EL ACEITUNERITO BLASFEMO Y
EL CRISTO DESHONROSO
ANÍBAL MALVAR
(En la primera
entrega de este relato ficticio de verano, el hombre simple y algo cateto es
condenado por calificar de “hijoputez fascista” el proceso de una asociación
imaginaria llamada Abogados Cristianos contra un personaje en busca de autor
llamado Willy Toledo, cuyo delito fue cagarse en dios en las redes sociales: “A
Willy Toledo quieren enchironarlo. Con esto no quiero ofender a vuestro dios,
Asociación Española de Abogados Cristianos. A vuestro dios quiero condenarlo a
cadena eléctrica en la silla perpetua. Y a vosotros también. Y a los jueces
progresistas que no huelguean contra esto. Y que os permiten seguir sembrando
vuestra hijoputez fascista sobre nuestra libertad de expresión y la inocencia
de los niños”).
Era una tarde de
febrero de 2018. Los informativos aburrían con la nueva conseja del presidente
Mariano Rajoy, un gobernante como dios manda, según su propia definición, que
animaba a sus súbditos a ahorrar más para asegurar el futuro de las pensiones y
la educación. ¿Para qué va a ahorrar alguien en educación en un país que
garantiza escolarización gratuita? Misterios de la alta política. Era un
presidente que creía más en dios que en la estadística, así que es normal que
no reparara en que el 15% de las mujeres de su ejemplar país cobraban menos de
700 euros al mes, con lo que el ahorro no podía entrar en sus planes. No se
puede estar en todo.
Al llegar a la
sección de noticias ligeras, aparecía en pantalla un chaval de poco más de 20
años, rostro enjuto, melena oscura y ensortijada, ojos de penitencia y voz
lacrimosa: “En ningún momento tenía intención de ofender a nadie, mis padres
son cristianos y yo he hecho la comunión, yo lo hice como un montaje más y por
eso no entiendo todo lo que está pasando”.
El chaval se
llamaba Daniel Cristian Serrano, vivía de varear aceituna en Jaén y había sido
condenado dos días antes por un delito contra los sentimientos religiosos. Su
blasfemia delictiva, haber colgado en Instagram un fotomontaje caracterizado
como Cristo sobre el lema: “Yo también soy despojado”. Contaba el chaval, con
palabras torpes y vencidas, que su madre incluso había tenido que ser
hospitalizada con un ataque de ansiedad. Las madres, siempre tan exageradas.
La Fiscalía pedía
para Cristian una multa de 2.160 euros y responsabilidad civil subsidiaria de
180 días de privación de libertad si no pagaba. Le acusaba de “vergonzosa
manipulación del rostro de la imagen” y de “manifiesto desprecio y mofa con
propósito de ofender” contra la Cofradía de la Amargura, que lo había
denunciado. Finalmente, su abogado de oficio aceptó una multa de 480 euros:
“Bueno, tendré que varear aceitunas diez días más para pagarla”, se resignaba
el chaval.
Tras un arrebato de
miedo y asco en España, el sociópata que protagoniza este relato pensó no solo
en la iniquidad de esta sentencia, nacida de un contubernio de incompetencia,
fanatismo e ignorancia por parte de la fiscalía acusadora, el juez instructor
que acepta investigar este delirante caso, y el abogado de oficio que, en
flagrante dejación de funciones, aconseja a su defendido humillarse arrodillado
ante las supersticiones victoriosas.
La ignorancia del
cuerpo jurídico que llevó esta denuncia de la Cofradía de la Amargura es
evidente. Siguiendo las prescripciones de estos distinguidos letrados, la mayor
parte de las imágenes de Cristo que vemos en templos y museos deberían ser
arrancadas de las paredes y los frescos catedralicios. Pues, según la Biblia,
representan al de Nazaret como un hombre indigno. Corintios, libro primero,
11.14: “Si el varón tiene cabello largo, es una deshonra para él”. Que
denuncien a Miguel Ángel, a Da Vinci y al Greco, a Zurbarán, a Caravaggio y a
El Bosco. Que no tarden.
–Me han entrado
ganas de rock and roll, Minnie –le dijo el sociópata a su compañera, una boa
constrictor muy cariñosa que convive en armonía con las mascotas vecinas, con
lo cual ya no queda ninguna.
–Vas a perder. Te
lo digo con el Código Penal en la memoria.
–¿Tú te has leído
el Código Penal?
–Me he comido
varias ediciones. Tú no les hacías ni caso y es menos aburrido que
memorizarlas.
–¿A qué nos
enfrentamos si llamo a estos inquisidores paletos iletrados, heces bazofieras,
católicos yihadistas y estúpidos gregarios?
–Que te empluman. Y
ya sabes lo que me gustan a mí los bichos con plumas –respondió la constrictor.
–Vivimos en un
Estado aconfesional, Minnie.
–Eres tan inocente,
chaval. El delito de blasfemia fue eliminado de vuestra estúpida legislación en
1989, pero los socialistas volvieron a reformar el Código Penal en 1995, e
incluyeron la ofensa al sentimiento religioso.
–Joder con Pepe
Bono…
–Si fuera solo
Bono… Aquí hay media España que bosteza y otra media que se ofende.
–Pues yo ya estoy
cansado de bostezar. Cuando bostezo, me parezco tanto a ti.
Y el sociópata
escribió esto: Jueces de mierda y católicos de mierda. Quizá desconociendo las
terribles consecuencias que le acarrearía en el futuro. Quizá no.
------------------------
Continuará el próximo
domingo, día del Señor
No hay comentarios:
Publicar un comentario