BEREMUNDO PAZ Y EL MOVIMIENTO GUERRILLERO EN LA ZONA DEL ESCAMBRAY
POR: ANASTASIO CABRERA SANTOS
Hace más de medio
siglo era un hecho casi cotidiano en Cabaiguán las manifestaciones de protesta,
las huelgas y los enfrentamientos callejeros con los representantes del orden
público. Las consignas de lucha escritas en muros y fachadas cercanas a las
Escogidas de Tabaco eran también comunes. Recuerdo aquella de “Abajo la bolsa
negra mueran los agiotistas” escritas en la portada de la escogida de tabaco de
Cuervo. Los Cuervo eran una familia muy allegada a la familia Santos también
asociada durante muchos años a la industria local del tabaco.
Fue muy significativa una huelga protestando contra la introducción
de las llamadas maquinas torcedoras de tabacos, maquinas que se suponía que
dejarían sin empleo a muchos
trabajadores. Durante esas protestas se
rompían botellas y envases de vidrio que se lanzaban a las calles. Esto
fue de tal magnitud que prácticamente se
hizo imposible el tránsito de vehículos motorizados. Cuando pusieron fin a la
huelga, los vehículos para poder circular tenían que instalar escobas en la
defensa delantera de los vehículos para barrer los vidrios e impedir los
ponches y reventones de neumáticos. Este fue un espectáculo de difícil olvido.
Era la época de Batista, dictador de Cuba.
No mucho tiempo después las cosas comenzaron a empeorar luego de la
proclamación del movimiento opositor 26 de Julio con aquello de ”este año viene
Fidel Castro, seremos mártires o héroes”. Fidel Castro, estando preso había
sido amnistiado después de su ataque al Cuartel Moncada, marchado a Mėjico y
regresado a Cuba iniciando una guerra de guerrillas en la Sierra Maestra.
Inspirado en la Sierra Maestra, ya el movimiento opositor no se circunscribía a
los problemas locales, sino que se expandía junto a la resistencia nacional
contra el régimen de Batista y comenzaba a participar toda la ciudadanía
independientemente de su procedencia social o religiosa. Sobre todo los jóvenes
trabajadores y los estudiantes
comenzaban a organizarse dando origen a una actividad opositora muy
fuerte.
Los estudiantes de Cabaiguán, se encontraban en
el pueblo en casa de sus familiares, comenzaron a crear una organización
secreta, con el fin de tomar las armas y producir un alzamiento en la aledaña
zona montañosa de Escambray. Así, una noche se reunieron y partieron hacia las cercanas lomas del Escambray
con el propósito de formar una guerrilla.
En los días anteriores al alzamiento habían comenzado a organizar el pequeño grupo,
tratando de adquirir algunas armas entre el vecindario. Las armas finalmente se circunscribieron a escopetas de caza, revólveres y algún que
otro rifle de bajo calibre, pues no había otras entre la población.
Evidentemente ninguna de estas armas era apta para un enfrentamiento contra
armas de guerra, como las que disponía el ejército y la policía. Probablemente
por comentarios y expresiones inocentes hechas durante la recopilación de las
armas que, junto también a la euforia de
algunos simpatizantes y opositores pasivos, debió de haber trascendido la
información a las autoridades y alertó sobre los hechos que estaban aconteciendo. El grupo finalmente se alzó,
dirigiendose a Santa Lucía, al sur de Cabaiguán con la intencion de llegar a
las lomas del Escambray al sur de la provincia.
Al conocerse que se había producido un
peligroso alzamiento el régimen inmediatamente movilizó el “Tercio Táctico de
Santa Clara (capital de la provincia) enviándolo contra los alzados, que al no
tener ninguna experiencia militar ni contar con el entrenamiento táctico ni
físico, en su avance fueron dejando un rastro fácil de seguir, al que se le
sumaban comentarios inocentes de campesinos que los vieron pasar y también a la
delación de algunos personajes.
Finalmente se
produce el encuentro armado en una finca llamada “La Llorona”, donde los
alzados se encontraban descansando entre los árboles y no se percatan de la
proximidad del ejército, que entró en conocimiento de la situación por la
aparente delación de un sujeto de apellido Ríos, dueño de la finca.
Prácticamente el
enfrentamiento fue una masacre, no hubo heridos por parte del ejėrcito. Pero
algunos de los alzados dentro de la confusión y el caos reinante lograron
escabullirse y escapar.
Entre los muertos
más significativos se encontraba Beremundo Paz, estudiante universitario y
amigo personal mío, residente del poblado de Neiva en el término municipal de
Cabaiguán. Hoy la antigua calle 2da. del Oeste lleva su nombre.
Beremundo Paz y yo habíamos terminado los
estudios de bachillerato en el Instituto de Sancti Spiritus pero Lucio Paz,
padre de Beremundo, un campesino próspero, propietario de una finca quiso
enviar a su hijo a estudiar Ingeniería en una Universidad de los Estados
Unidos. Cuando Beremundo regresó a Cabaiguán de vacaciones fuimos a visitarlo a
Neiva y ya el había decidido formar una brigada y alzarse contra la tiranía de
Batista. Ese empeño contaba con la simpatía de varios jóvenes de Cabaiguán,
incluyendo a Juan Antonio Mendoza, Moisés Benmuhar, Enrique Torres y yo, que
apenas había concluido dos años de la carrera de Medicina pero pensaba que
podía ser útil en la futura guerrilla como sanitario. El alzamiento de
Beremundo fue probablemente muy precoz y se produjo junto con su hermano
Roberto y otros jóvenes de Neiva sin haber logrado acopiar el armamento
adecuado y otros medios y probablemente sin haber creado un régimen de
discreción. El plan era dirigirse hacia las lomas del Escambray pero sin duda
que en medio de los preparativos tuvo que haberse filtrado la intención,
comunicada a la policía o al ejército, provocando una rápida y contundente
respuesta militar que impidió que el grupo inicial pudiera llegar hasta las
montañas siendo bloqueado y masacrado en Santa Lucía no lejos de Cabaiguán con
el saldo de varios muertos, entre ellos el del propio Beremundo; su hermano
Roberto logró escapar y permanecer escondido.
Estaba muy claro
que el gobierno cubano trataba de impedir a toda costa la repetición de la
actividad guerrillera que ya actuaba con éxito en la Sierra Maestra y por esa
razón movilizó al poderoso Tercio Táctico del ejército nacional acantonado en
Santa Clara el cual rápidamente aniquiló la intentona. Este resultado produjo
gran estupor entre nosotros los restantes miembros de la brigada que nunca
llegó a cristalizar pero exacerbó el odio que ya le teníamos a la dictadura de
Batista.
La muerte de
Beremundo hizo que un grupo de nosotros nos dirigiéramos a Neiva para asistir a
su funeral. Allí su madre declaró a viva voz entre los asistentes que lamentaba
tener más hijos para mandarlos a luchar contra la tiranía. El cortejo fúnebre
se trasladó desde Neiva hasta Cabaiguán y desde allí al cementerio del pueblo.
Ya en Cabaiguán el entierro fue flanqueado por largas filas de soldados a ambos
lados del camino hasta el propio cementerio pero la intimidación creada por la
presencia de los soldados fue tal que muchos abandonaron el sepelio y fuimos
muy pocos los que llegamos al cementerio.
Esa noche un
familiar de Segundo Borges, entonces gobernador de Las Villas, muy allegado a
nuestra familia llevó el mensaje de la intención del gobierno de asesinarnos si
no abandonábamos el pueblo; se había propagado la frase intimidatoria “después
que limpiemos el campo limpiaremos el pueblo”; esa frase fue muy creíble pues
ya eran muchos los jóvenes de Cabaiguán que habían sido asesinados por
ahorcamiento por el régimen. La mayoría lo hicimos al dia siguiente. Yo pasé
meses en la Habana en medio de la zozobra creada por la creciente represión de
la policía y posteriormente me trasladé a Venezuela para continuar los estudios
en la Universidad Central de Venezuela, pais
que recién se había liberado de la tiranía de Marcos Perez Jiménez, para
continuar la interrumpida carrera de medicina; mi solicitud a esa universidad
habia sido aceptada bajo la rectoría del Dr Francisco Devenanzi.
Moisés Benmuhar se
fue a Estados Unidos, Juan Antonio Mendoza a Méjico y Enrique Torres permaneció
en Cidra, provincia de Matanzas. Pasaron años antes de que algunos de nosotros
pudiéramos reunirnos de nuevo en Cuba; a Juan Antonio Mendoza nunca lo volví a
ver en vida. A Enrique Torres lo ví varias veces en La Habana a mi regreso de
Venezuela ya graduado. Casi medio siglo después
nos encontramos Moisés Benmuhar y yo, ambos viviendo ahora en Estados
Unidos. Moisés habia marchado a Nueva York, se habia alistado en el ejército
americano y luego trasladado con su negocio a Puerto Rico.
La muerte de
Beremundo Paz no impidió que tiempo después se organizara un fuerte y exitoso
movimiento guerrillero en la zona del Escambray.
*Anastasio Cabrera Santos es doctor
en medicina. Autor de la novela Ruta de escape ed. El Vigía 2018.
Magnifica historia bien documentada.
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