miércoles, 27 de diciembre de 2017

¿DEMOCRACIA? ¡JA!

¿DEMOCRACIA? ¡JA!
J.M. AIZPURUA
Eran los tiempos en que los fascistas franquistas, trataban de engañarnos con su “democracia orgánica” oponiéndola contra la “europea democracia”, corrupta y judeomasónica.
¿Seguimos igual?
Tras su breve estancia redentora en el campo de la reconciliación transicionista, los herederos del fascismo vuelven a las andadas cuando la DEMOCRACIA les molesta, y como fulleros esenciales, nos arrebatan el “marco democrático” y lo substituyen por el “marco constitucional” sin considerar que este debe ser subordinado y producto de aquel.
Cuando una población, sea nación, región o colonia, es decir; personas, emiten su voto con la claridad con la que lo ha hecho Cataluña, la DEMOCRACIA obliga.
El candidato que sacó 4 votos (que era Mariano, no el grandullón) mientras su oponente sacaba 34, en democracia sana: debiera dimitir. Si además sus rivales estaban exilados o encarcelados, la elección no era muy democrática, máxime con Piolín al acecho, y la orquesta sinfónica editorial tronando con marchas militares y empresarios desfilando.
Hablar de “marcos constitucionales”, “leyes”, etc. es trampear pues la voluntad ciudadana es el soporte de la democracia, y sus designios obligan al cambio de marcos, constituciones y leyes, por lo menos en la DEMOCRACIA que yo aprendí en los zulos antifranquistas, que demócratas europeos nos enseñaban clandestinamente.
El camino que la derecha política emprende hoy es el tradicional que a sus mayores les condujo a la perdida de Cuba y Filipinas; represión y venganza.
Desde una perspectiva sociológica, la situación catalana debe resolverse por la interacción del Estado ante sus ciudadanos catalanes, para evidenciar que en el marco estatal su situación sería mejor que en el Estado propio independiente. Convenciendo y no venciendo. Pero su aversión mesetaria a esta Cataluña siempre puntera, faro europeísta, burguesía brillante y pactista, cuna del progresismo intelectual y político, les obnubila, y golpean a sus ciudadanos, irrespetan a sus representantes, boicotean a sus productos (¿no son españoles?), y pretenden caminos de aniquilación y rechazo de todo su patrimonio cultural y político diferenciado.
  Todos sabemos que, sin lucha armada, sin conflicto bélico, las catalanadas son juegos florales, y es una manipulación de los torpes políticos pretender peligros en las expresiones democráticas expresadas en urnas.
Ahora es cuando los líderes de opinión deben opinar certeramente y la opinión pública catalana meditar sus futuros votos, en aras de obtener su desarrollo ciudadano. Reprimir, castigar, es la muestra estéril de la falta de razón.
Perdonar, convencer, sería la muestra de la grandeza del Estado.
Pero pedir grandeza al Estado que se pretende Nación precisa de un cambio de timonel y una rectificación histórica.
La “nación española” ha sido quebrada en Cataluña, pero, el “estado español” tiene una nueva puerta abierta, que solamente estadistas de altura intelectual, con inglés académico y fluido,  serán capaces de atravesar. Caperucita se comió al Lobo, y los que quieren seguir viviendo del cuento; lo van a tener difícil.

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