REDES: SEXO, PAREJA Y POLÍTICA
POR: ESTEBAN DE GORI Y BÁRBARA
ESTER / CELAG
Las redes
sociales reinventan y amplifican los lazos sociales. A través de ellas hombres
y mujeres buscan sexo, pareja y política. El gran trío de todas las búsquedas.
Son manera de experimentar el lazo social y político. Vidas 2.0 que son reales,
tan reales como el efecto real de lo virtual. Parejas virtuales/reales, ciber
sexo y reclutamiento de militancia digital hablan de las maneras en que los
hombres y mujeres se relacionan entre sí, como con el mundo de lo público.
Existe una polis (virtual) que posee impacto en la vida cotidiana y política.
Una parte importante de la población mundial transpira y derrocha emociones
entre el Twitter, el Facebook y redes que solo promueven el vínculo. Casi no
existen redes para “llaneros solitarios”.
Sexo, pareja y
política están poderosamente asociados. Constituyen la persecución de una
sociabilidad y una afectividad que erosionan, rompen o amplifican las
tradicionales formas de lograrlas. Las maneras de establecer vínculos amorosos
y sexuales han cambiado, como lo ha hecho la política. La posmodernidad ha
diluido no solo las viejas lealtades partidarias e identitarias, sino
fundamentalmente las lógicas de producción de dichas lealtades. Lo frágil, lo
perecedero como la disolución de cierta idea sacrificial de la militancia
reformula las formas de hacer política. Lo importante es el deseo, modelado por
ese capricho de la inmediatez que introduce el consumo. Consumimos mercancías
pero también formas o modelos para tener sexo, lograr pareja o hacer política.
Consumimos –en términos generales- maneras de lograr la sociabilidad.
II
El rictus
partidario, simbólico, militante y casi pedagógico que suponía el
“reclutamiento” político ha sido modificado. Nadie se sentiría atraído si es
invitado a debatir las propuestas de un partido en un local o sede. Lo
colectivo no está allí. De hecho, existe una huida de lo colectivo para recalar
en comunidades virtuales o hiperflexibles (organizadas por Wathsaap). Las redes
no solo recrean imaginarios y palabras. No solo son espacios donde se libran
controversias, donde se apoya una propuesta o candidato; sino también buscan
reinventar formas de lo común. El gran suceso que generó la candidatura de
Obama en la redes, como en su propio uso se debió al éxito de la instalación
del candidato, como a la participación que ello suscito. La “comunidad de
demócratas” se amplió sin necesidad de inscribirse o vincularse a un centro u
oficina partidaria. Las redes pensadas para la política fueron en búsqueda de
ese hombre o mujer –alejado de la vida partidaria- pero interesado por lo
público desde su propia privacidad e individualidad. “Intervenir desde el sofá.
Desde mi computadora. Cuando quiera, a la hora que quiera.” La red social fue a
interpelar y a buscar a aquella subjetividad posmoderna que no estaba deseosa
de participar en un partido pero que podía “donar” parte de su individualidad y
privacidad. Eso sí, mayormente desde el espacio privado.
III
Instalar
productos, modelos de sociabilidad y figuras políticas. El fenómeno de las
redes sociales ha cambiado nuestras relaciones sociales y nuestra inversión en
tiempo libre. Las empresas no han tardado en descubrir que su presencia en
redes en la actualidad es un factor clave a la hora de publicitar sus
productos. En el terreno de la virtualidad, los usuarios se redirigen unos a
otros a través de likes, páginas amigas y recomendaciones formando nichos de
mercado. La red es mercado concentrado. La lógica del marketing viral
constituye al otro “amigo” en prescriptor de mi consumo. La gratuidad del
acceso a las redes sociales se erige en que son un mecanismo clave para conocer
el mercado global por segmentos e ideologías. Una democracia del acceso se
encuentra con nichos de mercado, posibles consumos y realizaciones. Democracia
digital y mercado conviven pacíficamente. Este modelo de negocio en base a la
venta de publicidad dirigida, se beneficia enormemente de la explotación masiva
de datos, fotografías, relaciones y comunicaciones de los usuarios. Un usuario
es un posible consumidor, una potencial pareja o un votante.
IV
La red tiene
una vida donde se recrea (públicamente) el individuo. Sus deseos, sus
emociones, sus fotos, su vida íntima. Es la explosión del individuo. Todos
miramos a los otros sin que ello provoque malestares éticos o culturales. No
existe el “chusma” o el “entrometido” digital. Se construye una vida individual
que trata de sortear el discurso universalizante. La publicidad de Personal
(telefonía celular) que indica: “Cada persona es un mundo” nos escenifica el
lugar del individuo en nuestra sociedad contemporánea. El Twitter obliga a las
izquierdas a “bajar” al individuo, a pensarlo de la forma en que la
posmodernidad lo ha construido. Las plataformas políticas (digitales) lejos de
seguir una lógica ideológica o partidaria son flexibles, su creación a la carta
suele estar relacionadas con partidos modernos y sin tradiciones que lanzan un
producto al mercado y operando desde la lógica de prueba y error. Es un
territorio fértil para nuevos partidos y para una subjetividad que se
“construye” como libre y autónoma. No todo es propaganda, pero todo es
individuo. La viralización de información –su consumo masivo- permite crear un
“clima” en las redes imponiendo agenda y representando humores sociales. Como
emergente del mercado de opinión pública surgen los ciber-militantes, trols,
flamers que operan desde la difusión audiovisual, hashtags, consignas o
comentarios en foros, etc. Una militancia digital puede enrolarse en diversos
partidos o movimientos. La red, como el Facebook o el twitter, es un lugar para
el individuo. Un lugar que puede alojarlo.
V
Todos los
espacios políticos buscan recrear una audiencia virtual, establecer hojas de
rutas discursivas y sobre todo, representar expectativas o corrientes sociales
de opinión. Vender una sociabilidad y un estar ahí: conectados. También vender
una forma de mirar: un voyeurismo extendido que oscila entre el morbo y la
curiosidad. Buscan conducir la vertibilidad y fragmentación posmoderna, al modo
en que lo piensan para pensar las campañas electorales. La red tiene el timing
de una campaña electoral eterna. Existen énfasis, zig zags discursivos y
dilemas que atraviesan a los diversos partidos y movimientos políticos, aunque
nadie puede negar que las redes hablen de la globalización, de la posmodernidad
y de la condición del individuo. Un mundo post derrota de los proyectos
revolucionarios (América Latina) y de la caída del bloque soviético. Los
espacios neoconservadores –principalmente- apelan al territorio de lo privado,
inclusive, a aquello que podría verse limitado por una necesidad o sentimiento
colectivo. Reivindican el capricho de lo individual y su desenfreno y tratan de
colocarlo en el centro de la escena. Suscitan una rebelión de lo privado y
todos los deseos: mirar, buscar, elegir (clickear). Una rebelión cruenta
aparece en las llanuras de los vínculos sociales, de importantes capacidades
civilizatorias. Que no desdeña un gran despliegue de cinismo, conformismo y
moralismo que fundamenta proyectos políticos, económicos y culturales
desiguales y excluyentes: ¨Las cosas son así¨, ¨los pobres que trabajen y se
dejen de recibir subsidios¨, ¨todo el mundo tiene algo de mata puto¨, etc. Como
en algunos casos aparece la reivindicación de identidades sexuales o
emancipatorias, también se afirman posiciones jerárquicas, aristocráticas,
xenófobas, homofóbicas e hipermoralistas. Muchas de éstas son enunciadas sin
restricciones y provocan amplios apoyos. Aborto, matrimonios del mismo sexo,
refugiados, negros, pobres o cuestiones como la ¨corrupción¨ son temas
ineludibles que atraviesan a las redes en momentos de campañas, discusión de
una política pública o durante las crisis.
VI
Existen grandes
¨menúes¨ e imaginarios que el neoconservadurismo despliega ante el avance de
los movimientos progresistas o ante un gobierno de este signo y con cierta
capacidad ha logrado movilizar los deseos, miedos sociales y fragilidades que
la globalización y la posmodernidad han provocado. Ante todo movilizan al
¨individuo¨, el cual es alertado que ¨la política¨ lo roba, lo maltrata o le hace
padecer la vida cotidiana con altos impuestos o inflación. Movilizar esa
rebelión de lo privado, de los intereses personalísimos contra la política, el
Estado e inclusive contra la misma sociedad. Movilizar –de eso se trata-
algunas dimensiones de esa cultura política liberal que es tan potente en
América Latina y que ha organizado y reactualizado la condición individual en
estos tiempos. Las redes ayudan en ese sentido. Le otorgan una voz rápida y una
acción virtual/real al individuo. Liberan el deseo de una manera infinita. Allí
todo puede ser realizado, inclusive, la sensación de habitar una polis. Una
polis en términos estricto: cibersexo, ciberconsumo y ciberpolítica
(masturbarse, consumir y votar). ¿Que mas podes pedirle a la vida? La
movilización del individuo coloca al gran mosaico progresista frente a dilemas
de la época. Entre estos, decidir si hará uso de las redes de manera
tradicional – como un periódico de izquierda- destinado a pedagogizar al
twittero, al consumidor o al usuario de redes o intentará repensar a ese
individuo y ver como algunas de sus dimensiones pueden inscribirse en una
interpelación que vuelva a aceitar la compleja relación entre el individuo y el
colectivo.
Fuente: CELAG
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