A contracorriente
DESCUBRIMIENTO O ENCUENTRO
Enrique
Arias Vega
Me topo con un guía turístico en
Granada, competente por lo demás, que se corrige al hablar del Descubrimiento
de América en 1492, para utilizar desde entonces el término políticamente más
correcto de Encuentro. Pero, ¿a qué “encuentro” se refiere?, ¿es que había una
cita previa entre europeos y americanos?
Nos empeñamos en falsear hasta
semánticamente la Historia, pues ni Colón fue a América, ni simplemente sabía
que existía en el camino que probó para ir a las Indias de siempre. Resultó un
descubrimiento ya que fue una novedad para unos (los españoles) y un salto
tempo-espacial para otros (los amerindios).
El nuevo lenguaje pretende adulterar
la realidad histórica, de unos nativos sometidos a crueles imperios indígenas,
a quienes ya las leyes de Burgos (1512) mandaron proteger en su dignidad
humana, creando para ellos ciudades (donde no hubiera antes asentamientos autóctonos),
universidades (la peruana de San Marcos sigue existiendo desde 1551, muchísimo
antes que Harvard, por supuesto) y más hospitales que en la metrópoli: el
magnífico de Quito (1565) estuvo en funcionamiento ¡hasta 1974!
Todo esto, digo, ni es compatible con
la “leyenda negra”, ni con un absurdo complejo de inferioridad de los
españoles, ni con la idílica creencia de que en la América precolombina ataban
a los perros con longanizas en vez de realizar cruentos sacrificios humanos a
los dioses.
Gracias a los españoles la
independencia americana fue posible por criollos (mestizos), formados en sus
universidades, llegados al generalato en sus academias militares y
enriquecidos, a veces hasta con el tráfico de esclavos. Y no por ello la
condición del indígena mejoró ni un adarve, como todavía puede comprobarse hoy
mismo.
Claro que decir todo esto es
políticamente incorrecto y así nos va.
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