LA DEMOCRACIA NO SE DEFIENDE
CENSURANDO
JUAN CARLOS MONEDERO
Claro que la
democracia se defiende de los que quieren arruinarla. Es una de las principales
enseñanzas de la caída de la República de Weimar y del ascenso del fascismo en
los años veinte y treinta del siglo pasado. Pero si arruinas la democracia para
defenderla, estás haciendo un pan como unas hostias.
Lo hace
constantemente la democracia realmente existente, especialmente cuando gobierna
la derecha. Ahí está la ley mordaza. Hoy, si Valle-Inclán publicara Luces de
Bohemia probablemente sería denunciado por Pablo Casado, Cayetana Álvarez de
Toledo e Isabel Díaz Ayuso (ésta, al menos, mientras solucionaba lo suyo). Y
más de un juez dictaría prisión preventiva para Valle. Y que nadie se engañe de
qué haría la extrema derecha con la libertad de expresión si llega a gobernar.
Así que a los demócratas nos toca echarnos las manos a la cabeza cuando
escuchemos canciones huecas llenas de ruido y
furia escritas y cantadas por un gilipollas y decir al tiempo en voz
alta que estamos en contra de que censuren precisamente a esos gilipollas.
El verdadero
problema suscitado con el rapero C. Tangana es haberle contratado cuando el
ayuntamiento de Bilbao tiene aprobado no contratar públicamente con quien tenga
comportamientos machistas, racistas, homófobos o esté sancionado por
corrupción. Muy sensato. Pero una vez que lo has hecho, rescindirle el contrato
es un error. Porque la libertad de expresión es un bien superior al que hay que
cuidar. Hay que dejar de perseguir opiniones. Eso lo hace la derecha. La
izquierda obra de otra manera. Y si las fiestas las programaran no burócratas
sino la gente de los barrios, otro gallo, mucho más feminista, cantaría.
No les refuerces no
les alimentes no les des facilidades ni publicidad, pero no les censures. Y
cuidado con las equidistancias. No es igual rescindir el contratado a alguien
que es antifascista, como Luis y Pedro Pastor, cuyo pensamiento está amparado
por la constitución y que sería una obligación de primero de democracia, que a
un fascista, un machista, un franquista o un corrupto que van contra la
democracia y la convivencia pacífica. Eso lo hacen los franquistas que
defienden el régimen diciendo que es igual la bandera republicana, nacida de
una Constitución, que la franquista, nacida de un golpe de Estado apoyado por
Hitler y Mussolini.
Es mala cualquier
censura institucional, pero está bien la mayor sensibilidad social,
especialmente cuando se están viviendo en las ciudades y en los entornos de
fiesta el surgimiento de “manadas” a las que nadie debiera celebrar en sus
letras. El machismo no es respetable y con las amenazas que están sufriendo las
mujeres, que nadie se extrañe si se señala a los que alientan a través de la música esos
comportamientos. No es contradictorio no censurar a esta gente y al tiempo
señalarles como enemigos de la convivencia. La censura administrativa es señal
de una democracia corrompida y la censura social es señal de una comunidad
despierta y sensible ante sus derechos. Es mejor que nadie quiera comprar
algunos libros ni escuchar determinada música a ponerlos en ningún índice
prohibido. Porque, de lo contrario, seremos nosotros los que terminaremos
pagando el pato del regreso de la censura.
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