LA IGLESIA LADRONA
DAVID BOLLERO
Ha pasado ya un año
desde que el Colegio de Registradores remitió al Gobierno el listado de todos
los bienes de los que la Iglesia católica se ha apropiado en virtud de la ley
de 1998 que promovió José Mª Aznar, inspirándose a su vez en una ley
franquista. Los bienes que la Iglesia ha inscrito a su nombre asciende ya a
30.000, sin que haya pasado por La Moncloa un sólo Gobierno con el coraje de
evitar este saqueo… ni siquiera de publicar el listado.
La avaricia de la
Iglesia no tiene límites: no sólo se ha apropiado de catedrales, iglesias o
ermitas, también de cementerios, de plazas, de casas de maestros, de locales
comerciales, de parcelas… incluso de fuentes y frontones… Un robo en toda
regla, un saqueo legalizado por el Partido Popular (PP) y consentido por el
PSOE, que siempre ha sido tan servil a la Iglesia como los populares.
La presión contra
estas apropiaciones está creciendo gracias a la labor de colectivos como la
Coordinadora Recuperando, cuyo objetivo es detener estar sangría de patrimonio
público que va a parar al agujero negro de la Iglesia católica, que se
enriquece explotando bienes como la Mezquita de Córdoba. Esa Iglesia vil que
disfruta cómo unas Administraciones cobardes permiten que sean nuestros
impuestos los que financien las rehabilitaciones de muchos de esos edificios y
que los beneficios de ellas sólo lleguen a la Iglesia.
Esta es una prueba
más de la mezquindad de ese grupo de poder. No se puede hablar de las dos caras
de la Iglesia , intentando hablar de una lado bueno (el que siempre se asocia a
Cáritas) y otro malo, con esta avaricia material que la condena al más profundo
de los infiernos, según sus propias directrices. Y no se puede, sencillamente,
porque las malas prácticas son tan deleznables que terminan por dominarlo todo.
No hay acción lo suficientemente buena que consiga hacer menos nauseabundo el
comportamiento de la Iglesia, que se enriquece a costa de todas y todos, que
amasa fortunas que no llegan a quienes más lo necesitan.
Querer justificar
estas más de 30.000 inmatriculaciones indebidas es ponerse del lado del saqueo.
En lo que al Gobierno se refiere, no pararlo, no publicar el listado para que
se abra la veda a los pleitos que reclamarán legítimamente la recuperación de todo
ese patrominio, es volver a arrodillarse ante una Iglesia que tanto daño ha
hecho históricamente a la democracia española.
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