CANARIAS, VENEZUELA, BOLÍVAR Y EMANCIPACIÓN DE LA AMÉRICA HISPANA
PERIODISMO
HISTORICO S.L. U
1.-Antecedentes
A
petición de su director Ánghel Morales y acorde con línea editora del medio
periodístico que dirige, aportamos algunas investigaciones
canario-americanas que conservamos en nuestros archivos, y siempre con la pretendida objetividad académica de que hacemos
gala.
Hace
algunos años el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, con sede en la
localidad del Puerto de la Cruz (Tenerife), desarrolló un ciclo de conferencias
en torno a la pérdida de las colonias hispanas en América. Se abordaron los
procesos emancipadores y las consecuencias para estas islas durante las tres
primeras décadas del siglo XIX, desde ocho ponencias a cargo de otros tantos
expertos que conformaron los actos de la XIV Semana de Historia de América, en
la citada sede.
Según
informaba el periódico canario El Día tinerfeño en aquellos momentos, las
ponencias estaban a cargo de historiadores especialistas en nuestra América
hispana, coordinados por el Catedrático Manuel de Paz que abrió el debate con
la conferencia sobre “la masonería y la pérdida de las colonias”.
Los
movimientos precursores de la Independencia lo fueron por la investigadora de
la Universidad de Sevilla Maria Luisa Laviana. La referencia expresa a Canarias
en el contexto del proceso corrió a cargo del profesor titular de Historia de
América en nuestra universidad, Manuel Hernández González; mientras los inicios
de aquella etapa, en Haití, lo fue por la Dra. González Ripio. La emigración
canaria y su influencia en los hechos a cargo del profesor y periodista Julio Yanes
Mesa, entre otros especialistas.
Los
efectos emancipadores en las repúblicas hispanoamericanas desde los inicios del
siglo XIX, causaron determinadas consecuencias para este Archipiélago, surgido
como posesión hispana en colonización similar y contemporánea con aquellas,
toda vez que su administración y relación socio-económico eran la misma, además
complementarias. Se ha dicho que Canarias fue por mucho tiempo la puerta
principal para acceder a América desde España. Tales efectos conformarán doble
perspectiva: por un lado, los canarios en el Archipiélago y por otro a los
canarios asentados en el continente americano, ambas consecuencia de la
tradicional migración.
Para
los isleños supuso un freno al proceso emigratorio al tiempo que temor a que la
situación bélica se extendiera a Canarias. Para los residentes en tierra
continental americana sufrirían los efectos derivados de la contienda y en
consecuencia la postura que habrían de adoptar y el posicionamiento en una o la
otra parte, incluso con ánimo de incorporar el territorio insular en el
proceso.
Como
se ha dicho, los movimientos emancipadores, al extender su guerra al ámbito
oceánico, sembraron la intranquilidad en los puertos canarios mediante la
presencia de corsarios insurgentes, entre 1810-1826, que se dejó sentir en el
tráfico comercial marítimo interinsular y americano. Pero, además de la amenaza
de los corsarios insurgentes en aguas canarias, se produjeron episodios de
carácter ideológico, por medio de proclamas aisladas de rebelión al socaire de
lo que tenía lugar en América. A ello se sumaban los rumores de invasión y
conquista del Archipiélago por los próceres de la independencia y como más
destacados el isleño Francisco de Miranda y el propio libertador Simón Bolívar,
también con ascendientes en Canarias.
Bolívar,
libertador de América, vinculado por ascendencia “isleña” llegó a considerar
estas Islas Canarias como inmersas en el mismo proceso, y por esto, tal vez,
diferenció a españoles peninsulares de los naturales con origen canario como
expresa en la Proclama de Guerra a Muerte firmada en la localidad venezolana de
Trujillo (Gran Colombia) el 15 de junio de 1813, cuyo párrafo final lo
especifica claramente: “Españoles y canarios contad (sic) con la muerte, aun
siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de
América. Americanos contad con la vida, aun cuando seáis culpables”. En este
documento, según expresa el medio digital El Guanche, cuyo objeto es
precisamente deslindar el campo español del propio americano, el Libertador
coloca a los canarios, por su situación geográfica y otros intereses, en una
posición intermedia entre ambas posturas, y así los menciona con nombre
distinto a los españoles o americanos. Consecuencia fue el caso de un
manifiesto enviado a Canarias en 1817, por un emigrante isleño, en el que
invitaba al Cabildo de La Laguna a sumarse a la rebelión contra la metrópoli
española. Y en este mismo contexto, se encuadra, también, las actividades
conspiradoras de Diego Barry en Inglaterra, con el objetivo de sublevar estas
Islas. Así, el 11 de mayo de 1825, el Corregidor de Gran Canaria enviaba una
comunicación reservada al Regente de la Audiencia en la que le informaba del
convenio hecho en Colombia para dirigir sobre el Archipiélago una escuadra para
apoderarse de alguna isla.
Posteriormente,
a mediados de los años sesenta de la pasada centuria, y como consecuencia de la
guerra hispano-chileno-peruana, surge nuevamente el fantasma de la amenaza ante
una posible incursión de corsarios chileno-peruanos en 1866. Afortunadamente,
esta amenaza quedó reducida simplemente a eso: a una amenaza. Este clima de
permanente incertidumbre alcanzará su punto más álgido en 1898, pleno conflicto
hispano-cubano, con la amenaza de invasión de las Islas por mandato del
presidente de los Estados Unidos, Mac Kinley, abortada por la diplomacia
española y por los intereses británicos en el Archipiélago.
2.-
El “isleño”y su postura en el proceso emancipador
Los
naturales de Canarias afincados en el Continente, desempeñaron un papel
destacado tanto en los movimientos emancipadores latinoamericanos como en la
configuración sociopolítica de las nuevas repúblicas a lo largo del siglo XIX.
Así un sector minoritario de emigrantes canarios vinculados a las actividades
comerciales jugó un papel destacado en la independencia venezolana, como las
familias de los Orea, Key y Muñoz, Soublette, Eduardo o Cabrera Carbonier entre
otras. Descendientes de canarios ocuparon cargos revelantes en la
administración venezolana, como es el caso de los primeros presidentes de la
República, José Antonio Páez, José María Vargas y Carlos Soublette. Mientras
que la gran mayoría de los isleños pertenecientes a los sectores más humildes de
la sociedad contribuyeron desde diferentes actividades productivas por el país
de acogida. Asimismo, los isleños participaron, también, en las filas
realistas, como es el caso, entre muchos, de Domingo de Monteverde, Francisco
Tomás Morales, etc. En Cuba, también, los isleños contribuyeron de forma
decidida, formando parte tanto del ejército libertador como en el ejército
colonial español y participando en la vida cultural e intelectual, económica y
social.
3.-
Emigración canaria e influencia en la emancipación
La
emancipación de las colonias americanas, entre 1811-1830, significó, por un
lado, un corte del flujo migratorio hacía las repúblicas americanas y, por
otro, una desviación de la corriente migratoria hacia Cuba y en menor medida a
Puerto Rico; gran parte de la misma se realizó de forma clandestina hasta bien
avanzada la centuria.
Ha
de quedar claro que desde mediados del siglo XVIII y como consecuencia de la
crisis vinícola que afectó la economía isleña, se produce el fuerte incremento
en la emigración canario-americana que tendrá su máximo exponente a partir del
Decreto de Libre Comercio de 1778. La emigración pasó a ser una mercancía más
complementaria a manufacturas extranjeras.
A
partir de aquí se permitirá el intercambio, sin trabas aduaneras, entre los
puertos canarios con los más importantes puertos americanos, incluida La
Habana.
Si
bien favoreció la libertad para emigrar, no fue tanto para el intercambio
comercial. Controlado e institucionalizado como monopolio, impedía la costumbre
enraizada de la vulneración normativa de las disposiciones de la Casa de la
Contratación, que era llevada a cabo por los armadores canarios en la ruta
americana, actuando al margen de los cánones que imponía la Corona en su
especial monopolio comercial en que no era ajeno el contrabando, en todas las
derrotas seguidas.
La
independencia de la mayoría de las colonias de España en América tuvo gran
repercusión para nuestras islas, pues existían fuertes lazos en el orden
económico, social o emigratorio. Pero también afectó las islas el ideario de
los insurgentes, pues durante la etapa de emancipación y posteriormente, las
islas se vieron cercadas, con cierta frecuencia, por corsarios venidos de las
recién independizadas repúblicas hispanoamericanas. Esta presencia, de la que
no es ajena la connivencia de algunos grupos de las propias islas identificados
con la idea emancipadora, también para Canarias, generó entre algunos
estamentos de la sociedad isleña cierto clima de inestabilidad y preocupación,
que durará hasta bien entrado el siglo XIX.
Y
nuevamente es motivo de preocupación al final de la guerra
cubano-hispano-americana en 1898. En 1817 se intentó propiciar en estas Islas
un movimiento subversivo, paralelo al de América, llevado a cabo por Agustín
Peraza Bethencourt desde Santo Tomás (Antillas) y del que se hizo eco en
Ayuntamiento de La Laguna. Desde 1825 existió el rumor de la existencia de un
convenio firmado en Colombia consistente en atacar o apoderarse militarmente de
alguna de las Islas Canarias y de hecho se llevaron a cabo algunos intentos,
siempre desmantelados por la burguesía.
La
emancipación de América disminuyó coyunturalmente el flujo migratorio hacia las
posesiones continentales, pero, en contrapartida, la canalizó con más
intensidad y más fuerte decisión hacia Cuba y otras islas del Caribe, que
permanecían sujetas a la Corona de España. En principio como se ha dicho fue
semi clandestina hasta el año 1853. A partir de este año, por los gobernadores
en Canarias se concedía total libertad de emigración, consecuencia de la Ley de
Puertos Francos, antes citada, que constituyó una de las medidas más favorables
para el desarrollo comercial exterior en estas Islas. Tras la decadencia de
otro producto comercial canario de exportación como fue la cochinilla, por la
aparición de productos químicos colorantes, surgió otra nueva crisis y
consiguiente caída del mercado laboral isleño que alcanzó, esta vez, a peones y
pequeños cosecheros.
4.-
Venezuela y presencia isleña antes y tras la independencia
La
emigración de los canarios a Venezuela, hasta prácticamente ayer, tuvo lugar
con creciente ritmo entre los años de 1670 y 1810, año éste en que tiene lugar
el comienzo del proceso independentista como quiebra del dominio español en
aquel país (consecuencia de la política napoleónica en Europa a la que España y
sus posesiones quedaban sujetas). Este proceso migratorio continuará de forma
constante a lo largo de todo el siglo XIX y XX, por ser la necesaria válvula de
escape para canarios, y motivo de las frecuentes crisis económicas, casi
siempre agrícolas por sequías, plagas, a más de otros factores competitivos. En
consecuencia los canarios han de emigrar con preferencia a Cuba, y a Venezuela
para etapas más recientes.
Factor
preponderante para esta emigración que fue esporádica y reducida en el primer
siglo colonial español (en mayoría forzada, para poblar aquellos amplios
territorios en especial tras la ocupación de Jamaica por los ingleses, más que
voluntaria propiamente dicha), fue debido a la crisis vinícola por pérdida de
mercados tradicionales que motivó la secesión de Portugal y sus colonias del
entonces imperio español.
El
profesor de la Universidad de La Laguna de Tenerife (Canarias) España, Manuel
Hernández González que es autor de una magnífica edición al respecto: “Los
Canarios en la Venezuela colonial (1670-1810), Taller de Historia, CCPC, 1999,
nos ilustra de forma global sobre esta presencia canaria en Venezuela hasta los
prolegómenos revolucionarios e independentistas.
Entre los siglos XVII y XVIII fue grande la
contribución de los referidos “isleños”, como así son conocidos en aquella
nación americana, en la expansión y consolidación de la economía y sociedad
venezolanas. Llegaron con la perspectiva de convertirse en cultivadores de
autoconsumo, mercaderes o hacendados de grandes extensiones de cacao, café o
ganaderas. Los oficios y la mercadería (pulperos, bodegueros, arrieros,
mercaderes, zapateros, carpinteros, herreros, albañiles, pintores) eran
ejercidos por canarios ya que eran considerados ocupaciones innobles para
peninsulares y mantuanos. Los privilegios estaban reservados a los blancos
peninsulares (oficiales de la corona), los mantuanos criollos y a un reducido
número de canarios hacendados, conducta poco inteligente ésta, cuyas consecuencias
en todo momento, han sido crear un peligroso grupo de agraviados y disconformes
que actuarán como quintacolumnistas en los procesos revolucionarios.
Tras
los sucesos de 1810 se crea la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de
Fernando VII que defiende el poder real. El 19 de abril un golpe de mano depone
al Capitán General don Vicente Emparán. El Cabildo caraqueño queda en manos de
la oligarquía criolla y su política responde a los intereses de su clase:
peninsulares, mantuanos y canarios ricos. Estos intereses eran: libertad de
comercio, proscripción de la trata de blancos (no así la esclavitud) y el de
restringir el derecho al voto sólo a los grandes propietarios. En un principio
los canarios toman partido por el nuevo orden, ya que eran completamente
hostiles al poder político y al control monopolista del comercio por parte de
los representantes de la Corona hispana. Sin embargo, la posición social de
relegados y los intereses económicos de la gran masa de humildes canarios se
enfrentaba tanto a la oligarquía criolla como a los comerciantes peninsulares
(vascos en su mayoría), a través de la Compañía de Caracas de nefasto recuerdo
para aquellos. Por ello, los canarios de nivel social inferior se unen a las
fuerzas contrarrevolucionarias, pero los ricos y poderosos continuaron fieles a
la Primera República. El 5 de julio de 1811 se firma el Acta de la
Independencia de Venezuela. Entre el mes de julio de 1811 y comienzos de 1812
se producen varias sublevaciones de canarios contra el Gobierno de la Primera
República; la mayoría de estos isleños desafectos son pasados por las armas y
otros sufren severas prisiones.
Entonces
surge la ofensiva realista dirigida por un capitán de navío canario llamado
Domingo Monteverde y Rivas, natural de San Cristóbal de La Laguna de Tenerife,
si bien mantuvo una actitud favorable a los intereses de la Monarquía hispana
en todo momento. El grueso de sus fuerzas contrarrevolucionarias estaban
integradas por canarios, pardos esclavos libres. Partió desde Coro y
reconquistó fácilmente el territorio en manos de los republicanos obligando a
que el Generalísimo Francisco de Miranda, también de ascendencia canaria,
firmara la capitulación y más tarde detenido y preso en La Carraca (Cádiz).
Conquistado el poder, la primera medida de Monteverde es nombrar como asesores
a una serie de paisanos, en su mayoría resentidos y con ansias de revancha
hacia los poderosos mantuanos y ricos peninsulares. Algunos, como el eminente
médico Antonio Gómez, hijo del ilustrado granadino José Antonio Gómez y de una
canaria de Las Palmas de Gran Canaria, apoyó en principio a la Primera
República, pero luego, defraudado y con una incontenible sed de venganza, fue
el mayor instigador de la represión que ejerció el gobierno de Monteverde en un
año terrible (1812), conocido en la historia de Venezuela como "la
dominación canaria", según apunta el investigador de estos temas Javier
Díaz Sicilia. Cometieron toda clase de desafueros con los patriotas, sus
familias y propiedades. Para la época, Caracas se convertiría en el centro
económico y político de la provincia…
Mas,
la relación venezolana-isleña, permanece: La Candelaria fue el barrio
periférico caraqueño en el que preferentemente se fueron asentando los isleños
desde el último tercio del siglo XVII. Allí edificaron la ermita que le da
nombre, más tarde convertida en parroquia y en símbolo de todos lo que
significa “isleño” o canario que aún perdura hoy en día.
Venezuela
y Canarias (al igual que Cuba) se hallan unidas por vínculos históricos
indisolubles que alcanzan un alto grado en la presencia ancestral en muchos
venezolanos de hoy que deben su origen genético a aquellos “isleños”
inmigrantes que ocuparon amplios y despoblados espacios de este territorio y
contribuyeron grandemente a la creación de la sociedad y patria venezolanas.
A
modo de premisa actual: La llamada “globalización” impide cualquier proceso
segregacionista en cualquier lugar del mundo, como ya se ha dicho
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Periodismo Histórico S.L. Canarias-España
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