JM AIZPURUA
Hace 499 años, el
españolismo castellano se fijó la meta de servir de coartada al objetivo real,
el auténtico móvil, de apoderarse del oro y territorio de sus vecinos y de ultramar.
Quiero dejar constancia que la cultura invasora era común en la época, aunque
el Fuero Vasco la impedía con su ley de Árbol Malato, límite territorial propio,
hasta donde el guerrero vasco tenía el terreno de su lucha que solo debía ser
defensiva y dentro de su propio territorio-país. Jamás el vasco invadió el territorio vecino y
siempre en la Historia se mantuvo en sus límites naturales que en su lengua
llamó Euskal Herria (Tierra de Euskos).
Sobre la base de
una tecnología guerrera y una despiadada infantería, los Tercios, el
españolismo castellano tuvo 3 siglos de Imperio en los que impuso su ley en las
hoy Europa y América. Luego tuvo 2 siglos perdiendo su poder que nos llevan a
los últimos desastres de guerra y dictadura y al actual intento de crear un
Estado europeo del que cuelgan Canarias, Ceuta y Melilla como rémoras imperiales
del pasado colonial africano.
El sector poderoso
de la economía hoy se apoya en sus bases civiles y militares que observan una
fidelidad a un espejismo “nacional” que les fue rentable en el pasado y
justificación de sus riquezas. Su expresión política, la derecha, es incapaz de
adaptarse a los tiempos y plantea expresiones (PP, Cs, VOX) viciadas de un relato
imperial, inasumible al sentido democrático del s XXI.
Un relato lineal de
una supuesta nación, que en realidad es la Castilla supremacista que ahoga las
naciones vasco-navarra, gallega y catalana e ignora la africanidad de Canarias,
Ceuta y Melilla, es algo inaudito e impropio de la capacidad de sus ciudadanos actuales
que hoy tienen suficientes datos para anular la pretensión nacional españolista
supremacista.
El Estado español
siglo XXI debe desprenderse del relato historicista, letal, en el que la
esclavitud, el genocidio de culturas, el robo de tierras y bienes, y una falsa
religiosidad, formaron parte substancial de aquel Imperio. Sus cuantiosos
beneficios de rapiña fueron a parar a la monarquía, clero, y su casta
dirigente. El “pueblo” siempre fue ajeno a ello.
Tampoco es otra
causa gloriosa para el actual españolismo, el Golpe de Estado del 17 de julio
36, la guerra y sus 40 años de Dictadura fascista basada en la familia, el
municipio y sindicato vertical, un engendro político que titularon democracia
orgánica.
La nueva derecha
española, debe mirar al futuro, y pretenderse involucionista la lleva a la
confrontación social inevitable.
La decadencia de
los siglos XVIII, XIX, y XX, puede acentuarse en el XXI si no se encuentra una
base sólida para emprender el reto del europeísmo en el que su arcaico relato puede
quedar anulado por el eje francoalemán.
El encaje
confederal de las nacionalidades y su difícil equilibrio con las regiones es la
tarea principal del Estado. No es posible unificar la diferencia, y el
equilibrio es la única alternativa; cuanto antes se asuma estaremos más cerca
de la solución.
Olvidarse del
Gibraltarismo españolista es hacer un favor a los llanitos que gozan de una
situación económica envidiable para sus vecinos andaluces: hágase en este
vecindario andaluz las reformas necesarias para alcanzar el bienestar que el
britanismo procura a sus vecinos. ¿Se es capaz desde el españolismo?
Canarias es una
tarea complicada. Quinientos años de colonización son una losa demasiado pesada
para resolverla en una generación. La historia colonial debe substituirse por
una versión realista desde la óptica de los DDHH y la democracia del s. XXI,
donde no caben las “grandezas” de los conquistadores, sus reyes y sus papas,
olvidando las miserias de la población invadida.
Otra forma lineal
de escribir la historia desde los guanches, la invasión y colonización, la
dictadura y el acceso a la democracia europeísta, deben dejar a todos los
ciudadanos canarios incluidos en el acceso al futuro, que será el que ellos
quieran en concierto con las autoridades europeas. Las etiquetas de (godos,
indepes, etc) deben quedar superadas para que “canario/a” sea el único
título desde el que mirar al pasado y acceder al futuro. Democracia obliga; y
en ese estadio nos encontramos. Fascistas e imperialistas quedaron al margen
del futuro.
Vamos a por él, que
se presenta hermoso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario