EN TU BÚNKER O EN EL MÍO
DAVID TORRES
En el número de
mayo de la revista Vanity Fair, Bertín Osborne confesaba que Adolf Hitler sería
“su entrevista soñada”: “Saber lo que tiene un tío como ése en la cabeza debe
de ser surrealista”. Unas pocas preguntas después admitía que no entrevistaría
en ningún caso a Nicolás Maduro porque “a sinvergüenzas y delincuentes, procuro
no tenerlos cerca, y entrevistarlos menos”. Esta es una versión ficticia de esa
entrevista soñada de Bertín con el Führer.
-Pasa, pasa,
Bertín, que estás en tu búnker.
-Gracias,
Führer. ¿Le molesta que le llame Führer?
-No, mejor
llámame Adolf. Y tutéame, hombre, que soy muy campechano.
-Pues en los
discursos esos antiguos se te ve rugiendo y casi echando babas. Da un poco de
miedo, la verdad.
-¿En Nüremberg?
Bah, estaba todo ensayado. Fue una idea de Goebbels, que era muy exagerado. Me
decía: “Muy bien, Adolf, muy bien, pero procura echar más espuma por la boca.
Tienes que ser un Führer del método”.
-¿Te molestó la
parodia que te hizo Chaplin en El gran dictador?
-No. Lo que me
molestó fue que dijera que yo había plagiado su bigote. Yo el bigote lo llevo
así desde los cuatro años.
-¿Tú ya querías
ser Führer de pequeñito?
-No, yo primero
quise ser pintor, pero me rechazaron en la Academia de Bellas Artes de Viena.
Hubo un tiempo en que me dediqué a vender postales en los cafés. Luego ya me
dejé de tonterías, senté la cabeza y me dije: “Adolf, tú lo que tienes que
hacer es fundar el III Reich y salvar al mundo de la amenaza judía”.
-¿Este cuadro
lo pintaste tú?
-Sí.
-Ah, pues es
muy bonito. La virgen con el niño Jesús.
-Mi madre era
una católica devota y a mí siempre me gustaron los niños. Mira, mira la
cantidad de fotos que tengo aquí con críos. Eso de fotografiarse con niños en
campaña lo inventé yo.
-Mucha gente no
se acuerda de que llegaste al poder gracias a unas elecciones.
-Bueno, al
poder llegué antes, gracias a la Bayer, la Siemens, la AEG, los Krupp, en fin,
las grandes empresas y los grandes banqueros alemanes. Esa es otra de las
grandes lecciones que aprendieron de mí los políticos modernos. Primero, besa
mucho a los niños. Segundo, apoya al dinero y el dinero te apoyará a ti.
-Entre los
banqueros que te apoyaron, ¿no había bastantes judíos?
-Sí, bueno.
Pero eran más banqueros que judíos.
-No caigo.
-Ya caerás.
Mira, ¿te gusta mi pista de tenis? Aquí jugamos partidos de dobles, Goebbels y
su esposa o Göring y su querida contra Eva Braun y yo.
-¿No tienes
futbolín?
-Anda, no seas
chorra. Ven, que te enseño la cocina.
-Ah, muy
grande, muy elegante. ¿Y qué vamos a cenar?
-No sé. Espera
a ver si Eva ha dejado algo de sopa en la nevera. Pues no. Tendremos que llamar
a la pizzería.
-¿Tú no sabes
cómo se enciende un horno, Adolf?
-Yo de hornos
ni idea, Bertín. Eso era cosa de Himmler o de Eichmann.
-Pero yo creía
que los nazis erais muy de hornos.
-No, hombre,
eran otra clase de hornos. Luego te explico.
-Si te apetece,
he traído jamón de Huelva.
-¿Jamón? ¿Pero
qué dices? Yo soy vegetariano estricto.
-Ah, lo siento,
no lo sabía.
-La ingesta de
carne, lo mismo que el tabaco, no trae más que malos pensamientos e ideas
violentas. Yo soy un pacifista nato.
-Coño, no lo
parece.
-Entonces,
¿pedimos una lasaña de verduras?
-Por mí está
bien. Oye, mientras esperamos, ¿a ti qué te parece cómo lleva Merkel la cosa?
-Bien, bien, el
IV Reich va viento en popa. Muy wagneriano todo. Le hace falta más mano dura,
pero en general bien. Se ve que es un tío que sabe de qué va el asunto.
-Pero es una
mujer, Adolf.
-¿En serio?
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