domingo, 17 de diciembre de 2017

DESIERTO

DESIERTO
POR: EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
¿Qué análisis, críticas, teorías, respuestas o incluso alternativas pueden oponerse a esta realidad en la que permanecemos?… ¿y? Ninguna, sólo escuchar ecos, a lo sumo en ¿efecto acústico? algunas variantes. Hay un estallido de sorderas, de cegueras endémicas, estamos atrapados en una catástrofe sin precedentes, en una fuga hacia un desierto concreto y real, de lo que denominábamos mundo.

Estamos en situación de sumo peligro de dejar de “ser” lo que alguna vez en calidad de especie hemos sido… al menos deberíamos vislumbrar de qué tipo de espectáculo participamos, descubrir en la medida que nuestro talento, intuición y coraje nos permita, saber hasta dónde llegarán los psicópatas robotizados que cumplen funciones de gobernantes, hasta donde se arriesgarán a avanzar las usurpaciones, las expoliaciones y la conquista de las mentes de miles de millones de parias del “nuevo-viejo orden mundial”.

Como van las cosas, presiento, sin ser hábil experto, tengo pocas dudas que esa conquista está ganando la aprobación de multitudes que aceptan su inevitabilidad… hace mucho tiempo que millones permanecen ciegos a las señales evidentes que marca el punto de inflexión en la historia de humanidad, un final en forma ordenada de todo lo que tenía de fantástico la aventura de vivir.

Sensación de “orfandad” muy concreta se siente y percibe. Sensación de violencia se palpa y es latente, por ejemplo, en Argentina, mi país… se percibe de manera clara la falta de verdad, la ignorancia, la agresión, la justicia ausente, la desazón, la contaminación real y metafórica, la eliminación de la libertad de expresión. Se reprime y silencia a los que piensan diferente y también a los que piensan… parece que la consigna es: “no pensar”, “ser leve”, “mentiroso”, “traidor” y “cobarde”.

Hemos aprendido que la estupidez es insondable, no tiene límites, es infinita. Me pregunto: ¿a qué hay que volver o ir, a la desesperación, al escepticismo ya existente o al exilio involuntario? Mezcla de huida, de equívoca esperanza en un ¿regreso sin gloria? Todo ya lo hemos vivido con la dictadura, el radicalismo-alfonsinista, el peronismo-menemista, la alianza De La Rúa y Cía., el kirchnerismo-peronista, todo, hoy potencializado con la administración del PRO: todo conduce al nihilismo, al desarraigo, al exilio, a la anarquía, al estoicismo como forma y acto de vida-sobrevida.

No idealizo cambios, solo presiento. Y los presentimientos con bases sólidas operan como aventadores de rutinas, prejuicios y miopías en planos generales del pensamiento, poniendo en juego valores congelados en los escaparates de los ideales perdidos.

Este desarraigo brutal del régimen político por antonomasia de nuestros días provoca contradicciones tremendas que se manifiestan como injusticias flagrantes y permanentes ante la cual, los perjudicados, que son las grandes mayorías, sólo les queda la resignación o la reacción violenta. Existe también una tercera vía, mucho más árida, lenta y esforzada, que es trabajar en la formación de cuadros políticos munidos de convicciones axiológicas. Una tarea eminentemente metapolítica.

Sin dudas el más inmenso y potente de los sentimientos, el más degradante y destructivo, el que ha generado más desastres a lo largo de la historia de la humanidad: el miedo.

En el espacio de la política, el miedo, no es propiedad de las dictaduras, sino parte de cualquier relación de dominación, incluso de una democrática… saber articular el miedo, es un poderoso recurso del poder.

La construcción de la historia, escrita con “miedo”, desdibujará lo realmente acontecido y lo por acontecer en el devenir de la humanidad… el “miedo” es la proyección de todas las miserias que se prolongan a lo largo de siglos… el “miedo” en calidad de deidad suprema anima los actos de los pueblos… el “miedo” hacia lo conocido, lo desconocido, fuera de espacio y tiempo: una ficción… el “miedo”, que hace que los peores dicten en nuestras vidas.

Los poderes, políticos, empresariales, mediáticos, con la consigna de instalar “miedo” en el espacio de nuestras naciones, apelan al estado de “inseguridad” en que vivimos: ¿Inseguridad? Espectáculo ultramediático, instalado por el poder para potencializar el “miedo” que convive con el ciudadano, en una existencia humillante y degradante…

Me pregunto ¿cuánto más puede durar este momento?, donde todos los riesgos y peligros de la historia acechan: la intolerancia, el fanatismo, el racismo, la mentira, el simulacro, el silenciamiento sistemático, de quienes se oponen a gobiernos psicopáticos.

No importa que las corporaciones multinacionales exploten a los pueblos y además sean culpabilizados por su calidad de pobres y por no llegar jamás a la cima de la pirámide, donde conviven las mafias de los “triunfadores” del cabaret en que se ha convertido este mundo.

La vida en Latinoamérica tan limitada en sus fines e ideales, solo sigue fórmulas ya perimidas, huyendo de la confrontación de ideas; pareciera condenada a políticas neocoloniales, de sumisión y entrega… destruyendo vidas y rutinas de pueblos con “miedo”.

No nos engañemos, repensar, Argentina, o toda Latinoamérica, y porque no, el mundo, significa establecer un diálogo con la “falsa modestia”, en fin, los pueblos, con su “miedo” a cuestas, no aprenden a juzgarse ni tan ruda ni tan duramente, sólo su cobardía… es “miedo” al “miedo”, los que llevan a las personas a entregar su libertad, por un cautiverio en ¿seguridad?

No nos convirtamos en víctimas, fracasados, cobardes, en la economía de nuestros propios recursos en acción y discursos, marcando el trayecto de una historia, la de nuestro tiempo, que se debate entre utopías y derrotas, entre voces, silencio y “miedo”.

La unidad social no se mantiene y crece por mucha libertad que haya si falta el conocimiento de su verdad, y tampoco por mucho que se proclame y se enseñe su verdad si falta la libertad. Siempre los fabuladores gobernantes pueden negar lo que está vivo, basta con esperar algunos siglos para que la razón nos asista…cuando se niega la vida, basta esperar. La muerte llega a tiempo, siempre…

Desde “un paraje llamado realidad”, siempre rebelde, les manifiesto a los mercaderes de la pobreza y la miseria, que no se sojuzga y reprime a un pueblo con hambre, no se asesina por la espalda contando el haber, la indiferencia y la mentira, pues, como dice José Larralde: “Nadie habrá de ir más allá del cementerio”.

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