miércoles, 27 de diciembre de 2017

SÓLO FLORECE EN EL JARDÍN DEL CORAZÓN.

SÓLO FLORECE EN EL JARDÍN 
DEL CORAZÓN.
RAFAEL ZAMORA MÉNDEZ
Después de haberme enterado del anexo y excitante  correo que uno de mis avispados alumnos en Venezuela, HUGO JOSÉ CONTÍN ESPINOZA, allá, por los años 60, siendo por aquella remota época, un despierto chavalito y que, hoy en día, de hombre ya, haya tenido, la sugestionada  distinción de ubicarlo  en Internet, para intentar indagar con  mi paradero, no me queda otra superior compensación que exponerles aquí  públicamente, los bienhechores sentimientos que tal mensaje ha sido capaz  de producirme.
Estas evidentes muestras de  reconocida admiración, suelen calar hasta lo más recóndito del alma, penetrando en el ánimo  con una fuerzas y potencias tales que, a todas luces, resulta radicalmente bastante  complicada la simple y torpe intención de pretender arrinconarlas  en las tenebrosas sombras de la cruel indiferencia.
Algunos grandes pensadores, han llegado a certificar  que las ofensas deben ser  grabadas en la arena y, los beneficios, en mármol y que, un índice de debilidad mental, viene a resultar ser, el particular menoscabo de la glacial  ingratitud.
En el impenetrable corazón  del extraordinario jardín humano, la valorada flor de la invocada NOBLEZA, tiene un valor excepcional, sublime y verdadero.
¿Cuántos de nosotros evocamos con sentido cariño a los sacrificados educadores  que  nos inculcaran enseñanza, modales, urbanidad, primeras letras y todos aquellos dotados conocimientos elementales, merced a los cuales, hoy por hoy, nos estamos rigiendo en la vigente sociedad?
A mi mente acude la paternal figura de Don Antonio Riveira, un exiliado profesor de origen gallego, acérrimo enemigo de la política franquista, que me impartiera clases de cultura general, cuando exclusivamente usábamos la abultada “ENCICLOPEDIA DALMAU”, notable elemento escolar, con todas las impresas materias por asimilar, adjuntas.
Era un maravilloso narrador de leyendas, impresionante y único. De él, se me quedó grabado perennemente, el imperecedero cuento de ; algo que llegué a practicar, mucho más tarde,  con mis alumnos, y, ahora, con los nietecillos, siendo para todos ellos una verdadera contrariedad cuando, por cualquier inocente indisciplina, les amenazaba con no seguir narrándoles las sempiternas aventuras del  tal legendario personaje de ficción.
Don Miguel de la Rosa, un enjuto anciano pedagogo, casi encorvado, que, al parecer en aquellos vetustos años, no se le permitía la merecida y más que bien  ganada  jubilación y que, la mayoría de las veces, se quedaba hasta cabeceando, como dormido,  mientras nosotros hacíamos  ejercicios de engalanada caligrafía o de variopintos dibujos y... al que, en cierta traviesa ocasión,  le adelantamos el enorme reloj de pared que campeaba en el aula, logrando así salir de la clase,  casi una hora antes del  evidente tiempo  escolar vespertino correspondiente.
Don Moisés Montaño, de rubio cabello ensortijado y portando unas sugerentes gafas de gruesa concha, quien desde muy lejos, en moto, recorría a  diario una buena cantidad de kilómetros  para llegar puntual a su cátedra y romperse el coco, distribuyendo sus probados conocimientos fidedignos, entre unos cuarenta o cincuenta diablillos, ansiosos de adquirir primordial sapiencia.
¡Y, así, podríamos estarles mencionando a un buen número de estas atesoradas e insignes  figuras que, personalmente, para mí, fueron unos auténticos héroes y, a los cuales, hoy les brindo el justo y familiar homenaje de mi más complaciente y afectuosa GRATITUD!
¡Este inverosímil buen reclamo de mi considerado discípulo, CONTIN, me ha proporcionado tales  sugestivas remembranzas!
¡Ellas, se han hecho posibles, merced a la ingente generosidad del novelista y editor, MIGHEL MORALES GARCÍA para que, en su exitosa, “NACIÓN CANARIA”, se logren reflejen los  suspirados encantos de  unas flores que, por desventura,en los materiales tiempos que corremos,  suelen tener insuficientes brotes reproductivos!

1 comentario:

  1. AMIGO MORALES:Tu amabilidad y gentileza, no tienen humanos límites.
    El publicar estos tan gratos recuerdos para mí, no se pagan absolutamente con nada.
    ¡Imagínate cuando esto llegue al colega CONTÍN, allá, en MÉXICO, donde está ahora, trabajando como ingeniero petroquímico!

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