahistórico que
proponía Unamuno. Nuestra esencia se sitúa en la historia personal de cada uno
de nosotros y sin conocer esa esencia, no podremos resolver los problemas que
afectan al Estado. La solución para regenerar el país reside en la
“intrahistoria” ya que es portadora de la tradición eterna. Por tanto, trazar una analogía entre el
concepto de “intrahistoria” y la novela de Rafael Arozarena es fácil. No solo
porque la novela nos cuenta lo que sucede en Femés desde diferentes puntos de
vista, desde la aparición de numerosos narradores que nos cuentan la vida
diaria que corresponde con el ámbito rural. Además, esta vida diaria, estas
anécdotas de pueblo o esta forma de vida que corresponde, por extensión, con la
de muchos pueblos canarios por aquel entonces, también sitúa a Fetasa dentro de
la novela.
No podríamos hablar, de
nuevo, de una intención de Rafael Arozarena por exaltar el valor
“intrahistórico” dentro de la novela, pero sí, como sucedía con el realismo
mágico, este concepto cobra relevancia. El fetasianismo, por lo general, se
sitúa dentro de una realidad canaria conocida por todos, dentro de unos
parámetros insulares y cotidianos. Este eje donde se establecen las novelas
fetasianas sirven como telón para desarrollar esa búsqueda de lo absoluto
eliminando los instintos más comunes en el ser humano, esos instintos que no
permiten trascender el conocimiento y acercarnos a ese concepto abstracto
denominado Fetasa. Entendemos, por tanto, que Unamuno le da valor a la
“intrahistoria” porque considera que ahí reside la esencia del pueblo español,
la tradición eterna y regeneradora, así como los fetasianos sitúan la búsqueda
de lo eterno y lo absoluto en un escenario desnudo, real y sin máscaras como es
la cotidianidad de un pueblo. La ausencia de velos permite acercarnos a la
visión de lo trascedente, entiendo como trascedente, aquello que se vislumbra
de manera intermitente en epifanías de los autores, esa búsqueda del Todo, de
lo que va más allá de lo que observan nuestros ojos.
Tenemos constancia de que Rafael Arozarena era un gran conocedor
de Unamuno. En el capítulo VII escribe “Don
Miguel, ahora me refiero al único don Miguel de España, a don Miguel de
Unamuno, claro, cuando estuvo por estas casas dijo que Fuerteventura era un
esqueleto. De
Lanzarote
podemos decir otro tanto”. Con
Emilio González Déniz explica “la isla
atraía por la aridez y la pobreza del paisaje. A mí me impresionó, porque venía
de Tenerife, que era una isla verde, y comprendí que no todas las Islas
Canarias eran un paraíso, aunque para mí Lanzarote era paradisíaca en otro
aspecto. La clave me la dio Unamuno, que decía que para entender a la
esquelética isla de Fuerteventura había que restregarse el corazón con la
aulaga, que es espina, pobreza, no miseria, una pobreza grata que en Lanzarote
me hacía adentrarme en la profundidad, en la esencia misma de la belleza.”.
Volví a ponerme en contacto con Sabas Martín para ver qué
pensaba respecto a trazar una analogía entre “intrahistoria” y Fetasa y estuvo
de acuerdo conmigo en tanto en cuanto,
se entienda lo intrahistórico como aquello que, al cabo del suceder del
tiempo, contribuye a caracterizar y a definir la condición esencial de un
pueblo, sus individuos y su medio. En ese sentido, los fetasianos siempre han
tA pesar de que el propio autor no considera Mararía como una obra propiamente fetasiana, como si considera que
lo es Cerveza de grano rojo, Mararía es una historia autosuficiente e
incipientemente fetasiana. Es inevitable pensar que Mararía es receptora de
todas las ideas que el propio autor fue desarrollando de manera simultánea a su
creación. Escribió esta novela mientras el grupo fetasiano se gestaba entre
tertulias y amigos, sin embargo, considerar Mararía
como una obra fetasiana ha creado controversia entre los críticos. Mi primera
aproximación a la obra me creó una extrañeza que relacioné con Fetasa. A pesar
de la sencillez de la historia, resulta innegable que hay elementos que nos
permiten vislumbrar el concepto fetasiano. Desde mi punto de vista, Fetasa
camina por Femés de puntillas, sin embargo, aunque al principio pensé que el
polvo que levantaban sus pasos era apenas insustancial, después de hablar con
el experto en la materia Juan José Delgado, me he dado cuenta que, lejos de ser
insustancial, el caminar de Fetasa es una orquesta en el pueblo majorero.
endido a buscar esos elementos perdurables, esa esencia identitaria que
permanece, tanto en lo colectivo histórico como en el medio natural. Y todo
ello con hibridaciones y rupturas entre las fronteras entre lo real y lo
imaginado, entre la vida y la muerte, entre conocimiento e intuición...
Identificar ambos conceptos nos permite apoyarnos para poder
entender mejor la trascendencia de Mararía,
sin embargo, caería en el error si hago una relación directa considerando que
Rafael Arozarena fundamenta su obra en el valor intrahistórico de Unamuno. Hay
que tener claro que no se puede concebir lo fetasiano sin la “intrahistoria”,
sin la vida silenciosa de las islas.
@ Estefanía G. Cruz
ENLACE PARTE 1
http://anghelmorales.blogspot.com.es/2018/02/estudios-sobre-fetasa.html
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