CUANDO DOS MUERTOS TE
HACEN SACAR PECHO
DAVID BOLLERO
Comenzaré sin
rodeos: hace falta ser muy estúpido o tener muy poca vergüenza para calificar
de «impecable» una gestión que deja tras de sí doscientas personas afectadas,
decenas hospitalizadas, dos fallecidas y dos abortos… Así es el consejero de
Salud y Familias de la Junta de Andalucía Jesús Aguirre, más pendiente de
salvar su trasero que de cumplir su juramento hipocrático (como médico que es)
en el escándalo de listeriosis.
Hace muchos días
que Aguirre debería haber sido cesado. No merece siquiera la oportunidad de
presentar su dimisión. Su ineptitud sólo es comparable a su desfachatez, que es
lo que le lleva a elogiar su gestión de esta crisis alimentaria. PP y Cs, los
partidos que más defienden la meritocracia y aplican los fundamentos de la
empresa a la política, renuncian a todo ello cuando se trata de exigir
responsabilidades. ¿Renuncian? Bueno, en realidad no, porque con su filosofía
de menospreciar al proletariado harán lo que hacen en la empresa, donde ante la
ineptitud de gestión de los directivos, éstos no son despedidos: se recurre a
un ERE.
En la crisis de
listeriosis sucederá algo parecido: rodarán antes las cabezas de abajo que la
del propio Aguirre, que no sólo ha liderado una chapuza de gestión sino que,
además, presume de dicha chapuza. No se trata aquí de una cuestión partidista,
porque el calificativo de chapuza es empleado por expertos sanitarios,
responsables de Consumo, asociaciones de consumidores…
¿Qué pensarán los
familiares de las dos personas fallecidas cuando escuchen al consejero de Salud
hablar de «gestión impecable»? ¿Y las mujeres que han abortado? ¿Qué son todas
estas personas para Aguirre? Hay momentos en la vida, y la política no es ni
mucho menos una excepción, en la que hay que agachar la cabeza, asumir errores,
pedir perdón y, con todo, nada de eso compensará el daño generado.
Sin embargo, en
esta crisis nadie ha agachado la cabeza, ni siquiera el responsable de la
empresa Magrudis, que si algo ha demostrado es el lamentable estado de higiene
de sus instalaciones, habida cuenta de los múltiples focos con listeria
hallados. Así las cosas, no sorprede que sobrevuele la sombra de
responsabilidades penales y que desde FACUA y OCU se exija una mejora de la
legislación vigente, de manera que desde los productores, a los vendedores y
establecimientos hosteleros, pasando por los distribuidores de alimentos, estén
obligados a informar a su clientela sobre la retirada de un producto y sus
causas.
Hoy por hoy,
estamos vendidos. Hace una semana, en este mismo espacio, hablaba de lo
indefens@s que nos encontrábamos ante la chapucera gestión de la crisis de
listeriosis. Hoy ya podemos hablar, además, de una agresión en toda regla, del
escupitajo en la cara que nos propinó ayer el consejero de Salud con su
«gestión impecable».
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