MUJICA, LA POBREZA Y LA DELINCUENCIA
JORGE PASCULLI
En
un momento donde en nuestra sociedad hay personas que matan a otras por unos
pesos, no por necesidad sino muchas veces para consumo de pasta base o para
comprarse cosas caras, que no resultan imprescindibles para su vida, es
importante volver a detenernos en los conceptos y forma de vida que han hecho
de Mujica un referente para muchos uruguayos.
En
su ejemplo. Y de las enormes repercusiones que sigue teniendo en el mundo. Para
nosotros ya no es novedad cómo vive, qué piensa, qué ha hecho en su vida por un
mundo más justo, más igualitario. Pero cada vez más personas de todo el mundo
toman contacto, se sorprenden, valoran y apoyan.
Una
prueba más es lo que está pasando en Internet con notas sobre él de hace dos
años incluso, con la profusión de reportajes internacionales, con la idea en
varios países de proponerlo para el Premio Nobel de la Paz.
Porque
mucha gente está harta de la vida sin sentido que nos propone el consumismo.
Mucho progreso para algunos, más confort, nuevos modelos de esto y aquello, más
medios tecnológicos, pero al mismo tiempo más infelicidad, más soledad, más
individualismo, aún en las personas que “lo tienen todo” desde el punto
material. Este es un tema de todo el mundo, por eso Mujica llama la atención y
toca el corazón y la conciencia de personas de diferentes regiones y culturas.
Mujica
ha expresado varias veces su modo austero de vida y explicó con ejemplos a qué
se refiere. Habló de la Biblia, de Aquiles y de Séneca, quien “había llegado
filosóficamente a esa definición de que pobre es el que necesita mucho para
vivir”, dijo.
“Veo
demasiada gente desesperada -sobre todo gente madura- por la multiplicación de
la plata, por la acumulación, como si fueran a comprar vida, a prolongar la
vida o como si se la fueran a llevar al cajón”, agregó el mandatario.
Para
Mujica es entendible que un hombre joven o una familia joven se preocupen por
su porvenir. “Pero llega una etapa de la vida en que uno empieza a tener la
visión de que está por una para salir y ¿qué sentido tiene la acumulación y la
desesperación por juntar plata?”, se preguntó.
Mujica
recordó que fue muy difícil para los trabajadores lograr la jornada de de ocho
horas y agregó que incluso varios gremios consiguieron acortar su horario, pero
en cambio criticó: “y consiguen dos trabajos y si es posible tres. Entonces
pará un poco”.
Aclaró
que no hace apología de la pobreza ni apunta a que la gente se prive de lo
elemental. “Pero es una carrera interminable si uno se deja arrastrar por un
mundo pautado por la acumulación, por el mercado, que quiere que uno compre y
compre, pagando cuotas y persiguiendo la zanahoria de la felicidad sin
alcanzarla nunca”, afirmó.
Para
Mujica la felicidad es “tener tiempo para esas cosas que a uno lo motivan”.
Se
habla de muchas cosas, mucha palabrería, mucha bobada, pero de las cosas que
realmente hacen al sentido de la vida de todos nosotros, muy poco.
De
estos temas –que no son estrictamente políticos, a los que no les conviene hablar
de ello los descalifican como “filosofía barata”- hay que hablar. Y hablar con
los jóvenes. Hay que hablar, y hablar de la vida, sin miedo ni vergüenzas. Por
lo visto, aquí y en todo el mundo, hay una gran necesidad de sinceramiento, de
reencontrar valores esenciales y humanos en un mundo que se nos va de las
manos.
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