EL DISFRAZ DE HALLOWEEN DEL PP
Decenas de vehículos acumulados tras
el paso de la DANA en el barrio de la Torre tras el paso de la DANA, en
Valencia. Rober Solsona / Europa Press.
Este
año el disfraz de Halloween del PP es un chaleco rojo de emergencias y
la careta de Carlos Mazón, president de la Generalitat Valenciana. Otros
años hemos tenido a Mariano Rajoy disfrazado del petrolero Prestige
y vertiendo hilillos de chapapote por la boca o a Ana Botella
disfrutando de un fin de semana en Portugal mientras aún estaban calientes los
cuerpos de las cinco niñas muertas en la tragedia del Madrid Arena. También
fueron todo un éxito el disfraz de Federico Trillo vestido de
enterrador, confundiendo a paladas restos de cadáveres de militares del Yak 42,
y el de Acebes intentando vender la moto de ETA el 11 de marzo de 2004, día del
mayor atentado en la historia de Europa.
Hay un montón de máscaras de Halloween para elegir, desde la de Ana Pastor disfrazada del Alvia descarrilado en Angrois, con 80 víctimas mortales y 144 heridos, a la de Juan Cotino en el metro de Valencia, con 47 fallecidos y 43 heridos, pasando por el pavoroso bigote de Aznar escondiendo las armas de destrucción masiva, la autoría del 11-M o lo que ustedes quieran. Sin embargo, pese a la cantidad y variedad de disfraces, ninguno de ellos puede superar el de Isabel Díaz Ayuso con guadaña negando asistencia médica a más de siete mil ancianos enclaustrados bajo llave en residencias, agonizando a solas en medio de horribles sufrimientos.
Puede
decir uno lo que quiera de estas máscaras de Halloween, excepto que les falte
imaginación a la hora de buscar excusas: la culpa siempre es del mal tiempo, de
la mala suerte, de ETA, de Venezuela o de alguien que pasaba por allí. Pese al
infame protocolo sanitario firmado por su gobierno, Ayuso responsabilizó de la
masacre en las residencias primero a Pablo Iglesias, por comprarse un
chalet, y luego a la biología, ya que los 7.291 ancianos se iban a morir igual.
Un acta judicial definió al PP como "organización criminal", aunque
tampoco sería descabellado definir al partido bajo el epígrafe de
"catástrofe natural". A fin de cuentas, votar al PP resulta mucho más
peligroso que surfear maremotos, hacer balconing desde un rascacielos o
practicar alpinismo en calzoncillos. Votar al PP un deporte de riesgo y se ve
que hay gente que le va la marcha.
Para
hacerse una idea del desastre de gestión que llevó a cabo Carlos Mazón el
pasado martes basta comparar la DANA de Valencia con el huracán Milton -el
segundo más intenso jamás registrado en el Golfo de México- a su paso por
Florida este mismo año: más de un centenar de muertos y un número indeterminado
de desaparecidos en una ciudad de millón y medio de habitantes, frente a 33
víctimas mortales en un área habitada por más de veinticuatro millones de
personas. Con el agravante de que en Valencia y en toda España estábamos más
que advertidos del peligro del huracán Milton con varios días de antelación
mientras que la Generalitat fue a avisar de la riada que se echaba encima a las
ocho de la tarde, cuando la riada ya invadía carreteras, arrastraba coches y
desbordaba barrancos.
En
una perfecta demostración de estulticia, el gobierno valenciano desoyó las
diversas alarmas de la AEMET (la primera de ellas, lanzada el viernes 25 por
Juan Jesús González Alemán, Meteorólogo Superior del Estado, acompañada de un
gráfico, provocó un montón de chascarrillos), hasta el punto de que, a la una y
cuarto de la tarde del martes, Mazón salió en una comparecencia pública para
asegurar que el temporal se desplazaba hacia la serranía de Cuenca y a eso de
las seis de la tarde ya habría amainado en el resto de la Comunidad Valenciana.
"Según las previsiones" dijo, aunque las previsiones de la AEMET,
publicadas a las ocho de la mañana del martes, eran de alerta máxima en toda la
región: "Lluvias de intensidad torrencial. Acumulaciones de más de 90 l/m2
que pueden ocasionar crecidas e inundaciones. ¡Mucha precaución! El peligro es
extremo. No viaje salvo que sea estrictamente necesario".
Para
terminar de arreglarlo, con cerca de un centenar de muertos certificados y los
equipos de salvamento trabajando a destajo, Feijóo se acercó hasta Valencia
para exculpar a Mazón y responsabilizar a Sánchez, a la AEMET y al toro que
mató a Manolete por no comprar suficientes paraguas. Especialista en gestiones
desastrosas, discursos inextricables y echar balones fuera, Feijóo ha vuelto
disfrazarse de calabaza de Halloween, demostrando que no sólo no sabe hablar:
es que no sabe leer, ni pensar, ni sumar dos y dos. En su día, el PP se opuso
con todas sus fuerzas a la creación de la Unidad Militar de Emergencia, obra de
Zapatero, y hace un año el PP valenciano presumía de haberse cargado la UME
valenciana. En su lugar, Mazón se dedicó a financiar corridas de toros y nombró
vicepresidente a un torero de Vox. Los toros que no falten. Viva España.
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