CAPÍTULO DEDICADO A BENNY MORÉ EN "BAILANDO
EN LA CASA DEL
TIEMPO"
POR: LIL RODRÍGUEZ
En el centenario
del nacimiento de Benny Moré, presentamos el capítulo dedicado al cantante
cubano en el libro "Bailando en la casa del tiempo", de Lil
Rodríguez. (Euroamericana de ediciones. Caracas. 1997)
EL LAJERO
PRODIGIO
Nadie lo impuso, y
para darlo a conocer, nadie lo promovió. Lo llevó a la inmortalidad su arte
personal y exquisito, que la exquisitez no es exclusividad de lo sofisticado. Y
es que en lo popular, fácil aparentemente, existe, y pobres de quienes no lo
ven, un gran refinamiento.
El era exquisito;
en la extravagancia de su ropa y en lo desgarbado de su figura; era exquisito
en su poder de convocatoria y en su arte comunicacional. Nunca supo leer ni
escribir una partitura y sin embargo pocos como él para dirigir una orquesta,
ni para improvisar, ni para dibujar las flores coreográficas que él dibujó.
Fue siempre
transpiración de la musicalidad y perfección para el canto. Cantar, vale
recordarlo, mas que un oficio es una virtud a la que no todos los mortales
tenemos acceso.
Fiel a su pueblo, a
sus orígenes, a su raza, mantuvo siempre en alto el derecho inalienable de
escribir su historia con su puño y
letra, con sus aciertos y errores, con su sol y sus nubes.
Sólo conocemos su
imagen a través de una foto y su voz a través de los discos. El tiempo se ha
encargado también de que resulte prácticamente imposible superarle, Poseyó,
como privilegio infinito, el don del oído absoluto. Era Bárbaro. Era el Benny.
BARTOLOMÉ MAXIMILIANO
MORÉ
Todos conocemos de
una u otra forma algo de la vida de Benny Moré. Ligado en mucho a la leyenda,
su historia está llena de anécdotas, de testimonios verbales y de enigmas.
Muchos autores han tomado la figura del Bárbaro del Ritmo
para tejer sus libros, y mas de uno contribuyó a oscurecer el camino de la
verdad biográfica.
Una tarde de
Noviembre de 1985, desafiando los fuertes vientos que había dejado a su paso el
huracán “Kate”, nos lanzamos un grupo de periodistas a una habanera Feria del
Libro que la inclemencia del tiempo no había logrado suspender. Allí, en medio
del agua los comentarios de la gente, el frío y lo insólito de una feria
literaria en medio de un huracán, descubrimos el libro de Amín Naser. El título,
muy sencillo: “Benny Moré”. Pensamos algunos que podía tratarse de otra novela
en las que uno no sabe cuanto bien o mal le hace la ficción a la historia. Pero
no era una novela. Naser, periodista cubano, lograba presentar la recopilación
de sus investigaciones acerca del Benny con claridad y método. Nada de novela y
sí mucho de meticulosidad.
No cuenta con la
fama del “Bolero” de Lisandro Otero, pero es la mas completa obra referencial
acerca de Benny Moré que hayamos conocido. Recuerdo que compré dos ejemplares;
uno para mi amigo y maestro Henrique Bolívar Navas y otro para mí.
Guardamos el tesoro
y ya en Caracas, con tranquilidad y expectativa vino el proceso de ratificación
y rectificación de los datos.
Sabíamos que había
nacido el 24 de Agosto de 1919 en Santa Isabel de las Lajas, pero no que su
apellido era prestado porque su ancestro Gundo, ni eso tenía. Este Gundo, de
estirpe noble en su tierra natal, el Congo, fue llevado en calidad de esclavo a
Cuba y allí adquirió como primer nombre el de su primer dueño. Así, se llamó Ta
Ramón Gundo Paredes. Eso sí. El apellido iba cambiando conforme cambiaban los
dueños. Hasta que fue vendido al Conde Moré, dueño de un Central en Santa
Isabel de las Lajas. Ta Ramón Gundo, ahora Moré, adquirió su libertad y se quedó
con el apellido. Apellido que también tenía por las mismas circunstancias la
esclava Julia, que le parió una niña, Julia también, Moré por la madre. Y esta
Julita parió varios hijos, entre ellos a Patricia, Moré por razones obvias y
Patricia se enamoró de un español y parió a Virginia...Moré también y Virginia
se unió a Silvestre Gutiérrez y nació Bartolomé Maximiliano...Moré. En los
ancestros, al parecer, y qué cosa, ningún hombre reconoció a los hijos.
Prestado o no
Bartolomé Maximiliano se encargó de inmortalizar el apellido Moré para gloria
de su pueblo, de su madre Virginia y de sus 18 hermanos, a los que ayudó a
levantar, por ser él el primogénito. Con el tiempo Benny reconocería a todos
sus hijos, y rompería la terrible tradición de los hombre de su ascendencia.
A los 6 años de
edad ya estaba en la calle trabajando y a los 11 ya había abandonado la escuela
para dedicarse de lleno a las faenas agrícolas. A los 17, y luego de haber
organizado las históricas orquestas de perolitos que ilustran la vida de casi
todos los músicos del Caribe, Bartolomé se integró a una orquesta de verdad.
Lajas, Pueblo Nuevo y La Guinea le fueron quedando pequeños a su audacia. Ya
había conocido en la zafra, machete en mano, a Israel Castellanos, tresero que
le enseñó a tocar el tres y la guitarra y al que después inmotalizaría en “Qué
bueno baila usted” .
Un buen día, y en
un camión verdulero, como una vianda mas, inició el camino hacia La Habana a la
que llegó en 1936. Pasó hambre de la buena y optó por regresar a Lajas.
Establece con José Luis Bolívar el dúo Bartolo-Bolívar. Se enfermó de
paludismo, se salvó y en 1940 emprendería otra vez la conquista de la capital
cubana.
Ganó en concursos
de radio algo de popularidad, pero no dinero. Cantaba en tabernas, y en el
puerto, admiraba a Panchito Risett ... y soñaba. Recorrió cafés y bares de la
capital cubana. Se integró, primero a un trio, luego a un cuarteto, el Cordero
y luego al sexteto Cauto dirigido por Graciano Gómez.
Los sueños
comenzaron a cumplírsele cuando nada menos y nada mas le tocó sustituir en una
audición radial a Miguel Matamoros porque este se encontraba afectado en la
voz. La suplencia fue excelente. Tanto que Miguel le pidió que se quedara en su
grupo, que ya no era trio sino conjunto. Con Ciro, Miguel y Cueto inició la
aventura de su carrera al partir con ellos hacia México. Era el 21 de Junio de
1945.
El resto de la
historia ya es mas conocido.
BENNY
Se quedó en México.
Matamoros le recomendó que se cambiara el nombre porque en tierra azteca
Bartolo significa “Burro”. El mismo Bartolomé se denominó Benny.
Se casó en 1946 con
una auxiliar del doctor Alfonzo Ortíz Tirado. Su padrino de bodas fue Miguel
Aceves Mejias. Estaba decidido a triunfar, pero no sobre la base de lo
facilongo. Los arreglos de Matamoros le parecían demasiado simples, y a él a
le rondaban por la cabeza otros sonidos.
Cantó en locales
nocturnos y se integró al Son Veracruz, donde conoció a Tony Camargo y a Lalo Montané, cantante, como él. Por
casualidad un día Benny le pidió a Lalo que le hiciera una segunda voz. Así
nació el legendario “Dueto Fantasma”. Sin aviso y sin protesto.
Fue voz de
orquestas realmente importantes como las de Mariano Mercerón, Rafael de Paz y
Arturo Núñez. Su primera grabación para la RCA Víctor de México fue “Me voy
pa’l pueblo” , de Consuelo Velásquez.
Vendría luego la
junta con Dámaso Pérez Prado, cubano como el Benny, inquieto como el Benny, y
con un ojo comercial que Benny no tenía.
La combinación de
los dos fue explosivamente deliciosa y desde “Bonito y sabroso” hasta “Locas
por el Mambo” hay pruebas de ello.
En esa etapa
mexicana de su vida participó en varias películas como “Carita de cielo”,
“Ventarrón”, “Quinto patio” y “El derecho de nacer”.
Estuvo en Panamá
con Pérez Prado y triunfaron por todo lo alto. Viajó a Cuba, regreso a México y
a finales de 1950 volvió a su tierra querida para no dejarla mas. Cierto que
viajó a muchos países pero su centro de operaciones dejó de ser la tierra
azteca: Santa Isabel de las Lajas se convirtió en su oficina.
PROFETA EN SU
TIERRA
Con toda la fama
posible a cuestas, Benny Moré llegó a Cuba para constatar que en su patria era
prácticamente un desconocido. Emprendió la conquista de Cuba justo por donde
nació el son: Santiago de Cuba. Comenzó a cantar en la Cadena Oriental de Radio
acompañado por Mariano Mercerón. Su éxito fue inmediato y sirvió para despejar
toda duda sobre la obtusa falsificación que había realizado unos meses antes
Pérez Prado con él, en una historia tracalera y poco divulgada.
Dámaso Pérez Prado,
ya sin Benny, había viajado a Cuba y para prevenirse de posibles fracasos se
llevó con él a un cantante que no era otro que Yeyo Cané, el mismo que había
salido en la película “Al Son del mambo” cantando aunque la voz era del Benny.
La cosa está en que Pérez Prado presentaba a Yeyo como Benny. Cuando el
verdadero Benny cantó en Santiago de Cuba quedó develado el engaño y cimentada
la fama de Moré. Tan así fue que en ese mismo tiempo fue bautizado en la misma
Cadena Oriental de Radio como “El Bárbaro del Ritmo”.
Viajó muchas veces
a La Habana, se reencontró con Matamoros, estuvo de gira por Colombia, Panamá,
Haití, Puerto Rico, Estados Unidos, México, Venezuela...
Impuso
prácticamente todo lo que grabó, perfeccionó su calidad, el sortilegio se hizo
su acompañante habitual y se dio el lujo de formar esa otra leyenda de la
música: su Banda Gigante.
Vivió una etapa por
demás hermosa en la música cubana. Asistió al nacimiento del Chachachá, se
encontró con el Filin, le dio el impulso inicial a la orquesta Aragón, alternó
con Bebo Valdéz, grabó a dúo con Pedro Vargas y Alfredo Sadel. Asombró a los
mejores músicos de entonces con su talento excepcional, con su arte inimitable,
con su gracia y su sensibilidad; se hizo ídolo por derecho propio y dejó para
la posteridad temas de todo tipo como para evidenciar la asombrosa manera con
la que pasaba de un apretado mambo y una contagiosa guajira a un delicado
bolero. En Música nada le fue difícil porque su privilegiado oído absoluto,
junto a su carisma, hicieron la carrera. Con todo nunca abandonó su sencillez, su dignidad, su
solidaria dedicación a los amigos y a su pueblo, que cada vez le pedía mas.
Benny Moré fue un
músico total. En Plena dictadura batistiana era capaz de cantar “Yo sí que soy del campo/ y no me gusta que
me digan okey”
Para fortuna de los
melómanos, el inalienable sentido de dignidad del Benny originaría su Banda
Gigante. Era Septiembre de 1952. Benny grababa para la RCA y su orquesta
acompañante era la de Ernesto Duarte. Benny grababa y tenía mucho éxito, pero
inexplicablemente no se presentaba con la orquesta. No se daba cuenta de que
era discriminado racialmente. Duarte no llevaba a Benny a los bailes, porque en
esos espectáculos privados el público era exclusivamente blanco. Serian Alfredo
“chocolate” Armenteros y Clemente Piquero quienes le abrirían los ojos al
explicarle por qué Ernesto Duarte no lo presentaba en vivo. Entonces Benny Moré
se enfrentó al director de orquesta y a Mariano Conde, de la RCA emplazándolos.
La RCA decidió quedarse con Benny, pero este puso como condición formar su
propia orquesta porque ya estaba cansado de ser “comemierda”.
Se instaló en el
“Alí Bar” y tomándolo como centro de operaciones comenzó a conformar su Banda
Gigante, una de las orquestas mas sólidas de todos los tiempos, dirigida por
este hombre de Santa Isabel de las Lajas que no sabía trazar una clave de Sol
pero contaba con la facultad divina de ir mas allá de lo establecido en música.
En la Banda Gigante
estuvieron, entre otros, los trompetistas Jorge Varona y Alfredo “chocolate”
Armenteros, el trombonista Generoso Jiménez, el baterista Rolando La Serie y,
por supuesto, sus inseparables amigos el bongosero Clemente Piquero y el
guitarrista y tresero Israel Castellanos, el mismo que conociera a sus 12 años
en la zafra, el mismo que le enseñó a tocar guitarra y a quien dedicó su tema
“Qué bueno baila usted” surgido como recreación de un viejo son del Cauto, en
una descarga en Caracas en la que adquirió el perfil con que conocemos ese
tema.
A diferencia de lo
que pasa hoy, cuando los músicos sacrifican sus orquestas y viajan al exterior
con pistas para promoción y bailes, Benny Moré nunca viajó sin su Banda, sin su
numerosa Tribu. Respetaba el trabajo de sus compañeros y, obviamente, se
respetaba a sí mismo. No necesitó componer canciones expresas con el tema de la
dignidad: el era la dignidad personificada.
ANÉCDOTAS
Lo de Venezuela no
se puede obviar. Es famoso el cabillazo que le dio a Max Pérez porque este se negó a pagarle sus
actuaciones en Caracas. Fue preso con gusto ( su única prisión ) y con gusto
fue sacado de la cárcel por Alfredo Sadel y por Bola de Nieve, quien se
encontraba en Caracas para la fecha.
Destaca también lo
que le pasó con Alfredo Sadel grabando “Alma Libre” , tema de Juan Bruno
Tarraza.
Sadel era un
cantante consumado y popular. Como el ídolo que era fue a Cuba siendo aplaudido
por las multitudes. Surgió la idea de la grabación con Benny, a quien todavía
no conocía. Sadel ensayó varias veces el tema de Tarraza, pero Benny no
aparecía para complementar el ensayo. Cuando Benny apareció, fue para grabar.
Sadel estaba, lógicamente, escandalizado, pero cuando Benny abrió la boca,
Sadel quedó admirado para siempre. Medardo Montero, responsable de esa
grabación, y a quien tuve la fortuna de conocer para recibir de él las
historias de esa y otras grabaciones, me contaba que, ciertamente hubo un
error, el cual se puede apreciar cuando se escucha el tema grabado, pero decía
Montero, (lamentablemente ya fallecido) que el filin era tan, pero tan grande,
que él sabía que si se volvía a grabar no quedaría igual, y prefirió que se
quedara con el error de entrada de la voz de Benny. Ese Tema, “Alma Libre” es
hoy una verdadera joya. Se grabó una sola vez, de arriba a abajo. La amistad
Sadel- Moré se hizo legendaria. Y como sería la vida de tremenda que Sadel
ayudó luego a Benny a salir de su prisión en Caracas, la misma ciudad donde
cantó una sola vez con la Sonora Matancera en los estudios de Radio Rumbos, sin
que quedara, lamentablemente, registro de esa actuación, que me fue narrada por
quien lo presentó esa vez, el veterano locutor Alfredo Ordóñez.
Muchas personas
pensaban que Benny era extravagante en el vestir. Pero sus famosos pantalones
anchos, mas arriba de la cintura, y sus tirantes o elásticas, tenían una
explicación: la úlcera que padecía, que le molestaba aun más cuando se ponía un
cinturón.
Nunca abandonó su
sombrero alón, ni su tabaco. Se declaraba orgullosamente campesino, hijo de los
predios de Lajas.
Benny Moré fue
quien bautizó a Miguelito Cuní como Sonero Mayor, y sería Benny quien también
bautizaría a Ismael Rivera como Sonero Mayor. El título suyo se lo dio el
pueblo. En un Caribe pleno de excelentes cantantes solo ellos tres ostentan el
honor de Mayores como soneros. Benny es tal vez el mas importante a los fines
del estudio del enlace de las tendencias soneras.
No fue nunca un
hombre agresivo, pero atacó con todo cuando se vio injuriado o menospreciado,
sobre todo en lo racial. La organización de su tribu tiene otras connotaciones
que van mas allá de la música. Benny sentó bases de organización con proyección
social. No permitió ofensas a sus músicos y su dignidad de negro lajero lo
llevó muchas veces a tocar en la calle ante la negativa de que sus músicos
negros ingresaran a los salones donde el sí podía en razón de su fama.
Al triunfo de la
revolución Cubana Benny se quedó en Cuba. Recibió miles de tentadoras ofertas,
pero se quedó al lado de su gente y ayudando en lo que podía.
Famosa es la
anécdota en la que se cuenta que un personaje le ofreció millones para que se
fuera a Estados Unidos. Benny dijo “Está bien. Me voy, pero debo llevarme a
toda mi familia. Satisfecho, el empresario le dijo que no había problemas y preguntó
cuántos eran. Y fue entonces cuando Benny le respondió con su inolvidable
sonrisa: “Son cinco millones de cubanos”.
Falleció en La
Habana el 19 de Febrero de 1963 a las 9:15 minutos de la noche. Inmediatamente
se declaró duelo musical. Fue trasladado a Santa Isabel de las Lajas, su rincón
querido para ser sembrado allí.
Su campo cobijó su
cuerpo. El aire se encargó de expandir
su inmortalidad. El tiempo se ha ocupado de mantenerlo vigente.
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