martes, 23 de marzo de 2021

MUJER Y REVOLUCIÓN

 

MUJER Y REVOLUCIÓN

POR MAITÉ CAMPILLO

Es un error grave y de los más perjudiciales, inculcar a la mujer que su misión única es la de esposa y madre […] Lo primero que necesita la mujer es afirmar su personalidad, independientemente de su estado, y persuadirse de que, soltera, casada o viuda, tiene derechos que cumplir, derechos que reclamar, dignidad que no depende de nadie, un trabajo que realizar e idea de que es cosa seria, grave, la vida y que si se la toma como un juego, ella será indefectiblemente un juguete

(Concepción Arenal ‘La educación de la Mujer’)

 

La revolución no hubiera sido posible sin la participación activa de la mujer trabajadora

Entre 1917 y 1921, un espectro (“fantasma”) recorrió el mundo; el de los soviets. El 25 de octubre de 1917, en Petrogrado, y tras ocho meses de contradictoria coexistencia, la insurrección organizada por los bolcheviques resolvía la inestable dualidad de poderes gobierno provisional/soviets, a favor de estos últimos. Nadézhda Krúpskaya, más conocida como Nadia Krúpskaya, fue una revolucionaria forjada en las luchas rusas de finales del siglo XIX, cuando parecía imposible alumbrar otro régimen distinto del zarista. Sus ojos maltratados por la enfermedad vieron alzarse a las primeras obreras tomar la calle un 8 de marzo y vieron el primer poder socialista del mundo desde dentro. Fue una de las impulsoras contra la semiesclavitud laboral y una de las dirigentes de la revolución de octubre, que junto a otras mujeres como Alexandra Kollontai o Inessa Armand empujaban la historia hacia la libertad y cultura de millones de mujeres explotadas en jornadas de alienación y jóvenes de los pueblos de la Unión Soviética. Fue una movilización de mujeres rusas en las calles de Petrogrado (posteriormente Leningrado) exigiendo alimentos al régimen zarista la que encendió la chispa del levantamiento contra el gobierno de Nicolás II (Se podría decir que ese 23 de febrero de 1917 empezó la revolución rusa). Siempre me impresionó de Nadia su mirada, su semblante serio en contraste con su empatía e ideas abiertas al desarrollo cultural y científico de la juventud, impulsando en él a la mujer trabajadora a las cotas más altas de lucha tenaz contra la ignorancia y oscurantismo que el zarismo medieval mantenía a la clase trabajadora en conjunto e inmenso pueblo ruso. En opinión de Nadia en 1937 acerca de la educación en casa tanto en niños como niñas dijo: “Les contamos demasiados cuentos, sin embargo, la realidad es con frecuencia más interesante que los cuentos. Además, hay cuentos y cuentos. Hay cuentos enjundiosos, que reflejan en bellos ejemplos el carácter de la gente, las relaciones humanas, y hay cuentos que oscurecen la conciencia e impiden que se comprenda acertadamente a las personas y la realidad. La vida obliga a los muchachxs a fijarse en muchas cosas y nosotros no debemos permanecer con los brazos cruzados. Los gobiernos burgueses procuran inculcar su política a los niñxs valiéndose de la religión, tratan de inculcar el odio a las otras nacionalidades, lo hacen con habilidad, tienen mucha y larga experiencia para adormecer su conciencia desde la infancia. Antes se decía ‘Cada uno para sí y Dios para todos’ cuánto dolor produjo esto”. No sé si mucho o poco se ha escrito sobre Nadia, lo que sí puedo asegurar de ella desde el campo de la educación, es que ha sido una de las mejores pedagogas del desarrollo social soviético, como lo fue Antón Makarenko, con el que trabajó durante el periodo como comisaria de educación. Poco se habla hoy en las universidades de la envergadura de su obra, de su gran y basta obra (posiblemente lo escrito sobre ella prácticamente se resuma en unas pocas páginas sin grandes diferencias, cambios o contraste, en general sacados de contexto como de un manual contrarrevolucionario), de su trabajo como impulsora de la alfabetización apenas o nada se habla, poco, muy poco como la gran pedagoga que ha sido, y menos de su infatigable empeño que la caracterizó en lograr la emancipación de la mujer trabajadora doblemente explotada.

 

Desde el triunfo de la revolución en vez de acompañar (de paquete) a Lenin, su compañero de vida, en las tareas de jefe del Estado Soviético como una “dama” más (en el mundo contemplativo de la especuladora burguesía), se entregó de lleno en interminables jornadas a la docencia e instauración de una nueva educación pública socialista que debía acabar con el analfabetismo imperante, crear una red de bibliotecas, potenciar el movimiento juvenil comunista y la educación permanente de adultos, acabar con la religión y, mejorar en fondo y forma directa la propaganda política. Sus escritos pedagógicos abarcan amplios aspectos educativos, incluyendo la organización de las escuelas, los currículos lectivos, la formación del profesorado, la educación de adultos, la eliminación del analfabetismo, la formación infantil y grupos juveniles que desarrolló entre otros frentes de lucha. A Nadia se la considera y así fue, no solo una de las principales organizadoras del sistema de educación socialista, además, una destacada historiadora de la evolución de las teorías educativas. La educación primaria, obligatoria en la URSS, implantada en 1925 redujo de forma notable el número escalofriante de analfabetismo. Durante la época en que trabajó para el ministerio de educación se produjeron considerables avances educativos, de 1920 a 1940 sesenta millones de adultos aprendieron a leer y a escribir, la red de escuelas primarias con el doble de alumnos en 1929 que en 1914 se amplió considerablemente, y el número de idiomas con obras publicadas, creció hasta los ciento cuatro en 1934, abogó además, por facilitar la educación autodidacta y, extender la secundaria, para lo que se fundaron nuevos centros nocturnos; jugó un destacado papel en la extensión de la red de bibliotecas soviéticas, tenía una basta experiencia en ello, había estudiado el funcionamiento de importantes bibliotecas públicas europeas durante su exilio, instituciones escasas durante el anterior periodo imperial, que crecieron notablemente en número durante las dos primeras décadas del gobierno de los soviets ¿Pensamos acaso, que la mujer trabajadora que somos la gran mayoría en el mundo, estamos en conciencia de clase y culturalmente, más avanzadas que aquellas de las primeras décadas del siglo pasado?

 

La verdad es que, pensando en el desarrollo de las civilizaciones, pese al avance incuestionable de la tecnología vemos que tras 100 años, un siglo después, poco se ha avanzado objetivamente hablando en cuanto a la humanidad, por no decir que en muchos aspectos hemos retrocedido; sirvan algunos ejemplos para profundizar en ello: Nadia Krúpskaya, en su siglo, potenció la educación autodidacta cuando en aquellos años todavía no había condiciones para una enseñanza total en las escuelas. La URSS tenía por entonces, unos 150 millones de personas, plenamente en guerras constantes e intentando salir de una sociedad patriarcal anclada en el medievo, también desarrolló la educación nocturna para los y las trabajadoras sacando provecho hasta que llegaran las horas de dormir, por el contrario hoy, el pueblo trabajador en su conjunto incluidos sus hijos e hijas, pierde el tiempo de sus vidas sentados en un sofá, como el resto de europeos, viendo y escuchando en la mayoría de los casos contracultura implícita en las aberraciones televisivas que hacen retroceder nuestro intelecto cuanto menos. Podemos afirmar que la Unión Soviética en el contexto histórico revolucionario que tuvo, no solo acabó con el alfabetismo, redujo las jornadas de trabajo que eran de 14 y 16, a 8 horas -para los trabajos penosos se redujo a 6h` e incluso menos para la mujer. Otro de los logros fundamentales en desarrollo, de expansión humana y social de la revolución, fue la creación de guarderías en todos los centros de trabajo, Nadia fue una de las impulsoras; la lectura aumento consideradamente entre lxs trabajadorxs, había bibliotecas hasta en las fábricas y, la mujer, empezó a salir del confinamiento del trabajo y de la casa, empezó a opinar en público, a tomar responsabilidades, a participar codo con codo con los compañeros en el desarrollo de una sociedad nueva, de una sociedad socialista que a pesar de sus dificultades empezaba a caminar.

 

‘La Mujer Trabajadora’ es el primer libro que editó Nadézhda Konstantínovna Krúpskaya Ulianova (editora de un gran número de publicaciones como la Educación Pública, Escuela para adultos… ) Puntal profesionalmente sobre la cima del desarrollo personal hacia la transformación social, que además de ser la compañera de Lenin, fue ella misma: una mujer culta, que destacó por sus propios méritos en las actividades del Partido de la revolución y como fundadora del sistema educativo soviético, pionera del desarrollo de las bibliotecas rusas que a su regreso del exilio desarrolló, además de su reconocida labor como secretaria del Comité Central del Partido Bolchevique. Pero la lucha es frontal, de nuevo tiene que exiliarse, y centró aún más todo su interés e investigación en la Educación Popular; elegida miembro de la Sociedad Pedagógica Pestalozzi en Suiza y de los Museos Pedagógicos de Friburgo y Berna, infatigable aprovecha todas las experiencias recibidas y escribe una de sus mejores obras` Gente, Educación y Democracia. Con la llegada al poder del partido soviético en Rusia en 1917, fue nombrada comisaria de Educación; toma parte activa en la preparación de leyes educativas, en las actividades encaminadas a luchar contra el analfabetismo, en la organización del sistema de escuelas rusas y en el establecimiento de fundaciones culturales para conseguir una sociedad nueva. Nadia, o Nadézhda, dio múltiples conferencias sobre la distribución de libros, los problemas en el campo de la ciencia bibliotecaria o la Biblioteconomía escribiendo numerables artículos sobre estos temas. Su entrega incondicional recibe la Medalla Anual a la mejor profesora y bibliotecaria de la Unión Soviética. Nace un 26 de febrero de 1869, en San Petersburgo, abandonando el mundo de los supervivientes (no así la grandeza de su obra en sus días y noches preñadas de acontecimientos alumbrando legiones esclavas el camino de la emancipación) el 27 de febrero, de 1939, en Moscú.

 

Inessa Armand es otra de las grandes; primera dirigente del Departamento de la Mujer en la Revolución Rusa, hizo público un determinante matiz histórico con la siguiente observación: “Si la liberación de la mujer es impensable, sin el comunismo, el comunismo es impensable sin la liberación de la mujer”. En breves palabras Inessa resume la relación vinculante entre lucha por el socialismo y la lucha por la liberación de la mujer: no es posible una sin la otra. Alexandra Kollontai fue una agitadora, activista y una de sus principales teóricas en torno a la opresión de la mujer que estuvo en primera línea de la revolución, participó en el “domingo sangriento” de 1905, en 1915 entra en el partido bolchevique, y en 1917 se convierte en la primer mujer elegida en el comité ejecutivo del soviet de Petrogrado. Durante la revolución fue miembro Comité Central del Partido Bolchevique y ocupa, en el primer gobierno, el cargo de comisaria del pueblo para la Asistencia Pública; asiste en 1917, al primer Congreso Pan-Ruso de los Sindicatos en el que hizo un importante llamamiento: “Los trabajadores con conciencia de clase deben entender que el valor del trabajo masculino, depende del valor del trabajo femenino, y que, con la amenaza de sustituir la mano de obra masculina por mano de obra femenina más barata, el capitalista, también puede presionar sobre el nivel salarial de los ‘hombres’, solo la falta de comprensión puede llevar a ver este tema como una mera cuestión de la mujer”. Sus escritos son un testimonio de los continuos esfuerzos porque la voz de la mujer se oyera en la revolución bolchevique. Clara Zetkin otra de las grandes mujeres revolucionarias de la historia; fue en 1910, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en Copenhague (Dinamarca), a propuesta de Clara, que la Conferencia proclamó el Día Internacional de la Mujer Trabajadora el 8 de marzo (celebrándose el 19 de marzo de 1911 por primera vez este día en varios países tras la decisión adoptada en Copenhague) Dos años más tarde, en 1913, las mujeres de Rusia celebraron el primer Día Internacional de la Mujer en el marco de los movimientos por la paz en vísperas de la Primera Guerra Mundial.

 

NOTA

 

Memorar 365 días, 5 horas, 49 minutos y 12 segundos al año a todo ese caudal de mujeres que aportó la revolución de octubre (junto a otras mujeres vanguardistas del mundo), es mi deseo contra toda sumisión, en el quiero ser capaz de evitar las tentaciones apologéticas de quienes pretenden o pretendieron reducir la revolución y con ella la liberación de la mujer, a una serie de luchas nobles heroicas y sin tacha, pues en ninguna época y en ningún lugar se abrieron de par en par las puertas de liberación de la clase trabajadora para el hombre como para la mujer apretando un botón, y aunque, en el Estado español algunxs “vanguardistas del comunismo”, y progresismo que no se exactamente hoy que significa, así lo siguen vendiendo como la “necesidad”, contra la necedad de lucha contra el enemigo de clase para recular ante la historia en marcha atrás por un “plato de lentejas”; algo así como la muerte o la vida: cambiamos el carácter de las cosas o la derecha nos come, jugando al lobo para mejor engañar “caperucitas”.

 

Pétalos de una misma historia; rosa roja en perfume de lucha infatigable en claridad de ideas y conciencia de clase, promotoras de historia revolucionaria de liberación de la mujer contra la esclavitud y lo que de sumisión conlleva tras un siglo de historia. Su legado aleteo como hito vencedor de heroínas combatientes, al que me hallo intrínseca; enfrentada a las grandes divisiones y barreras impuestas cada vez más antagónicas, en el intento de desclasar y confundir el contenido verdadero, en carácter y sentimiento que enarboló el histórico 8 de mazo proclamado. Asumo el abordaje de su lucha, contra la explotación capitalista en manos de todo hombre y mujer que de él, forman parte de una y otra manera. Disparo el mismo puño emblemático, que enarbolaron contra el calvario de espinas que nos sigue despersonalizando como clase, y como mujer, torturando nuestra condición desde los poderes fácticos de los gobiernos sean fascistas o sean democráticos de la gran burguesía esclavista.

 

PD.

 

Porque fueron, somos. Porque somos, serán.

 

Maité Campillo (actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)


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