DIECINUEVE MANERAS DE
DAR LA MANO
DAR LA MANO
POR
ANTONIO ARROYO SILVA
Dicen que la función de la crítica literaria es trasmitir una
opinión fundamentada de una obra literaria, sirviendo como orientación al
público. O sea, ofrecer una visión panorámica, pero sobre todo crítica, que
disuada o persuada a los destinatarios potenciales de ese texto literario.
Decía H.D. Auden que su función como crítico era «acercarme obras o autores con los que no
estaba familiarizado hasta ahora. Convencerme de que he menospreciado determinadas
obras o autores porque no los he leído con la suficiente atención. Mostrarme
relaciones entre obras de distintas épocas y culturas que nunca habría podido
descubrir por mi cuenta porque no tengo conocimientos suficientes y nunca los
tendré. Ofrecerme una lectura de la obra que acreciente mi comprensión de la
misma. Arrojar luz sobre el proceso de construcción artística. Arrojar luz
sobre la relación entre el arte y la vida, la ciencia, la economía, la ética,
la religión, etcétera.
Los tres primeros
exigen erudición, los tres siguientes un grado mayor de perspicacia, cuando las
cuestiones que suscita el crítico son nuevas e importantes».
Diecinueve. Ensayos
Literarios, de Isa Guerra, participa de
esas tres últimas premisas de Auden, pues la autora parte de la cercanía en el
espacio y en el tiempo y no, por lo general, de autores ya consagrados y que
sus obras hayan transcendido. En este sentido, hablamos de reivindicación
sociocultural. Si se han de reivindicar los derechos sociopolíticos, aquí, en nuestra autora vemos
como consecuencia de su ética una reivindicación de la palabra silenciada de
muchos autores de las islas, sobre todo de Gran Canaria. Se trata de poetas,
incluso pintores que, justo por no figurar en las nóminas y los cánones del llamado
poder cultural, han sido silenciados y tachados de malos poetas o
principiantes.
Recuerdo que a Isa Guerra se le encargó escribir sobre los
poetas de ACAE para la revista de la ya extinta asociación y, cuando el comité de redacción revisó dicho
texto [se hablaba ahí de todos los poetas inscritos en la asociación] alguien
dijo que el artículo era demasiado extenso y que ahí no estaban los que son.
"Los que son" eran, por lo visto, los aludidos en el párrafo
anterior. La susodicha revista no llegó a publicarse y ahora lo encontramos
aquí como las banderas de Lamartine y el sello de Anghel Morales.
Este libro de Isa Guerra son 19 de esos 300 espartanos que
nuestra autora tiene en mente para frenar ese estado de inmovilismo de los
persas que muerden y soplan para que todo desaparezca de los alrededores. Sí,
reivindicación para construir. Isa resalta de esas obras, artísticas o
poéticas, aquello que pudiera ser positivo y, para ello, le busca el nexo
apropiado y exacto con la tradición cultural para su encuadre. Tampoco falta el
análisis literario y pictórico (la pintura de Dunia Sánchez). Así, se detiene
en algunos tropos destacados y en algunos símbolos. Color y calor, poesía, arte
como parte del uno ahondándose en la noche de los tiempos desde la cercanía de
obras inmediatas.
Hay quien dice que la amistad o el amiguismo son una lacra para
la crítica literaria pues le resta rigor y objetividad. Así que, según algunos,
no existe crítica literaria propiamente dicha en Canarias—y en España—. Luego, el
que comenta se sorprende al leer las supuestas "críticas rigurosas".
Me sorprende, pues los mismos que predican caen en el proselitismo de un grupo
cerrado que, por ende, está alejado de la sociedad que nos rodea. Aquí, en Diecinueve no se trata de establecer
teóricamente las vías que ha de tomar la crítica de Canarias ni de denunciar
nada, sino de situar a los autores en su lugar dentro de la literatura de
nuestras islas. Entonces, aquí no caben las valoraciones negativas. Eso es cosa
del futuro y del afianzamiento final de cada autor que menciona.
Es curioso, nadie dice que el sentido crítico de lectores y
pretendidos analistas de la literatura ha sido cercenado desde aquellos 40 años
de régimen franquista que acabó con el único brote de creación que ocurría en
el Estado Español desde el siglo XVII. Y, en este sentido y en otros, la tarea
del intelectual es de reeducar al lector, al ciudadano de a pie del tesoro que
guarda el pensamiento y las posibilidades que nos esperan en el futuro. Una
labor pedagógica fuera de los academicismos engolados es la tarea que la poeta
Isa Guerra nos entrega ahora. Hace años en su poema "Manifiesto" nos
decía que tamáramos su mano. Aquí tenemos diecinueve maneras que Isa Guerra
tiene de darla (y más que vendrán). Y eso que solo hablamos de la escritura. El
sentido de la solidaridad que fluye de sus versos y de su prosa es consecuente
con su propia vida y con su tarea crítica.
Ahora a ustedes les corresponde leer y tomar buena nota de todo
lo que apunta María Isabel Guerra García.
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