EL COMPLOT CONTRA SORIA
JUAN CARLOS ESCUDIER
Por puro
divertimento, la francmasonería, el judaísmo internacional, la Orden del Templo
de la Rosa Cruz, los Apóstoles de Cambrigde y -posiblemente aunque sin
confirmar- los Iluminati han pergeñado un complot contra el ministro de
Industria José Manuel Soria, con el único objetivo de dejarle en ridículo y que
nos echemos unas risas a su costa. Soria, que siempre ha sido un señor muy
serio menos cuando jugaba a ser la undécima reencarnación del Dalai Aznar y le
imitaba en el bigote y en los gestos, está a merced de estos conspiradores tan
cachondos.
Por lo que se
sabe hasta el momento, las organizaciones secretas antes mencionadas han
logrado introducirse en varios registros mercantiles para falsificar la
presencia de Soria y de su hermano en distintas sociedades, ya san offshore,
onshore o sólo shore, lo que está obligando al ministro a cambiar su cuento más
veces que el de Caperucita. Así, del ‘nunca he sido administrador de una
empresa en Bahamas’, pasó a ‘he trabajado con una empresa británica en la nunca
participé y me he enterado por la prensa de que la creó mi padre’, hasta ‘sí,
vale, yo mismo monté una empresa en Reino Unido pero nadie me preguntó por
ella’.
La situación
tiene al doble de Aznar muy desconcertado porque se ha extendido la especie de
que miente más que habla y nadie sabe cuál será su próxima versión cuando vaya
al Congreso y haga memoria. La locuacidad del ministro contrasta con el
silencio de su hermano Luis Alberto, que también ha debido de quedarse con un
palmo de narices al descubrir cómo los francmasones, porque seguro que han sido
ellos, falsificaban su firma para hacerle pasar por administrador de una
empresa en un paraíso fiscal.
A fin de
cuentas, Luis Alberto es un emprendedor, siempre oteando las oportunidades de
negocio. Una de ellas se presentó hace ahora tres años cuando su hermano, desde
el Ministerio, despejó los obstáculos para las explotaciones petrolíferas
mediante fracking y a la semana siguiente ya había constituido una sociedad en
Londres para el comercio de materias primas, esencialmente petróleo, denominada
Montcalm Oil and Trading Company Limited.
Obviamente, no
es descartable que se trate de una nueva manipulación del registro comercial
británico, que es como la casa de tócame Roque, aunque de no ser así resulta cuando
menos sospechoso que el visionario Luis Alberto diera el pase de esta sociedad
un año después a una firma española de idéntico nombre (Moltraco de acrónimo).
Y que esa venta simbólica se produjera apenas unos meses antes de que el
Gobierno, o sea, el Soria ministro, diera luz verde a las prospecciones de
Repsol en aguas canarias, que ya se sabe que hay mucha maledicencia en el mundo
y alguien podría sumar dos y dos. Dicen que la empresa ahora está dormida
porque ni hay petróleo en Canarias ni interesa explotarlo al precio actual, así
que no hagan ruido para no despertarla.
La peripecia
del ministro Soria recuerda a los personajes de El Cementerio de Praga de Eco,
el capitán Simonini y el abate Dalla Piccola, que siendo la misma persona no
recordaban lo que uno y otro habían hecho el día anterior. Todo puede esperarse
de este Mortadelo de la política que cada vez que se dejaba bigote le entraban
ganas por invadir Irak. Como bien sabían Simonini y su alter ego, porque ellos
mismos se la inventaron, hay una conspiración judeomasónica internacional y los
Soria son sus víctimas propiciatorias.
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