A contracorriente
¿CUÁNTO VALE GROENLANDIA?
Enrique
Arias Vega
Tras el anuncio de Donald
Trump de querer comprar Groenlandia, el semanario económico portugués Expresso la ha valorado en 1.300
millones de euros, teniendo en cuenta que ya en 1946 otro presidente
norteamericano, Harry Truman, había
ofrecido por ella a Dinamarca 100 millones.
Es mucho dinero, por supuesto, comparado con los 15 millones que
Estados Unidos pagó a Francia por Luisiana en 1803, o los 7,2 que recibió Rusia
por Alaska en 1867.
Claro que aquéllos eran otros tiempos y la propuesta de hoy día
parece una simple butade, ya que difícilmente los 60.000 groenlandeses que
viven en sus más de dos millones de kilómetros cuadrados prácticamente de hielo
querrían formar parte de otro país que necesariamente les metería en problemas
que no tienen. De momento, viven bastante cómodamente, con una autonomía plena
desde el referéndum de 2008 (la metrópoli, Dinamarca, sólo conserva las
competencias de asuntos exteriores, seguridad
y política financiera), sin pertenecer a la Unión Europea desde 1985 y
con una renta por habitante de 37.800 euros, de los que 30% son una subvención pura
y simple del Estado.
O sea, que lógicamente Trump no debe pretender la anexión de
Groenlandia, pero sí que puede estar aspirando a otra cosa: a que cuaje el
mayoritario afán de independencia y así negociar cara a cara con un nuevo
Estado, debilitando a Europa, compitiendo con China en el control de tierras
raras gracias a la colosal reserva de éstas en los hielos árticos y
convirtiendo a Groenlandia, por su proximidad geográfica, en un país americano
más (ya hace años que viene compitiendo en los Juegos Panamericanos, con dos
medallas de bronce en balonmano).
¿Es esto posible? Pues claro que sí. En el referéndum de 2008 se
aprobó el manido derecho a la autodeterminación y, por otra parte, poco más del
10% de la población habla danés y al 90% de hablantes de groenlandés,
presuntamente marginados de la gestión administrativa, les vendría de perlas
quedarse con un país de riquísimo subsuelo y negociar de tú a tú con el Tío
Sam.
Donald Trump, pues, parece un tío impulsivo y descerebrado, pero
en realidad resulta más malignamente inteligente y perverso de lo que
parece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario