EL MACHO PUTIN EN
SOCHI
POR: HÉCTOR
ABAD FACIOLINCE
Hay
gente que razona así: el que defiende los derechos de los paralíticos es
tullido; el que se opone a la violencia contra la mujer es mujercita; el que
lucha por los derechos de los gays, es marica, etc. Pues no.
No
sólo las mujeres defienden los derechos de las mujeres ni sólo los pobres se
oponen a las humillaciones a los pobres. Si algo ha logrado la cultura (las
novelas, por ejemplo, pero también las canciones, las pinturas, los periódicos)
es desarrollar nuestra capacidad de salirnos de nosotros mismos para tratar de
experimentar en la imaginación lo que sentiríamos si fuéramos algo distinto a
lo que somos: paralíticos sin rampas para la silla de ruedas, homosexuales
encarcelados o golpeados por su condición, o mujeres abusadas por machos
prepotentes. La cultura fomenta la empatía y la empatía es un motor para el
progreso moral del mundo.
Este
viernes, con ocasión de la apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno en el
balneario ruso de Sochi, pudimos asistir a una magnífica movilización mundial
contra varias leyes oscurantistas aprobadas en Rusia en junio del año pasado.
Según esas leyes homofóbicas, queda prohibido cualquier tipo de propaganda a
favor de “relaciones sexuales no tradicionales”. Uno podría alegar que las
relaciones homosexuales tienen una tradición tan antigua que se remonta a la
Grecia clásica, como mínimo, por lo que la ley no podría ser contra ellas, pero
en otros apartes la ley es más explícita. Nadie puede discutir en público los
derechos de los gays; los homosexuales no pueden cogerse de la mano ni besarse
en público; profesores y jueces pueden ser multados y encarcelados si defienden
las relaciones homosexuales. Cualquier extranjero sospechoso de ser gay, o
lesbiana, o que defienda los derechos de la comunidad LGBT, o que diga que ser
homosexual es tan normal como ser zurdo, podrá ser arrestado hasta por 15 días
y multado con sumas exorbitantes.
Precisamente
a este rasgo homofóbico y xenófobo de la ley se debió la movilización del
viernes, que incluyó una buena entrevista del presidente Obama, una elegante
campaña de Google, y millones de tuits, videos y artículos en el mundo entero,
tanto de celebridades como de gentes del común.
Sin
mencionarlo, Obama le recordaba a Putin que en la delegación de deportistas de
Estados Unidos había, y a mucho honor, varios atletas gays, que él enviaba como
portaestandartes del deporte y de sus derechos personales. Un Putin a la
defensiva —al ver que en Sochi habría muchos deportistas, entrenadores y
delegados abiertamente homosexuales— tuvo que declarar que estos no serían
Héctor eperseguidos “siempre y cuando se mantuvieran lejos de los niños”. La
advertencia es ridícula y se basa en la misma creencia absurda y acientífica en
que la ley se funda: pensar que un niño o joven se puede “contagiar” de homosexualismo.
En ese sentido la mejor respuesta la ha dado una aguerrida Lady Gaga con su
canción, prohibida en Rusia, Born this way, Nacido así: http://bit.ly/1ccmoty
Lo
exaltante es que en estos días hubo mucha gente moviéndose a favor de la
libertad y contra las tinieblas. El garabato (doodle) de Google en su página de
búsqueda, este viernes, recogía los colores de la bandera gay arcoíris, y ese
solo ícono hace más por los derechos de los gays y las lesbianas que mil
discursos. Aquí pueden verlo, en el museo virtual de los garabatos de Google,
con el del 7 de febrero entre los últimos: http://bit.ly/1mpby8c. Al mismo
tiempo Human Rights Watch publicó una serie de videos donde se ve a gays rusos
golpeados y maltratados por neonazis. La aprobación de estas leyes abominables
ha disparado los ataques homofóbicos en Rusia y HRW los denuncia aquí:
http://bit.ly/1fVwJwX. En tres días el video ha sido visto por dos millones y medio
de personas.
Contra
el vodka ruso, contra las hamburguesas de McDonald’s que patrocinan el evento,
contra el macho Putin que envenena a los disidentes con polonio radiactivo, ¡ha
ondeado la bandera del arcoíris!
Foto
del escritor y periodista: Héctor Abad Faciolince
Foto de Putin.
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