UN HECHIZO DE CUENTO DE HADAS
JUAN CLAUDIO ACINAS
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20/04/2008. Una
avioneta sobrevuela un asentamiento de una tribu en Envira, Amazonia, en la
frontera entre Brasil y Perú. La avioneta, con sus ocupantes, representaba en
cierta forma la llegada del Progreso (técnología, comodidades, bienestar) a un
mundo lleno de carencias. Sin embargo, los indios recibieron a la invasora
avioneta lanzándole impotentes flechas de odio y de miedo. Lo único que estaba
en sus manos hacer.
Quizá adivinaron o
sabían bien lo que, con el hombre blanco, se aproximaba: una marabunta de
madereros, mineros y ganaderos; de misioneros evangélicos; de cadenas de
televisión; de turistas que no paran de fotografiar (etnoselfies); de
enfermedades (gripe, sarampión o varicela) para las que los indios no están
inmunizados ni conocen remedio; de rapiñas y abusos de todo tipo; de parques
etnológicos y zoológicos humanos… El desastre.
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La idea de
Progreso, junto a palancas como la Ciencia y el Trabajo, se encuentra entre las
creencias dominantes de los tiempos modernos. Una idea por la que se entiende
que el mundo avanza en una dirección lineal y ascendente, incesante e
irreversible, desde un estadio de cosas inferior (peor o menos desarrollado) a
otro estadio superior (mejor o más desarrollado). Lo que compensará cualquier
precio que haya que pagar, hasta el punto de que, a pesar de la gente que ahora
lo pasa mal, en un futuro cercano se llegará a cotas cada vez más altas de
prosperidad y abundancia para todos los seres humanos.
Por encima de lo
cual, aunque los efluvios progresistas nos hayan mareado, algunos hechos y
situaciones han suscitado más de una inquietante pregunta: ¿el movimiento de
avance es hacia el fin-logro o hacia el fin-destrucción? (Marina Tsvietáieva);
si un caníbal usa tenedor y cuchillo para comer, ¿es un progreso? (Stanislaw J.
Lec); ¿la ilusión del Progreso no nos habrá conducido al umbral en que la razón
se convierte en locura? (Günter Grass); ¿en qué momento el futuro dejó de ser
una promesa para convertirse en una amenaza? (Chuck Palahniuk); ¿acaso la
humanidad no necesita para vivir mitos y mentiras? (Fernando Vallejo).
Quizá las
respuestas se encuentren entre los pliegues y paradojas de dos situaciones
recientes.
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Primera. A raíz de
la ruptura del tratado de eliminación de misiles de corto y medio alcance
(2/08/2019), así como de una explosión letal en el Ártico ruso (8/08/2019), ni
EEUU ni Rusia ocultan que están desarrollando una nueva generación de misiles
para romper todo escudo que el adversario despliegue para protegerse. Con lo
que podemos apreciar que:
- todos los estadistas insisten en que las
armas de su propia nación están dispuestas o preparadas solamente por razones
de defensa o, de otra manera, toda nación alega que debe obtener armas cada vez
más destructivas para defenderse contra los sistemas defensivos de los demás;
- cuanto más gastan las superpotencias en
investigación militar (nuclear, química, biológica o inteligencia artificial),
más aumenta la sensación de inseguridad entre ellas (y entre las demás);
- las organizaciones militares del mundo
(lo sepan o no): a) cooperan objetivamente entre sí (la amenaza de una alimenta
el crecimiento de la otra para contrarrestar a la primera); b) compiten
objetivamente con sus propias poblaciones (las cargan de impuestos y las
exponen a toda clase de calamidades);
- el enfrentamiento entre las dos grandes
superpotencias obedece a una regla (racional) con un objetivo (irrazonable): si
una de las dos “gana”, es el final de las dos, y, probablemente, de gran parte
de la vida en la Tierra: ahora mismo existen armas termonucleares con un
potencial destructivo 3.333 veces superior a la bomba que se arrojó sobre
Hiroshima.
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Segunda. En
Islandia se ha declarado a Okjökull el primer glaciar muerto a causa de la
crisis climática. Dos antropólogos han dejado en la cima una placa: “Carta al
futuro: el Ok es el primer glaciar islandés que perdió su estatus de glaciar.
En los próximos 200 años se espera que todos nuestros glaciares sigan el mismo
camino. Este monumento es para reconocer
que sabemos lo que está sucediendo y lo que se necesita hacer. Solo tú sabes si
lo hicimos. Agosto 2019. 415ppm CO₂”. Es decir:
- el curso de la historia se parece a un
viaje en el que volamos sobre la espalda de un águila, llamada “Progreso”: un
viaje donde, con el fin de alcanzar nuestro destino, le damos de comer trozos
de nuestro propio cuerpo para alimentarla y que continúe sin detener su vuelo;
- el avance científico y tecnológico es
innegable, pero: a) ¿está a salvo de consecuencias no deseadas o inmanejables?;
b) ¿el crecimiento casi ilimitado de más y más cosas nos ha hecho mejores?; c)
¿el nivel de vida del que ha gozado Occidente con toda su ciencia y tecnología
es universalizable a toda la humanidad?
- no parece que la flecha del progreso
científico y tecnológico haya sido la impulsora de la otra flecha del progreso
ético y sociopolítico: a) porque, en este ámbito, no hay avances acumulativos e
irreversibles: el terreno ganado por una generación puede perderlo la siguiente
(John Gray); c) porque problemas del pasado que se consideran superados, de
pronto, retornan, reaparecen otra vez: neoesclavismo, tortura, neofascismo,
pena de muerte, guerra, desigualdad; c) porque ni la ciencia ni la tecnología
(ni siquiera la cultura) por sí mismas han impedido que seamos menos
vulnerables a la barbarie inhumana (totalitarismos, genocidios, limpiezas
étnicas);
- considerar que cada hora mueren 1.000
personas de hambre o que la esperanza de vida en Sierra Leona apenas supera los
53 años mientras que, al mismo tiempo, se investiga con tecnología big data o
la NASA explora otros planetas… Sí, todo esto “es como si estuviéramos
dominados por un hechizo de cuento de hadas que nos permitiera hacer lo
imposible a condición de perder la capacidad de hacer lo posible, lograr
hazañas fantásticas y extraordinarias con tal de no ser ya capaces de atender
debidamente a nuestras necesidades cotidianas” (Hanna Arendt).
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¿Qué hacer? Pues,
aunque España y Canarias seamos de los más afectados por esta crisis climática
y ecológica, apenas hemos destacado por alguna iniciativa propia, por lo que
parece que no queda otra que seguirle los pasos a movimientos como Fridays For
Future (representado por Greta Thunberg) o Extinction Rebellion (activado por
Gail Bradrock y Roger Hallam).
Ellos han cuestionado a los políticos
porque dicen muchas cosas, pero hacen muy poco. Han planteado que no se trata
de cambiar el clima, sino el sistema. Y han fijado tres demandas mínimas:
- decir la verdad: “los gobierno deben
decir la verdad sobre la gravedad y urgencia climática en la que nos
encontramos, revertir las políticas inconsistentes y trabajar junto con los
medios de comunicación para comunicarse con lxs ciudadanxs”;
- actuar ahora: “los gobiernos deben
promulgar medidas legalmente vinculantes para reducir las emisiones de gases de
efecto invernadero a cero neto para el 2025, y limitar la pérdida de
biodiversidad”;
- democracia real: “los gobiernos deben
crear asambleas ciudadanas que tomen las decisiones en materia la justicia
climática y ecológica”.
También hacen otras
cosas. Por ejemplo, crear un algoritmo que, tras incluir en la ecuación
trescientas revoluciones acaecidas desde el año 1900, calcula que un 53% de las
que evitaron la violencia triunfaron frente a un 26% de las violentas. A partir
de lo cual han optado por la desobediencia civil (obviamente, no violenta) para
llamar la atención en los centros neurálgicos de las ciudades, despertar el
sentido de justicia y demandar cambios reales en energía, transporte o
agricultura. Asimismo, saben que un vuelo transoceánico de 6.000 km destruye 3
m² de hielo ártico por pasajero. Motivo por el que Greta Thunberg ha elegido un
velero para, después de dos semanas, llegar a Nueva York y participar en
diversos actos en defensa de la causa climática…, que también tendría que ser la
del desarme nuclear.
En fin.
Lamentablemente lo de siempre: ¡Protesta y sobrevive! ¡Rebelión o extinción!...
Y recuerda, el tiempo no juega a nuestro favor: 10, 9, 8…
Juan Claudio Acinas
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